miércoles, 30 de noviembre de 2016

Las variables del Pacto por la Industria




En estos días se está hablando mucho sobre la necesidad de un Pacto de Estado por la Industria. En este mismo blog la autorizada voz de Joaquim González Muntadas dejó dicho cosas que se deben tener muy en cuenta (1). Lo suscribo de cabo a rabo. Lo que plantea Joaquim me permite hacer unos planteamientos que considero necesarios.

En primer lugar, este acuerdo es, en el fondo, un pacto por la innovación tecnológica y, por tanto, un salto cualitativo con el tipo de industria que hemos tenido y con el carácter de los pactos interconfederales que en nuestro país han sido. En segundo lugar, el pacto debe inscribirse inexcusablemente en el nuevo paradigma de la reestructuración—innovación de los aparatos productivos, que representa lo que llamamos, por pura comodidad expositiva, el post fordismo. En tercer lugar, su naturaleza y contenidos deberían ser un potente ajuste de cuentas con el modelo productivo que, por decirlo con brevedad, se ha llevado a la buena de Dios. O de manera más laica: a estilo compadre.

Ahora bien, el pacto por la industria no puede ser sólo un acuerdo por arriba. Menos todavía, un documento orientativo. Ni menos, todavía, un papel meramente orientativo. Por supuesto, debe tener las orientaciones necesarias. Pero es fundamental que adquiera fisicidad, es decir, que toque pelo. Un pacto que se precie debe tener mandamientos concretos; la retórica, habitual en no pocos casos, sería en este caso pura filfa, ganga retórica.

Mandamientos concretos, decimos. Un pacto de este estilo no es un código de buenas prácticas. Así pues, debe contar con los necesarios mandamientos concretos a poner en marcha directamente. Por ejemplo, en materia de derechos laborales y sindicales. Por ejemplo, en todo lo atinente a las grandes cuestiones de la organización del trabajo, que hoy están legislativamente en las manos exclusivas del dador de trabajo. También en todo lo que atañe a los procesos formativos y a la reordenación de los salarios. Ni que decir tiene en el ineludible problema que debe abordar el pacto: la calidad del empleo. Es una quimera pensar que sean beneficiosas las consecuencias de dicho pacto sobre la base de la actual degradación del empleo. Téngase en cuenta que, desde Alemania, nos viene un mensaje nítido: la solución de la cuestión industrial no tiene una sola componente tecnológica; es fundamental resolver la papeleta laboral.

La negociación colectiva puede –y debe--  jugar un papel de primer orden en la mayor concreción del pacto industrial. A condición, claro está, de que sus cláusulas respondan al carácter del nuevo paradigma. Es en ese territorio donde el acuerdo alcanzará su enraizamiento. En caso contrario los hipotéticos beneficios del pacto industrial no alcanzarían concreción en el centro de trabajo. De ahí que sea exigible una nueva contractualidad. En honor a la verdad hemos de decir que, aunque escasos en número, hay ejemplos luminosos que encajarían perfectamente en la novedad de un pacto industrial de las características que preconizamos.

Por último, aprovecho la ocasión para dar unos pespuntes sobre algo que considero de la mayor importancia. A saber, la reforma de la empresa. Entiendo que es de la mayor importancia porque el territorio fundamental del pacto industrial es el centro de trabajo. El sindicalismo confederal necesita una profunda reflexión sobre «la empresa», sobre el centro de trabajo. Especialmente porque es su territorio natural.

Parto de dos consideraciones: uno, la empresa tiene diversos tapones que obturan su competitividad; dos, la democraticidad, humanización y la eficiencia. Los tapones referidos son: el déficit tecnológico y sus procesos formativos finalistas a superarlo, los elevados índices de precariedad de los empleos y los accidentes laborales. Abordar a fondo estas cuestiones en el nuevo paradigma es todavía una asignatura pendiente. Quien esté interesado en una mayor concreción de todo ello no tiene más que conectarse con el trabajo que publicamos en A CONTRACORRIENTE (2).    






martes, 29 de noviembre de 2016

Efervescencia electoral en el PSOE



Informan los mentideros que Susana Diez prepara un acto multitudinario en Jaén. Añaden que estaría acompañada por Zapatero. Nada dicen de la participación del secretario general permanente del partido. Naturalmente, todo intento de relacionar esta convocatoria con la reaparición de Pedro Mártir en Xirivella –dice el patio de vecindones del socialismo meridional--  es o pura fantasía o ganas de sacar la lengua a pasear sin ton ni son.

Pero lo que es innegable es que las diversas cofradías del PSOE han entrado en otra fase: una campaña electoral interna. Es decir, lo fundamental no parece ser el debate para reorientar la acción política del partido sino su jefatura. Porque, como es natural, una campaña electoral sólo necesita que se llenen los espacios físicos con la presencia del público y rotundas ovaciones para animar el cotarrillo. El debate es otra cosa. Lo decimos para que esta vieja palabra no quede en el olvido como otros tantos vocablos que en la lengua han sido. Un debate es la deliberación con punto de vista fundamentado sobre, en este caso, un proyecto y un trayecto. No nos duelen prendas en repetir algo sobre lo que hemos insistido siempre: un proyecto no es un zurcido de retales. Eso es, en mi opinión, lo que más necesita el viejo partido.

Ahora bien, un servidor sería un golfo si no señalara una novedad: el PSOE ha anunciado que apoyará las movilizaciones sindicales que se han convocado para mediados de este mes. Es una novedad positiva. ¿Veremos a Pedro Mártir desfilando por las calles de Madrid –o de cualquier otro lugar— ese día? ¿Estará Susana Díaz haciendo acto de presencia en Sevilla? ¿Veremos al presidente de la Gestora? Yo si me los encuentro no se lo echaré en cara.  

