miércoles, 10 de agosto de 2016

Ciudadanos y el gallo de Morón




No es arriesgado establecer esta hipótesis: Albert Rivera ha dado un golpe de timón –pasar de la «abstención técnica» al sí en la investidura--  nada más conocer las últimas encuestas del CIS que daban a Ciudadanos un nuevo bajón. Un nuevo y espectacular meandro que nadie había descartado, que será disfrazado con todas las chucherías del espíritu para no inquietar a las almas de cántaro del imberbe electorado del partido naranja: la gobernabilidad y otras letanías como los intereses generales de España.

Habrá quien diga que Rivera se ha doblegado ante los poderes fácticos del parné. No debe descartarse. Pero entiendo que el motivo es la hemorragia que preveía la mencionada encuesta si se repetían las elecciones. Y tras ello la pérdida de autoridad del mismo Rivera dentro de su partido y, posiblemente, el peligro de que su cabeza estuviera en precario. Así pues, de esta hipótesis plausible sacamos esta conclusión: no es tanto un balón de oxígeno al Partido Apostólico sino una interesada operación de autodefensa de Ciudadanos. En realidad, es la compra por parte de Rivera de su propio balón de oxígeno.

Ya veremos en qué quedan las «seis condiciones» que plantea Ciudadanos, porque es mucha la zahorra que le pide a Mariano Rajoy. Pero, a fin de cuentas, siempre hay tiempo para echarle agua al vino. Y quien dice seis puede hablar de cinco y, con la ley de la monotonía matemática, puede llegar hasta una. En todo caso, el uno y el otro están atrapados en su laberinto: Rajoy que necesita desesperadamente los votos de Rivera y éste que no quiere perder más plumas que el gallo de Morón. En suma, están en un desequilibrio de debilidades.


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