martes, 31 de mayo de 2016

Goethe aconseja al PSOE




Pedro Sánchez le ha echado arrestos a la cosa catalana. Ha planteado un pacto político bilateral con Cataluña que reconozca su singularidad y mejore su autogobierno, que sería incluido en la futura Constitución española. Digamos que esa propuesta no figura en el manifiesto electoral del PSOE, recientemente aprobado por el Consejo federal del partido. Ahora bien, ¿cuánta  esperanza de vida tiene dicha propuesta? No parece que los poderes fácticos del partido se encuentren cómodos con ella. De hecho la poderosa federación andaluza ya ha sacado los colmillos avisando de su antipatía. Y, con toda seguridad, en los cenáculos y sinedrios del PSOE será la comidilla para ponerle la proa a Pedro Sánchez. Y alguien habrá que, desde las mismas filas socialistas, le preguntará a Sánchez aquello tan castizo como «de lo mío, qué». Así es que ya veremos hasta qué punto el candidato la mantiene durante la campaña. La palabra dada y la necesidad de demostrar que no es un pronto obligan al candidato a mantenella. Aunque, sabemos desde Francesco Maria Piave que la retórica tiene artificios para demostrar que lo dicho y lo redicho son tan versátiles como la pluma al viento. E di pensier.   

Ahora bien, algo parece claro: con esta iniciativa Sánchez se distancia de Ciudadanos que, toda referencia a Cataluña en la orientación que se plantea, es considerada como la bicha. Lo que no le va tan mal al candidato socialista en la campaña, aunque le complica las cosas para una hipotética investidura posteriormente. Y, ni qué decir tiene, parece indicar que no piensa coincidir con el Partido apostólico antes del parto, en el parto y después del parto. Sin embargo, objetivamente la propuesta no sería mal vista por Podemos y sus amigos, conocidos y saludados. Pero a todos estos, Sánchez está dedicando una serie de contundentes cogotazos, vengan o no a cuento.

Hay, no obstante, quien se empeña –tal vez con escaso fundamento--  en mostrarme lo siguiente: lo que intenta Sánchez con esta iniciativa es parar la parábola descendente del PSOE o, en el mejor de los casos, provocar un leve repunte que, aunque fuera insuficiente, indicaría que se ha frenado el viaje de Orfeo al infierno. Sea como fuere, les respondo a estos arbitristas de taberna, citando al Fausto de la potente versión castellana del maestro  José María Valverde: «Lo que se necesita, no se sabe; lo que se sabe, no se puede usar».





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