miércoles, 28 de diciembre de 2016

Antes fue el PSUC, ¿Podemos ahora?



Pablo e Íñigo. Íñigo y Pablo. La llamada «fábrica del amor» se ha atascado. Están en ruda zapatiesta ambos entre sí. La teoría de los límites que figura en el Análisis matemático expresa que, por los menos hasta la segunda Vistalegre, la zahúrda se irá ampliando. Después, ya se verá. O esto acaba como lo de César y Pompeyo o, al final, los montes parirán un ratoncillo. En todo caso, el plato de porcelana fina se ha resquebrajado.

Les propongo a Pablo e Íñigo –o, si se prefiere a Íñigo y Pablo, porque el orden de factores aquí altera el producto— que recapaciten en torno a una anécdota que viví personalmente a principios de los años 80. Era cuando el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) se estaba rompiendo a todo meter.

Manuel Vázquez Montalbán y un servidor estábamos en un acto de solidaridad con el periodista  Xavier Vinader, que era la niña de nuestros ojos.  Es el famoso «caso Vinader». El periodista  había sido condenado por la Audiencia Nacional a siete años de prisión mayor como autor de un delito de imprudencia temeraria de carácter profesional, como consecuencia de la publicación en la revista Interviu de dos reportajes sobre las actividades de los grupos incontrolados de extrema derecha en el País Vasco.

Se nos acerca la diputada socialista Anna Balletbó que, atribulada, nos pregunta que qué nos pasa en el PSUC. Manolo que en esta ocasión estaba que se subía por las paredes por lo de Vinader le respondío: «Anna, cuando los socialistas seáis un partido os pasará lo mismo que a nosotros». Estábamos los tres solos. (MVM, al final del acto, se acercó a la Balletbó y le pidió disculpas por su pronto).


Pablo e Íñigo, no os deseo lo mismo que le sucedió al PSUC. Pero, ¡por la Virgen del Pasmo!, poned algo de vuestra parte. 

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