Postdata. La foto que preside esta entradilla se corresponde con un día de la tradicional festividad "La merendica": 515 años de tradición en Santa Fe. Es una gentileza, que se agradece, de don Rafael Rodríguez Alconchel.  





miércoles, 23 de noviembre de 2016

La mascletà de Pedro Sánchez



Hasta los más viejos socialistas de todo lugar afirman no haber vivido una situación tan áspera como la que están padeciendo desde el tristemente famoso Ok Ferraz. Más todavía, todo el mundo se teme que lo peor está por venir. De un lado, los que se sienten agraviados empiezan a organizarse, alentados por el instrumento de organización de la revuelta que ha puesto en marcha Pedro Sánchez con su web; dicen que a Sánchez se le espera en Xirivella a bombo y platillo como primera mascletà de una campaña que recorrerá los cuatro puntos cardinales de la piel de toro socialista. De otro lado, la Gestora pone el ojo en avizor y organiza eso que ahora llaman su posverdad. Sea como fuere, tengo la impresión que, en esas condiciones,  en vez de poner en marcha un debate abierto y constructivo veremos una descomunal zahúrda, tirándose los unos a los otros (y viceversa) los textos sagrados del viejo Pablo Iglesias. O sea, pugnando por la posesión y pertenencia de las siete llaves del sepulcro del padre fundador.

En esa situación las cosas están así: unos ponen la rabia y otros disponen de la intendencia; unos cuentan con san Pedro Mártir; otros disponen de medios e instrumentos. Sin embargo, ¿qué es la sola rabia cuando se enfrenta a la física de los instrumentos? Más todavía, ¿Pedro Mártir podrá encauzar pro domo sua ese complejo movimiento de insurgencia que existe en centenares de agrupaciones socialistas? Porque si no lo hace, ese hervidero puede convertirse en pólvora mojada. De hecho, sabemos desde el viejo Claudio Eliano, famoso retor latino (170 – 235), en sus Historias curiosas, que «las arañas ni conocen ni quieren conocer el arte de tejer, ni su práctica, que son dones de la diosa Ergane». Como todos sabemos, el arte de tejer es una disciplina mayor que el de la costura, que corresponde a otra diosa menor.

O sea, si la efervescencia de esas agrupaciones respondonas no adquiere fisicidad, Pedro Mártir no se saldrá con la suya. De momento, el monopolio de la costura está en los telares de Ferraz.


En resumidas cuentas, la marcha al inevitable congreso será una logomaquia, con los siguientes adobos: brazos de madera, candados y otras pipirranas. Yo conozco esas situaciones: estuve en algunas de ellas.   

domingo, 20 de noviembre de 2016

¿Estáis dormidos o qué?



Cuatro. Han sido cuatro los cardenales que han puesto su pica en Flandes y en el Vaticano. No están todos los que son, pero son todos los que están. Da toda la impresión que han tardado demasiado en quitarse el antifaz, pero ya sabe: las cosas de todos los Palacios suelen ser lentas, pero bien seguras.

La Banda de los Cuatro escribió una carta a Francisco pidiéndole explicaciones por el giro que ha impregnado el Papa al catolicismo así en material teologal como de usos y costumbres. Ahora bien, ¿esta carta tenía como único –y, sobre todo, principal--  destinatario a Bergoglio. No, padre. La carta tiene un claro objetivo: decirle a todos los mitrados de alta y baja graduación eso de «aquí estamos nosotros». La carta es una contra encíclica. Por eso –y sólo por eso--  la banda de los cuatro la ha hecho pública. Esta es la novedad. Como igualmente es novedad la dogmática de su texto: este cura argentino ha llegado demasiado lejos y, de seguir así como sospechamos, nos va a dejar a todos al cabo de la calle. Por lo tanto, aquí estamos nosotros, los custodios de todos los sagrarios de ayer, hoy y mañana.

La Banda de los Cuatro se dirige, como ariete de denuncia, contra el Papa y sus seguidores. De momento, mediante la denuncia y, ya lo iremos viendo, apelando a la organización de todas las sacristías habidas y por haber. Saben que les ayudará el clima de reaccionarismo que –de manera asfixiante--  recorre Europa. Y ahora más con el hombre rubio en la Casa Blanca.

Por el contrario, tengo la impresión de que Francisco tiene pocas amistades en los sitios estratégicos de los diversos puentes de mando de las iglesias nacionales. Y tampoco parece que el catolicismo de base esté movilizado explícitamente a favor de una profunda renovación de su Iglesia. Es como si, expectantes, se acogieran a la funesta idea de «esperar y ver», ustedes ya me entienden.

Voces sosegadas aconsejarán que no es para tanto, que el agua bendita no llegará al río Genil, que pasa por Santa Fe, capital de la Vega de Granada. Pero nosotros, lo agnósticos,  no tenemos la pazguata paciencia de aquel Job que –por serlo--  las pasó moradas.


No lo olviden, la banda de los cuatro y sus franquicias son como aquel Bonifacio VIII que se quitó de en medio aquel alma de cántaro de Celestino V, un frailecillo a quien sólo apoyaba cuatro y el cabo.


sábado, 19 de noviembre de 2016

Adolfo Suárez y aquel referéndum sobre Monarquía o República



La Sexta ha hecho público un documental, protagonizado por Adolfo Suárez, ya retirado de sus actividades políticas, donde afirma que no organizó un referéndum sobre Monarquía o República porque las encuestas daban un triunfo de ésta. En medio de esta historia está aquella Victoria Prego, cuya fama fue languideciendo con el paso del tiempo.

Francamente, no sabría qué decir. De un lado, ponemos en la balanza las picardías de Suárez que no fueron pocas y que, también con el paso del tiempo, fueron ocultándose en señal de respeto a su enfermedad. De otro lado, aparecen interrogantes en los que hay que prestar atención. Por ejemplo, ¿cómo es posible que ningún historiador español u extranjero no haya tenido noticias de ello? ¿Es creíble que Victoria Prego haya mantenido en silencio esa historia durante tanto tiempo? Más todavía, parece sorprendente que el equipo técnico que filmaba el documental no haya sacado la lengua a pasear. Sospechosa discreción en una profesión tan hablanchina.  

