domingo, 28 de mayo de 2017

Raimon y nosotros



Esta noche Raimon se despide de su actividad como cantante. Siento que algo se nos va. Lo digo sin nostalgia; me atengo simplemente a las cosas de la vida que en este caso se concretan en el viejo dicho del tempus fugit. Aunque siempre tendremos el consuelo de su abundante discografía a nuestra disposición. Se nos fueron Leo Ferré y Georges Brassens, pero cuando se tercia oímos sus composiciones y nos figuramos que estamos en sus conciertos en vivo. Igual nos pasará con Raimon.

El cantante de Xàtiva es grande por sus composiciones musicales de grandes poetas catalanes antiguos como Ausiàs March, Turmeda, Timoneda o Rois de Corella. Y de los modernos como Salvador Espriu. Es grande, también, por sus propias letras.

Pero hay algo más de Raimon que las nuevas generaciones no conozcan en toda su dimensión. Cada vez que, en plena dictadura franquista, el movimiento de los trabajadores necesitaba apoyos y, sobre todo, recursos acudíamos al cantautor para que nos echara una mano. Siempre nos acogió con gran afecto y los brazos abiertos. ¿Había que recoger fondos para ayuda a los detenidos y los presos políticos? Allí estaba Raimon para lo que hiciera falta. Sus emolumentos en tantos y tantos conciertos se destinaban a la solidaridad. Y sin embargo, constato con no poca tristeza, nada de ello figura en los estudios sobre las luchas obreras y estudiantiles de la época. Una distracción imperdonable. Y no menor es la distracción de los sindicalistas –de ayer y de hoy--  que todavía no lo hemos referido. Con lo que mi sugerencia a los actuales grupos dirigentes del sindicato es la siguiente: ¿no creéis que Raimon merece un homenaje por todo lo alto? Una parte de lo que somos se lo debemos al cantante de Xàtiva.


Porque Raimon no nos falló nunca. Recuerdo emocionado un recital en Hostalric, en el verano de 1968. Empieza a cantar Raimon y los altavoces iban fatal. La voz potente de Paco Frutos se oye por encima de todo: «Encara que la técnica falli tú no falles mai». En efecto, la técnica podía fallar, pero nunca el xiquet de Xàtiva. Ni ayer, ni hoy.


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