domingo, 26 de julio de 2015

¿Qué tiene que ver el 16 por ciento con estas calores africanas? Unas preguntas a Podemos.



Dos elementos sorprenden en la consulta que ha hecho Podemos para elegir a su cabeza de cartel de las elecciones generales: uno, el porcentaje de participación no ha llegado al 16 por ciento; dos, el tipo de explicación oficial que se ha dado de tan escuálida cifra. Digamos que, en el caso de que se hubiera tratado de otra organización, el tipo de explicación que alguien hubiera dado sería más incisiva.

El 15 y pico por ciento –máxime si se tiene en cuenta la comodidad del proceso a través de las redes sociales--  no es que sea insuficiente, sino que a todas luces es políticamente inválido y, por tanto, proporciona una legitimidad muy discutible. No niego autoridad alguna a Pablo Iglesias el Joven; simplemente, a tenor de unas cifras que cantan lo suyo, la representatividad formal que proporciona este proceso no es para tirar cohetes. El tipo de explicación que oficialmente ha dado Echenique ha sido de una comodidad sorprendente: «Estamos en una época de verano, y ya se sabe…».

Inquieto como estoy por tan chocante aclaración, pregunto descarado: «¿Qué se sabe del verano y de su relación con ese casi 16 por ciento?». De este verano sabemos algunas cosas: que tenemos unas calores africanas y que, entre otras cosas, parece ser que Georgie Dann no ha encendido su barbacoa, ni ha abierto su chiringuito playero. Pero esencialmente sabemos que también en este verano siguen funcionando los chirimbolos tecnológicos, incluidos sus mecanismos para participar en las votaciones que se convoquen. Yo, por ejemplo –si fuera de Podemos— hubiera votado cuando la tarde languidece y renace la sombra. Es decir, por la (relativa) fresca de esas horas de cierta  indulgencia climática. 

Inquietante el porcentaje de participación, muy por debajo de las de tipo presencial que han puesto en marcha otras organizaciones; inquietante el carácter de la explicación oficial que se ha dado. Digamos, pues, que el deseo de palingenesia de Podemos ha conocido una (coyuntural) interferencia. Parece normal que a un servidor se le escapen, pero no a los grupos dirigentes de esta nueva formación que repite, hasta la extenuación, que «va por todas».

El problema que aparece cuando se da una explicación oficial, sabiendo que se está comunicando un «era de noche y, sin embargo, llovía» es que acaba metabolizándose y deja de ser un anacoluto para convertirse en argumento. De donde resulta que la vieja política y sus estilemas contagian al más pintado. Nadie es perfecto, nos recordó un allegado a Willy Bilder, pero podemos decir que algunos nuevos cachorros consiguen una parecida imperfección a la que tienen los leones que ya están para el arrastre. Sólo en algunos momentos, que conste.

En suma, Podemos nos debe una explicación: a sus parciales y, también, a nosotros que sólo somos gente curiosa.



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