Ahora bien, todo es posible. Incluso que sea verdad. Pero a un servidor le huele a chamusquina, a enredo.



viernes, 18 de noviembre de 2016

Ok Ferraz y el sindicato



Veo en facebook que mi admirado el profesor  José Antonio Pérez Tapias  convoca a militantes socialistas para analizar lo que está pasando en este partido desde Ok Ferraz: «Este jueves, 17 de noviembre, en Granada. (Reunión a las 18 h., en edificio de Sindicatos)». Debo decir que esta convocatoria y la celebración de dicho acto en la casa sindical me ha inquietado. De un lado, es halagador que el sindicato (el que sea) sea un sujeto hospitalario para quienes no disponen, por así decirlo, de techo propio para sus encuentros. De otro lado, la característica de los huéspedes y el problema que tiene la familia socialista hace que dicha hospitalidad, en mi opinión, sea problemática. El maestro Fernández Tapias tenía que haber sido más perspicaz pidiendo ese cobijo, sabiendo que no le iba a ser negado. Así las cosas, el sindicato no podía dejarle en la calle.

Que el sindicalismo español es independiente de los partidos políticos es cosa que sabe perfectamente hasta el noble pueblo mapuche. Por lo tanto, no hay duda alguna que el gesto del sindicato obedece solamente  a razones de hospitalidad. Pero estamos en el mundo y en la sociedad que estamos. Por lo que el sindicato no puede estar en hablillas, especialmente en aquellas que son interesadas y de doble filo. Esto debería saberlo el profesor Fernández Tapias, un hombre de recto proceder y sabio donde los haya. Ms pregunto si no había otro sitio en Granada menos comprometido que el sindicato para celebrar esa reunión. Seguro que sí.

En todo caso sería más inquietante todavía que la dirección granadina del PSOE no hubiera autorizado que esta reunión se hiciera en su sede oficial.



jueves, 17 de noviembre de 2016

La disciplina de voto y otras chucherías




El espíritu de OK Ferraz sigue presente, aunque por otros medios. Por un lado, la Gestora ha puesto en marcha una singular sarracina contra quienes votaron contrariamente a la orientación de abstenerse y, de esa manera, procurar la canonización del hombre de Pontevedra como presidente del Gobierno. Por otro lado, una serie de sectores del PSOE se han alzado contra quien gestiona el partido: la novedad más llamativa es que no son pocos los que en Andalucía impugnan las formas y maneras de la señora baronesa, Susana Díaz.

Un inciso: todo intento de banalizar las normas de una organización, del tipo que sea, no lleva a ningún sitio que convenga. Sin reglas no hay funcionamiento eficaz. Por eso, la democracia es sobre todo normas de obligado cumplimiento. Máxime en aquellos colectivos donde se ingresa voluntariamente. De ahí que los estatutos de los partidos sean, por así decirlo, la particular constitución de las organizaciones. Atrévase cualquier asociación a no establecer normas y comprobará que ocurre. Se cierra el inciso.

Dicho lo cual, tengo para mí que la batahola que está viviendo el partido socialista poco tiene que ver con las normas. Es, a mi entender, la consecuencia de una serie de problemas antiguos que o no se resolvieron o se cerraron defectuosamente. Son problemas, viejos y nuevos, que se han acumulado y enquistado como placas tectónicas. Frente a ellos recurrir a la «disciplina de voto» es algo así como un parche de Sor Virginia. Algo naïf. Entre otras cosas porque hay momentos en los que el consumo de sapos es indigesto. En pocas palabras, ante los movimientos tectónicos que hay en el viejo partido el hecho de recurrir a la disciplina de voto se convierte en una golosina del colodrillo. O, si se prefiere, en un intento de resolver el enquistamiento de una serie de cuestiones por la vía administrativa.

Lo sorprendente en toda esta historia es que la versión española de la socialdemocracia haya actualizado el llamado centralismo democrático que tanto criticó otrora y el antañón concepto de que el partido se depura a golpe de sanción y, si encarta, con las medidas disciplinarias más rigurosas.

El resultado de todo ello recuerda el famoso terceto del más grande florentino –por lo menos--  hasta la hora presente:

¡Ahi serva Italia, di dolore ostello,
nave sanza nocchiero in gran tempesta
non donna di province, ma bordello!


Dante Alighieri, “La divina Comedia”. El Purgatorio, Canto VI.

O sea:


(¡Ay sierva Italia, albergue de dolor,
nave sin piloto en medio de una gran tempestad
ya no más Señora ejemplar de enteras naciones, sino burdel!)


miércoles, 16 de noviembre de 2016

La OIT contra la agresión al derecho de huelga en España




Homenaje al maestro Franscec Csares i Potau, que nos ha dejado

Los medios están distraídos últimamente. Perdón, hace tiempo que voluntariamente se distraen. Eso sí, cuando alguien les afea ese no mirar (o mirar para otra parte) saltan rabiosa y corporativamente, como si tuvieran pólipos y divertículos,  diciendo que a ellos no les marca nadie su política informativa. Menos mal que tenemos blogs que están al tanto. Pongamos que hablo de la bitácora del maestro Baylos que, entre otros, nos informa de la resolución de la OIT denunciando las agresiones, no infrecuentes, al derecho de huelga en España y la represión contra los sindicalistas. Oiga, estamos hablando de la Organización Internacional del Trabajo

Dice –y dice bien— Antonio Baylos:

«Como es conocido, a instancias del Ministerio fiscal, se han procesado a más de 300 personas por participar en los piquetes de extensión de la huelga con ocasión de las huelgas generales del 2010 y del 2012 contra la reforma laboral del gobierno. Con este tipo de acción represiva, el gobierno sancionaba con el remedio penal lo que en su concepción autoritaria implicaba el conflicto como patología de las relaciones laborales. 

