viernes, 4 de diciembre de 2015

Poder tóxico y medios prostituidos



Quien quiera estar debidamente informado de la situación de lo que genéricamente podríamos denominar «el Estado de los medios» debe leer con atención el libro Mañana será tarde, de José Antonio Zarzalejos  (Planeta, 2015). Concretamente el capítulo dedicado a ellos, el último ensayo del volumen, que tiene un titulo sugerente: Poder tóxico y medios prostituidos.  Por supuesto, tampoco se pierda el resto de los trabajos que aparecen en dicho libro.

Zarzalejos hace una rigurosa anatomía del estado de la cuestión. A saber, la profunda reestructuración e innovación de los medios: gráficos de viejo estilo y digitales, televisivos y radiofónicos, youtuber y demás berzas. Añado de mi propia cosecha que ese proceso de reestructuración e innovación ya no es algo que se produce de higos a brevas sino permanentemente, a diario. De cómo las versiones on-line de los grandes diarios han canibalizado los medios. Más todavía, de reagrupaciones y fragmentaciones de holdings y empresas. Del vínculo de todo ello con las empresas inmobiliarias y otras de peor reputación. Y de la relación de todo ello con los «poderes tóxicos» de la economía (nacional y extranjera) y de la política, convirtiendo en meras hortalizas los ceses directores consolidados –con independencia del juicio que tengamos de ellos--  como Pedro J. Ramírez, Javier Moreno y José Antich de El Mundo, El País y La Vanguardia respectivamente.

Zarzalejos disecciona la profesión, los tertulianos y la ética del oficio. Y por no dejarse nada en el tintero, habla también de los concursos televisivos y otras coles de Bruselas. Resumiendo, habla de todo, menos de los crucigramas. Una joya.

Les sugiero a mis amigos, conocidos y saludados que no se pierdan la lectura-estudio de este libro. A los sindicalistas les será útil para sus cosas; a los nuevos periodistas para que sepan dónde se han metido. De los políticos instalados poco puedo decir: de sobra saben qué se traen entre manos en esa pocilga.  Que ya no es el Parlamento de papel como se decía antaño. De la opinión aproximadamente razonada se ha pasado a la publicidad, agitación y propaganda. 

Hace años reflexionaba sobre el particular:  «… Todo ello pone en tela de juicio la calaña de los poderes mediáticos. De ahí que me pregunte, ¿no ha llegado el momento de establecer una serie de garantías concretas para que el lector (y lectora, por supuesto) reciban una información ponderada y, al menos, aproximadamente fiable? Nuestro amigo Enzo Marzo  plantea, en ese sentido, la aprobación de un Estatuto de los lectores en su doble vertiente de ciudadanos y consumidores en su libro Le voci dei padroni» en: http://alametiendo.blogspot.com.es/2012/02/el-estatuto-de-los-lectores-y-las.html

Permítanme un desahogo personal: leyendo el libro de Zarzalejos me acordé de mi padre. Cada mañana me decía antes de leer el Ideal (Granada): «Vamos a ver qué mentiras traen los papeles». Y yo, entrometidamente, le decía: «No se llaman papeles, se dice periódico». Su respuesta no la pongo porque no hay que darle cuatro cuartos al pregonero.




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