jueves, 13 de octubre de 2016

¿El PSOE en Cataluña?



 En el PSOE post OK Ferraz hay ganas de enredar. Todo indica que la estrategia de la Gestora y sus alabarderos no pasa por la atenuación del conflicto sino por mantener la llama sagrada de la bronca. Es como si reclamasen su particular derecho a la caco eutanasia. Y puestos en tan estúpida estrategia no parece importarles que la familia socialista pase de la desavenencia a la fragmentación definitiva. Cosa que decimos por lo que pueda pasar en Cataluña, que nos sume en la preocupación incluso a quienes no pertenecemos al PSC.  

La vieja, aunque no fenecida, sentencia de que «nadie se mueva si quiere salir en la foto» vuelve a tomar carrerilla. Sabemos de buena tinta que el socialismo meridional debate si exportar la sigla madre a Cataluña mañana o pasado mañana. Que no van de chiquitas lo demuestra el hecho de que unas decenas de personas, dirigidas por el versátil Julio Villacorta, se reunieron el otro día en Barcelona preparando el terreno para recuperar la vieja Federación socialista catalana del PSOE. Lo que, hablando en plata, significaría que aparece en el escenario político un nuevo partido en Cataluña en abierta disputa con el PSC. Primeras observaciones: pocos éramos en casa y parió la abuela; la división en dos cachos de los socialistas catalanes que vagamente recuerda la división de los comunistas catalanes a principio de los ochenta del siglo pasado.

El grupo dirigente del socialismo meridional parece contagiado por la vieja máxima: «destruye lo que no controles». De esa manera indican que no están interesados en una paciente síntesis sino en hacer tierra quemada del socialismo catalán.  No creo ociosa la pregunta siguiente: ¿han calibrado ustedes las consecuencias de esa operación? ¿han pensado en las repercusiones que ello tendría en el socialismo meridional? Por ejemplo, si se mantiene el golpe de mano andaluz ¿podría Susana Díaz aspirar a liderar el PSOE?

Hay indudablemente gente en Cataluña que está interesada en el rompimiento del socialismo catalán, incluido un sector del PSC. Naturalmente Miquel Iceta y la Parlón necesitan algo más que mano izquierda para impedir que se consume la operación. Y seguramente les valdrá aquel consejo que daba Antonio Gutiérrez Díaz, El Guti, «hacer política con principios, no de principios». Cierto, ello no basta si no hay, por lo menos, una arroba de inteligencia. Y, si me apuran, de lo que en apariencia es un oxímoron: de firme flexibilidad. 


Nadie con cuatro dedos de frente debería dudar del desastre que significaría para la izquierda –no solo catalana--  que el PSC acabara demediado. Pero le corresponde a ese partido hacer política, incluso teniendo en cuenta cómo están las cosas en el PSOE. Y mirar en lontananza. Por supuesto, también al presidente de la Gestora, el melancólico Javier Fernández, le es exigible templanza y no dejarse llevar por la polución que viene del socialismo meridional.


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