» El desarrollo de esta ofensiva contra el derecho de huelga ha sido desigual, puesto que la reacción de los sindicatos ante la misma ha sido muy fuerte. La campaña en torno a los 8 de Airbus, movilizó a muchos trabajadores y trabajadoras e hizo que el hecho fuera conocido por una amplia parte de la opinión pública. El juicio en Getafe permitió visibilizar el amplio apoyo de las fuerzas políticas de oposición a la necesidad de derogar el precepto penal que había permitido la incriminación penal de estos luchadores y sindicalistas».



martes, 15 de noviembre de 2016

Fernández Díaz, jefe oficioso de la diplomacia española



"Con qué trabajo deja la Luna a Granada" (Juan de Dios Calero)


La cabezonería de Mariano Rajoy en premiar lo mediocre hará que Fernández Diaz  sea nombrado presidente de la Comisión de Exteriores del Parlamento. El hombre de Pontevedra es ansí. Ni siquiera las turbulencias europeas, ni la elección del hombre rubio como presidente de los Estados Unidos le han hecho desistir de su grotesco error. El ex ministro, recientemente censurado en el Parlamento, es premiado con bombo y platillo. No hace falta tener una sesera normal para pronosticar que este tosco personaje (su fama le precede) será incapaz de aportar nada pertinente a esos movimientos tectónicos de la política europea e internacional.

Ahora bien, el hombre de Pontevedra no da puntada sin hilo. Y hasta cabe la posibilidad de que la intención de su designación tenga un sentido. Que sea el jefe oficioso de una parte de la diplomacia española. Y si no fue ese el objetivo inicial –fracaso el intento de ser embajador en el Vaticano— ahora queda reconvertido.

Fernández es un hombre de fuertes convicciones ultra religiosas, de hondas raíces reaccionarias: un ultramontano de tomo y lomo. Por tanto, podría ser el vicario del hombre rubio en Europa. Podría, desde su cargo, quien clandestinamente (o no) conectara a España con mandatarios de aquellos países europeos que nos tienen en vilo.

En otras palabras, la diplomacia española sería como Jano Bifronte: el ministro luciendo el oro oficial de la política internacional  y Fernández bregando con el oficioso percal de las tribulaciones. ¿Exageraciones? Vamos a ver, ¿ustedes se piensan que la política internacional no tiene cloacas? Pues sí, las tiene: unas huelen a chanel número 5; otras a abubilla. 

domingo, 13 de noviembre de 2016

Insistiendo: ¿el por qué de un referéndum?



Algunos conocidos me escriben, y preguntan –con un matizado desacuerdo--  el por qué de mi insistencia sobre el referéndum como desenlace a un hipotético pacto de pensiones. Me entran ganas de responder con un escueto «¿y por qué no?». Comoquiera que mi respuesta nos llevaría a un callejón sin salida, me propongo insistir en la materia, no sin añadir que en mi artículo de ayer,  Nuestras pensiones a debate, apuntaba una serie de argumentaciones que, al igual que aquel Pereira, sigo sosteniendo (1).

Premisa mayor. El sindicalismo español (en adelante, el sindicato) tiene el monopolio de la negociación gracias a la Ley. No lo critico, pero saco conclusiones. No obstante, por unas u otras razones, el nivel de afiliación al sindicato es bajísimo. Que ello quede paliado por la representación de los comités de empresa es harina de otro costal,  pero no es esta la discusión acerca de la relación monopolio de la negociación y escasa afiliación.

Premisa menor. Si las cosas son de esta manera se puede llegar pacíficamente a esta conclusión, al menos en el caso de la negociación de las pensiones: el sindicato está legitimado por ley, pero no por la mayoría de los afectados por las jubilaciones y pensiones. Quede claro: esto no es un desdoro del sindicato, sino simplemente un problema, que parte de un dato incontestable: la inmensa mayoría de esas personas no están afiliadas al sindicato.

Premisa chica. No es lo mismo un sindicato-de-los-trabajadores que un sindicato-para-los-trabajadores. Esto no es un juego travieso de palabras, sino la constatación de que ambas preposiciones –de y para—indican cosas muy diferentes. El primero expresaría la posesión y pertenencia del sindicato por parte de los trabajadores. El segundo, perfectamente legítimo, indica que los trabajadores son un cuerpo ´tutelado´  desde fuera. El primero, que goza de la prerrogativa de la Ley, es consciente de que le falta un enorme cacho de representación (estamos refiriéndonos ahora al tema de las pensiones) para negociar en  nombre de esa inmensa mayoría; el segundo, que se aprovecha instrumentalmente de la Ley, da por natural que sea de ese modo y lo considera una situación definitivamente dada.

En consecuencia, el sindicato-de-los-trabajadores pretende corregir esa anomalía mediante la participación activa e inteligente de aquellos que no están afiliados. Es decir, añade la participación del conjunto asalariado al monopolio de la negociación que le concede la Ley.

Premisa más chica.  La técnica del referéndum empieza a tener, como aquel que dice, mala prensa. La izquierda empieza a desconfiar un tantico de ella. Digamos que se ha degradado también por un uso banal de ese instrumento y porque, todo hay que decirlo, quienes recurren a dicha consulta lo hacen de manera desresponsabilizada. Ni ejercen ningún papel en la dirección de ese instrumento. Es una postura camaleónica, una prevención ante sus resultados. 

Estamos hablando de una técnica que no puede ser a la remanguillé, esto es, desordenada o a estilo compadre. Debe tener sus normas, los quórums y demás procedimientos que la validan. En suma, se trata de un estilo capaz de  dar voz a los que nunca la han tenido.

Acabando. Cuando se negocian asuntos que también afectan a millones de personas, que no han dado el mandato para ello, es preciso afinar la puntería ofreciéndoles capacidad de decisión. Es un inmenso gentío que tiene una relación inespecífica con el sindicato –esto es, sin parentesco alguno— pero que con relativa frecuencia se preguntan aquello de «¿qué hacen los sindicatos?». Una interrogante que duele, como no puede ser de otra manera, a miles de sindicalistas. Pero que, tal vez, puede tener esta explicación: por lo general el sindicato no ha exhibido suficientemente lo mucho que ha conseguido; un sindicato que siempre ha sido excesivamente austero en la valoración de sus conquistas. Y, además, todavía no ha sabido establecer un contrato moral con esos millones de personas que nunca se afiliaron.





sábado, 12 de noviembre de 2016

Nuestras pensiones a debate




Leemos en los periódicos que la comisión del Pacto de Toledo se reunirá la próxima semana. Digo yo que algo relativo a las pensiones va a tratarse en breve. Naturalmente ese algo no es irrelevante. Por otra parte, aunque se ha aplazado la reunión con la CEOE, todo indica que podría abrirse también la negociación pendiente sobre los salarios. En concreto, el sindicalismo confederal, durante los próximos días, va a encontrarse ante dos frentes de actuación de gran envergadura: los salarios y las pensiones. La primera sugerencia, en la que no hace falta insistir demasiado, es que CC.OO. y UGT mantengan y, si es posible aumenten, los niveles de unidad de acción. La razón pragmática de la unidad, como hormigón armado de todo ese periodo, debe ser la regla de oro. Ahora bien, la unidad del sindicalismo confederal, siendo importante, no basta. No basta, decimos. La unidad debe estar acompañada de un amplio proceso participativo del conjunto asalariado de todas sus tipologías. Y en el caso de las pensiones debe concitar un acompañamiento activo de los pensionistas y jubilados. 

