sábado, 8 de abril de 2017

PLENO EMPLEO Y BUEN EMPLEO. Dialogando con Paco Rodríguez

Habla Paco Rodríguez de Lecea

A través de un artículo de Cristina Narbona en “bez” (“No es economía, es ideología”), me llega la información de la publicación en español del último libro de Ann Pettifor. Se llama La producción del dinero: cómo acabar con el poder de los bancos (Sin Fronteras, Barcelona 2017). Una mínima objeción: era mejor el título original, más claro y rotundo, con menos sugerencias de título de autoayuda: Just Money. How Society Can Break the Despotic Power of the Finance (2014).

Pettifor (en la foto) merece respeto desde que en 2006 lanzó su título más conocido, La próxima crisis de deuda del Primer Mundo. El pleno de los economistas del establishment  financiero empezó a desmentir a coro sus argumentos considerándolos apocalípticos, pero no pudo llegar muy lejos por ese camino: la crisis llegó, en efecto, al año siguiente. El resto es historia.

Ann Pettifor es profesora de Macroeconomía en la London City University, asesora del líder laborista británico Jeremy Corbyn, y miembro de la Fundación New Economics. Se opone a las políticas de austeridad, rechaza la jibarización del Estado llevada a cabo por el pensamiento neoliberal en favor de la gobernanza autorregulada por los mercados financieros (que incrementa de forma exponencial las desigualdades), está convencida de las bondades de la lucha hoy por el pleno empleo y por el buen empleo, y su receta para acabar con el poder de los bancos consiste en la utilización de las palancas del Estado de derecho y de la movilización de una sociedad bien informada en contra de los abusos catastróficos promovidos por el dinero. Recuerda, en este sentido, la forma tajante como defendió Keynes la subordinación de las finanzas a los intereses colectivos de la sociedad; y cómo las últimas versiones de la socialdemocracia, a partir de las “terceras vías”, han ido abandonando esa exigencia hasta dejar de reconocerse a sí mismas y al ideal social que predican.
Frente a quienes consideran la robotización y la digitalización como elementos destructores netos de empleo, señala Pettifor otros nichos de actividad intensivos en mano de obra que aparecen cada vez con mayor presencia y urgencia en el mundo contemporáneo: las políticas públicas para hacer frente a los desafíos del cambio climático, y el envejecimiento progresivo de la población, con los cambios de orientación y de prioridades que comportan en las políticas sociales.
La información es un arma. He aquí, por tanto, un buen título y una excelente autora para contribuir al rearme tan necesario de la izquierda plural en nuestro país.


Habla José Luis López Bulla

Doy gracias a Paco Rodríguez por la referencia de este último libro de Ann Pettifor, que puede ser un referencia de interés para «la izquierda plural en nuestro país» y, sobre todo, para los sindicalistas. Muy especialmente para la nueva hornada de los que están accediendo en esta fase congresual a altas responsabilidades de dirección. Se trata de una nueva generación que tiene dos novedades: una, un número apreciable de mujeres en los grupos dirigentes; otra, la inmensa mayoría de ellos han nacido en plena democracia. Son novedades que podemos definir como cualitativas. El tiempo dirá hasta qué punto se concreta en una renovación del proyecto sindical.

Paco Rodríguez nos recuerda que la Pettifor señala que «frente a quienes consideran la robotización y la digitalización como elementos destructores netos de empleo, otros nichos de actividad intensivos en mano de obra que aparecen cada vez con mayor presencia y urgencia en el mundo contemporáneo». Muy cierto. En todo caso, el problema del sindicalismo es que está más acostumbrado a ver lo que se cae, los cascotes de la gran fábrica, que lo que emerge. Que es más dado a notar la destrucción del viejo empleo que los trabajos que están emergiendo. Lo que ha conducido a un discurso con un considerable déficit de realidad.

Percibir lo nuevo siempre –parece ser--  es más trabajoso que constatar lo que desaparece. De ahí que nos atrevamos a imaginar que los recambios en los grupos dirigentes, menos contaminados con las aparentes verdades, consideradas como definitivas, están en mejores condiciones para gobernar los procesos de reestructuración e innovación del trabajo, la actividad y de toda la economía. A estas nuevas generaciones les conviene seguir el consejo de nuestro viejo amigo Riccardo Terzi (qed) que exhortaba a que cada sindicalista fuera un constante experimentador social.


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