Las anteriores negociaciones sobre pensiones tuvieron una metodología que llamaremos tradicional. Esto es, se presentaba una plataforma, aprobada en los órganos dirigentes, se negociaba y su conclusión –firmar o no firmar--  se acordaba en los mismos órganos dirigentes de CC.OO. y UGT. Era un procedimiento tradicionalmente democrático, pero no convenientemente participativo, porque millones de personas quedaban al margen de dicho proceso. La mayoría de ellas sin haber dado ningún mandato explícito a la marcha de tales negociaciones. Ahora podemos afirmar que dicho proceder tiene enormes limitaciones, de un lado; y, de otro lado, dicha tradición está en discusión, al menos como consecuencia del planteamiento de «repensar el sindicato». Porque dicho repensar debe concretarse en la vida real del sindicalismo, esto es, en las relaciones con sus contrapartes. Dijo Toxo –y lo dijo bien alto y claro— que «no podemos seguir haciendo lo mismo de siempre para llegar a los mismos resultados de siempre». Una observación: esas palabras no están siendo acompañadas suficientemente.

No hay que aturrullarse ni eternizar ese proceso, si se abre, de negociación de las pensiones. Lo importante, sin embargo, sería «no hacer las cosas como siempre», aunque sea administrativamente democrático. Por lo que estamos en condiciones de proponer una forma de proceder razonablemente nueva y, estimo, más eficaz. Es, por otra parte, una forma ya consolidada en organizaciones sindicales muy cercanas a nuestro estilo. Pongamos que hablo de la CGIL.

Nuestros amigos italianos –hablaré del caso concreto de la negociación sobre las pensiones de 2007--  negociaron una plataforma con el gobierno bajo la presidencia de Romano Prodi. Alcanzaron un preacuerdo donde se estipulaba que la decisión final sería la que resultara de un referéndum en el que participarían todos los trabajadores. La CGIL se empeñó en ello: organizó minuciosamente la consulta, esto es, puso las mesas electorales en todas las ciudades y todos los requisitos, por ejemplo, las juntas locales y todo lo que es de rigor en un referéndum. Las palabras del viejo maestro, Vittorio Foa, se hicieron carne: «Para que los trabajadores confíen en el sindicato, éste debe confiar en los trabajadores».


Votaron millones de personas en los centros de trabajo, en las plazas de las ciudades italianas. No hubo ningún incidente. En resumidas cuentas, el referéndum no entendido como un fetiche, sino como un instrumento de participación activa. Tampoco los sindicalistas italianos hicieron dejación de sus responsabilidades, defendieron el preacuerdo con el Gobierno en las asambleas y en las plazas, esto es, asumieron sus prerrogativas como dirigentes de aquel proceso.  Y al final muy mayoritariamente se votó respaldar el preacuerdo. La CGIL salió fortalecida; también los trabajadores.  

jueves, 10 de noviembre de 2016

¿Todos los votantes de Trump son populistas?



Ni siquiera la invocación de Miquel Iceta --«Go, Hillary, go!»--  dio resultado. El hombre rubio se salió con la suya en Norteamérica. Ni siquiera mi visita ayer –como acompañante consorte de mi mujer--  a la exposición de Renoir en la Fundación Mapfre en Barcelona me quitó los retortijones tras la fatídica noticia. Pero ¿cómo es posible que haya sucedido tamaño desastre?, me decía mientras miraba sin ver los retratos y paisajes del ilustre pintor. Habrá que esperar a gente entendida en la materia. Todavía es pronto, me digo. Esperemos, pues.

1.--- De momento, me atrevo sólo a insinuar algunos elementos –incompletos, desde luego— para ser tenidos en cuenta, en el caso de que tengan fundamento, en posteriores reflexiones. Es posible que el insensato proyecto de medidas económicas haya encandilado a millones de personas golpeadas brutalmente por la crisis. La promesa electoral de la creación de 25 millones de empleos –igual hubiera dado si el hombre rubio hubiera planteado cincuenta millones--  puede ser una de las claves. Especialmente   por la vinculación de esos 25 millones de empleos para evitar las deslocalizaciones de empleos a otros países y las medidas anti inmigración. Un vínculo que, además, está en garrulo sentido común de millones de personas del mundo entero.

Algunos nos preguntamos qué cómo es posible que haya tantas almas de cántaro que crean en la propuesta del hombre rubio. En primer lugar, porque esta idea absurda no les viene “de fuera”, llámese del hombre rubio o de los lepenes y asociados del  mundo; viene de la cabeza de cada damnificado. Y hay algo más: así como cuando el desempleo arrecia nadie piensa que le tocará a él, la promesa electoral provoca en el parado el espejismo de que le tocará ser uno de los millones de beneficiados. Es, según se mire, una variante laica de la predestinación religiosa. Los populistas lo saben.

El hombre rubio ha manejado los resortes gástricos del populismo. Ahora bien, ¿todos los votantes del hombre rubio son populistas? ¿Los desesperados por el desempleo masivo, los afectados por las deslocalizaciones –de mono azul y bata blanca—son populistas? Que hayan estado profundamente desacertados no quiere decir que lo sean. Son las víctimas de una situación dramática, cuya salida se propone de modo milagrero, mediante tocomochos caballunos. Por cierto, siempre me ha maravillado que millones de personas no tuvieran en cuenta los ejemplos de estafas de gran o pequeño voltaje, las pirámides financieras, los tocomochos y otras variantes de los engaños de masas. Incluso cuando ocurrían en periodos de tiempo relativamente cortos. De ahí que la pregunta --¿todos los votantes del hombre Rubio son populistas?--  necesita una explicación razonada, porque lo que venimos leyendo, incluso en comentaristas de cierta prosapia, da la impresión que la respuesta es afirmativa.

2.--- No son  pocos los medios de difusión que han adelantado ya que habrá un aislamiento de los Estados Unidos y una desestabilización de los mercados tras la victoria del hombre rubio. Me perdonarán si un servidor ve las cosas de otra manera. Puede haber algún que otro chispazo, pero la sangre no llegará ni la Mississipi ni al Guadalquivir. Esta idea me viene consolidada tras el inteligente análisis de Manel Pérez en La Vanguardia (1).

Dos son los elementos que, a mi juicio, habría que estudiar detenidamente de lo dicho por Pérez. De un lado, el hombre rubio defiende al big bussines y quiere recuperar la fuerza en el mundo de la América corporativa. De otro lado, el jefe financiero de la campaña de Trump, Steve Mauchin,  es un banquero, que durante 17 años, fue uno de los más altos ejecutivos de Goldman Sachs. Algunos medios influyentes, empezando por el Financial Times –la Biblia del parné--  afirman que suena como Secretario del Tesoro. Así las cosas, las turbulencias, si las hubiese, serán controladas, y –si se quiere--  las mínimas para de demostrar  quién tiene la sartén por el mando. Ayer, sin ir más lejos, la Bolsa de Nueva York celebraba la victoria del hombre rubio.

3.---  ¿Qué repercusiones tendrá en Celtiberia y sus alrededores la victoria del hombre rubio? Lo iremos viendo. Ahora bien, las izquierdas celtibéricas y europeas deberían abrir los ojos, quitarse las legañas nacionalistas, centrales y periféricas, y salir del solipsismo de campanario. O sea, dejar de mirarse su ombligo que cada vez es más diminuto.

  

miércoles, 9 de noviembre de 2016

Eduardo Madina y Catón el Viejo




No pasaron ni cinco segundos de la publicación del CIS del sondeo que ayer comentábamos cuando Eduardo Madina se pone la coraza, agarra la lanza y, a golpe de twitter, arremete contra Pedro Sánchez. No importa. La eterna promesa, siempre archivada, del socialismo español no parece sobresaltado por el nuevo descalabro demoscópico de su partido. Sánchez, el nuevo holandés errante, es el objetivo a derrumbar. Más o menos como aquel furibundo Catón el Viejo que siempre finalizaba sus discursos con el famoso «Cartago debe ser destruida».


Soy del parecer que Madina se está equivocando. No sólo porque insiste en no superar –ni ayudar a superar— la profunda laceración interna del socialismo español. En no proponer una salida que reunifique su partido. Se está equivocando en querer ser un ariete de la liquidación del holandés errante. En no darse cuenta que, de esa manera, nunca tendrá el suficiente consenso en el partido para aspirar a liderarlo. La experiencia indica que, a la hora de la verdad, los congresos y, más todavía, las primarias se inclinan por aquellas personas más templadas. Ya que el quinto sentido expresa que para salir de la bronca hay que poner en la sala de mandos a los menos bronquistas. Aunque, bien mirado, esa regla puede tener sus excepciones y tal vez Madina confíe en una de ellas.    

martes, 8 de noviembre de 2016

El CIS: conclusiones de su reciente encuesta




Como si no tuviéramos suficiente con las encuestas que nos vienen de Norteamérica, el CIS no quiere quedarse atrás y nos presenta la suya propia. Ya que todos ustedes están al tanto de la misma, paso a comentar y sacar las aproximadas conclusiones de la cartografía o barómetro del mes de Octubre.

El Partido Popular no sólo se afianza como primera fuerza política sino que incrementa su adhesión electoral. Podemos se pone encima de los socialistas. Estos siguen en Luna menguante. Ciudadanos –ni fu ni fa--  sigue perdiendo apoyo. ERC vuelve a consolidarse por encima de la vieja Convergència, hoy llamada PDECat. Esta es la cartografía de brocha gorda.

¿Qué conclusiones –aproximadas, hemos dicho--  estamos en condiciones de proponer?

Primero.--  Que la ciudadanía, ahora,  penaliza más la incoherencia y la bronca interna que la corrupción.

Segundo.— Podemos, en efecto, ha dado un coyuntural sorpasso al PSOE. Pero sólo incrementa su porcentaje en unas escuálidas siete decimas, lo que todavía no es suficiente para hablar de tendencias consolidadas. Cuestión diferente es si Pablo Iglesias El Joven venderá o no la gallina como si fuera un pavo real.

Tercero.--  El PSOE está pagando el pato de los meandros de su línea política en torno a la investidura y de la torpeza antes, durante y después de Ok Ferraz. Podría ser que un amplio sector de votantes del viejo partido viera con estupefacción el comportamiento, rayano en lo grupuscular, de las altas instancias dirigentes.

Cuarto.--  Ciudadanos –el partido ni fu ni fa— sigue perdiendo gas. Parece ser que la innegable expectativa que provocó en diciembre del año pasado ha entrado en una fase de estancamiento. Una explicación posible es que sus mesnaderos han entrado en una fase de agotamiento. Y sus aparentes picardías de niños bitongos no son suficientes para conseguir una identidad medianamente definida. Dicho con educación: están al borde de convertirse en un partido de chichinabo.

Quinto.--  De esta encuesta es remarcable el resultado de una organización y del líder que la encabeza. Concretamente, En Comú y Xavier Domènech. En Comú, una confluencia de Podemos, aparece como la formación catalana más votada, y Xavier Domènech surge como el político más valorado de la escena española.

Que un político catalán figure en ese pedestal es una novedad.  Y más novedad lo es, todavía, que sea un político de izquierdas quien ocupe dicho lugar. No recuerdo una situación así durante los años de democracia en España.


Y yo me digo: ¿qué tiene este Domènech que ha provocado esa anomalía? Apunto los siguientes elementos: un carácter ponderado en medio de esta zahúrda de la política española, vale decir, un punto de vista templado muy lejos de las verbosidades al uso; una pedagogía digna del mejor encomio, sin la menor pontificación libresca. Fondo y forma. Del que deberían aprender sus asociados. O quizá haya otro elemento: Domènech es profesor de Historia y, posiblemente, ha sacado conclusiones de aquellos momentos en los determinados políticos tenían más aire en el pecho que neuronas en el cerebro. 

lunes, 7 de noviembre de 2016

Momentos innovadores de CC.OO.




Hay una desmemoria intencionada que intenta ocultar los antecedentes de lo que en un momento concreto se intenta poner en marcha. Los organizadores de esta desmemoria intencionada se presentan como los innovadores de ciertos usos políticos, esperando que tal vez nadie les llamará la atención. Pongamos que hablo de ese instrumento de las primarias. Poco importa ahora dilucidar qué partido fue el primero en usarlas. Lo que vale la pena es saber el origen en nuestro país de esta experiencia. Así pues, reto a desmentir lo que viene a continuación.

En las primeras elecciones sindicales, ya en democracia  (1978),  al menos en Cataluña –ahora no recuerdo si también en otros lugares--  se impuso una costumbre para seleccionar los nombres y el orden en la lista de la candidatura de Comisiones Obreras. Los candidatos se apuntaban, la asamblea (de afiliados y no afiliados) discutía y votaba nombre por nombre con el lugar que debía ocupar en la lista. Esta costumbre se impuso y se generalizó en la gran y mediana empresa. Cierto, no tenía rango estatutario, pero acabó arraigándose. Vale la pena decir que no había necesidad alguna de campañas electorales: la persona era suficientemente conocida por su trayectoria en el centro de trabajo. Esa era la mejor garantía. De tan razonable costumbre salieron los dirigentes del sindicato. Y en tan participativa técnica se forjó una democracia sindical próxima, cercana; vecina, he llamado en otras ocasiones.

Que dirigentes de unos u otros partidos se ufanen de ser los primeros en el uso de las primarias cabe dentro de su interesada auto referencia, pero que los politólogos y analistas digan llamarse Andana es algo alarmante. Les recomendamos más investigación y, sobre todo, los acreditados rabillos de pasas que, se decía antiguamente, que era un remedio eficazmente casero contra la falta de memoria.


domingo, 6 de noviembre de 2016

El eructo de la CEOE




Pregunto educadamente: ¿qué tienen en la cabeza Joan Rosell y Abdulah Bin Faisal Al Saúd para afirmar enéguménicamente lo que han afirmado? Sabemos que el primero es el presidente de la patronal española; les digo a ustedes que el segundo es el embajador de Arabia Saudita en los Estados Unidos?

Rosell ha dicho que el acceso de las mujeres al trabajo es un problema para conseguir el pleno empleo (1); el saudita va por otros derroteros: «Bombardear Yemen es necesario, como pegar a mi esposa» (2). Comoquiera que ambas personalidades consideran que sus palabras son teología fina ni siquiera se toman la molestia de argumentarlas. Por mi parte, sostengo que estas palabras tan desgraciadas son compartidas por miles de hidalgos de bragueta en el mundo entero; y, al igual que ellos, tampoco me tomo la molestia de demostrarlo. Y más todavía, al menos en lo relativo a lo que han dicho, me inclino por la prudente idea de que ambos conceptos –y por ello, ambos personajes—forman parte de la misma familia zoológica, aunque no sé en qué grado de parentesco.  Porque las declaraciones de Rosell y el saudita tienen un vínculo que sitúa a «la mujer» al margen de la ciudadanía.

Ahora bien, sabemos que Rosell acostumbra a no dar puntada sin hilo. Por lo que mucho nos tememos que sus declaraciones se orientan posiblemente a algún objetivo en políticas de empleo. Cuando la CEOE eructa no es por casualidad.   
           
                        1) http://www.bez.es/302878675/Juan-Rosell-CEOE-cree-que-la-mujer-es-un-problema-para-lograr-el-pleno-empleo.html 

           2) http://www.publico.es/internacional/bombardear-yemen-necesario-pegar-mi.html

sábado, 5 de noviembre de 2016

Una brevería sobre el Secretario general del sindicato




Los congresos de Comisiones Obreras están, como quien dice, a la vuelta de la esquina. Los documentos de algunas organizaciones están ya a disposición de sus afiliados y –me dicen--  todo augura que hay un fuerte empeño en que el debate y la participación tendrán una considerable amplitud.

En lo atinente al congreso catalán nos encontramos con una novedad digna de señalarse: se ha abierto el tiempo de la presentación de las candidaturas a dirigir el sindicato, concretamente la secretaría general. De momento, por lo que sabemos  estamos ante un candidato, Javier Pacheco. Su extensa biografía le avala suficientemente: dirigente sindical de Nissan, miembro de la Federación de Industria y, posteriormente hasta nuestros días, secretario general de la misma.

Primera consideración: los tiempos que corren no son fáciles para el sindicalismo, son duros y ásperos para los sindicalistas. Quienes se atreven a meterse en esa harina candeal son gente con coraje; antiguamente se diría que con redaños. Y, en paz con Thomas Mann, diremos que, por lo general, son «personas de gran formato». 

Segunda consideración: quienes opten por estar al frente de Comisiones Obreras, que es el caso que ahora nos ocupa, saben que tienen una gran responsabilidad –y más en estos tiempos— sobre sus espaldas. Este es el caso, por ejemplo, de Pacheco y de quienes opten por competirle en buena lid en la elección del cargo.

La novedad, decíamos, es que la presentación de esta candidatura se hace con el tiempo suficiente para que el grupo de electores tenga detallada información de quién es el candidato. Y, si por las razones que sean es el único, se llega al congreso –al menos en esa responsabilidad--  con una tarea razonablemente despejada. Y, por así decirlo, desdramatizada.

Ciertamente se pueden hacer las cosas a la manera tradicional. Esto es, esperar al último minuto. Pero yo entiendo que ese método es poco transparente, ya que sitúa a la afiliación como simple espectadora. De ahí que, con amable descaro, pregunte si Toxo va a seguir en silencio o qué, vale decir, si va a mantener el método tradicional o a provocar una chispa de innovación en este caso. Porque no es irrelevante saber si va a presentar su candidatura y cuándo para la secretaría general del sindicato.


miércoles, 2 de noviembre de 2016

La utilidad del sindicalismo


«Sin el sindicato se vive mal». No lo dice un sindicalista sino cuatro economistas de los Estados Unidos, el país más hostil al sindicalismo. Lo han publicado en un estudio del autorizado (clica) National Bureau of Economic Research.  Se trata de los profesores Richard Freeman, Eunice Han, David Madland y Brendan Duke. La tesis central de esta investigación es: el sindicato no sólo es útil sino necesario. Lo es –afirman--  para poner en marcha la movilidad social, frenar la tendencia de la sociedad americana al continuo crecimiento de la tasa de desigualdad.

Hará bien el lector en estudiar este trabajo académico. Para sorpresa de propios y extraños –nos dicen estos científicos sociales— los efectos de la sindicalización no se refieren solamente a los afiliados. Hay una correlación geográfica entre alta sindicalización y el bienestar de la población local en general.  O, lo que es lo mismo, las conquistas sindicales tienen una serie de efectos colaterales que afectan a toda la sociedad. 

Por lo general las afirmaciones que hacemos los sindicalistas suelen tener una excesiva carga retórica, que convence sólo a los convencidos. ¿No sería conveniente hacer una investigación del tipo que hemos señalado donde se demuestra con datos aquello que afirmamos? En todo caso, me permito las siguientes sugerencias: alguien debería traducirlo al castellano, otro alguien debería ponerlo como asignatura obligatoria de estudio y, definitivamente, publicado para conocimiento general. La conclusión es: toda afirmación debe ser demostrada. Eso de que «la fe mueve montañas» sirve sólo para grupúsculos y sus caballerizos.


martes, 1 de noviembre de 2016

Pedro y Pablo, la resaca de la entrevista de Évole




Me imagino a Pablo Iglesias El Joven arrellanado en el sillón viendo la entrevista de Jordi Évole a Pedro Sánchez poniendo los ojos como acentos circunflejos. Lo que no sabemos es a qué conclusiones ha llegado el jefe putativo de la oposición. Permítanme una aclaración al lector desinformado o que lee en diagonal. No estoy tildando a Iglesias de “puta”, ni nada que haga referencia a ello. Putativo es eso: lo que es, no lo que parece ser. Conviene dejar las cosas claras porque en cierta ocasión tuve un rifirrafe con una sindicalista que, en plena reunión, me achacó haber insultado groseramente a su organización. Me quedé de cartón piedra pues no tenía noticia de haberlo hecho. Es más, mis compañeros se extrañaron y propuse buscar dónde estaba escrita la grosería. Al final se descubrió el pastel: estaba escrito, bajo mi firma, que «conspicuos dirigentes de …». «Ahí, ahí está el insulto» dijo la compañera.  Tuve que aclarar, diccionario en mano, que «conspicuo» nada tenía que ver con concupiscencia. La cosa quedó clara y ella, tras pedir excusas, me dio gentilmente un beso. Así pues, que nadie me eche en cara que he llamado putón verbenero a Pablo Iglesias, el Joven. Se cierra la aclaración.

Decíamos que Iglesias debe haber llegado a algunas conclusiones sobre lo dicho por Pedro Sánchez. El primer dirigente de Podemos debe ser muy ponderado. Por ejemplo, no debe exagerar algunas de las respuestas de Sánchez para su propia conveniencia, ni propalar urbi et orbe el manido «Bienvenido al club, Pedro», porque eso no es exactamente así, aunque los gestiorianos ya se preparan a que arda metafóricamente  el coche de Sánchez por los caminos y las cañadas de España. Así pues, Iglesias debe embridar su, a veces, temeraria lengua.

Lo cierto es que Sánchez ha dicho cosas que estaban vedadas en la lexicografía socialista, que no le perdonarán los virtuosos de la mezquindad, dentro y fuera de su partido: 1) que se equivocó al llamar populistas a Podemos, 2) que determinadas grandes compañías impidieron que formara gobierno con Podemos, y 3) que Cataluña es una nación. Demasiado para el esófago de los gestorianos, pero que habrá atribulado posiblemente a ciertos sectores de la afiliación socialista, que creen en él. En resumidas cuentas, Sánchez ha puesto patas arriba también el esqueleto del socialismo español. Sin medias tintas y de golpe y porrazo. Digámoslo claro, de sopetón ha roto los tópicos más publicitados por el PSOE de los últimos tiempos. El tiempo dirá, en todo caso, si Sánchez se ha precipitado tácticamente o no. Sánchez no es Corbyn, por ejemplo. Ni tiene el apoyo explícito de las bases que el amigo inglés. Ni su itinerario político.

En todo caso, Iglesias –insistimos en ello--  deberá sopesar si le interesa más una hipotética (aunque complicada) recuperación del PSOE de la mano de Sánchez o el despeñamiento definitivo (también improbable) de dicho partido con el gobernalle de los gestorianos. Si es lo primero deberá acumular más más sensatez política, porque –entre otras cosas--  habrá gentes en Podemos que habrán tomado nota de las declaraciones de Sánchez y tienen la lengua en mejor lugar que Iglesias.


Por lo demás, de lo que no hay duda es que a Ok Ferraz le ha salido un forúnculo en el cielo de la boca y ese es un lugar delicado. Es el forúnculo de Antipo, que  «como algunos de sus amigos se lamentaban amargamente enunció los más diversos razonamientos con la intención de aliviarles su dolor, y así se expresaba a modo de prólogo: Yo me he presentado ante vosotros no para unirme a vuestro dolor sino para ponerle fin».  Nos lo cuenta nuestro viejo amigo Claudio Eliano (170 – 235) en su libro Historias curiosas.