viernes, 30 de enero de 2015

El valor del Congreso Sindical Constituyente; el mérito de un proceso

Por JLLB


Debate sindical*


Tal vez la propuesta más rompedora en el actual debate sindical sea la que ha formulado Isidor Boix: abrir la senda de un «Congreso sindical constituyente» en España. Para mayor abundamiento: http://lopezbulla.blogspot.com.es/2015/01/texto-integro-hacia-un-congreso.html

Voces amigas me preguntan si se trata de un remedo o imitación de la antigua propuesta que formulara CC.OO. durante un largo proceso que culmina en la legalización del sindicalismo español en 1977. Naturalmente es el propio Isidor quien está más autorizado para dar cumplida respuesta, ya que –en esta ocasión— es, por así decirlo, el padre de la criatura. Pero, estando a la espera de dicha respuesta, no quiero dejar escapar la ocasión de echar un cuarto a espadas sobre el particular.

Trataré de explicar qué diferencia hay entre esta propuesta y la de mediados de los años setenta; por qué vale la pena implicarse en ella; qué aportaría al movimiento de los trabajadores y a la sociedad española; y, finalmente, dónde y por qué pueden estar ciertas auspicias y, peor aún, determinadas enemistades.


Primer tranco.--  Vale la pena porque ya tenemos una experiencia acumulada en el terreno unitario sindical y también por lo chocante que resulta estar en el mismo hogar de la CES y del Sindicato mundial y aquí vivir en habitaciones separadas.  Digo que ahora tenemos una considerable experiencia acumulada en el terreno unitario, pero en aquellos viejos tiempos sólo contábamos con intuiciones y con el deseo de no reproducir las históricas reyertas sindicales. La idea fracasó. Es más, los primeros andares del sindicalismo en democracia fueron una disputa –a veces descarnadamente feroz— que auguraba lo peor. Sin embargo, las corrientes unitarias en el seno de CC.OO. y UGT ganaron la batalla y, aunque fatigosamente, se abrió paso a una consistente y prolongada unidad de acción.

Esa unidad de acción, incluso con sus meandros, se fue consolidando hasta la presente. Podemos decir, que salvo poquísimas excepciones nadie la impugna seriamente. Pues bien, esta experiencia acumulada ya no está concebida para evitar las viejas querellas históricas sino para afrontar los enormes desafíos de hogaño y de los tiempos venideros. Si, por lo demás, el sindicalismo debe ser un sujeto global –y no de campanario--  el sindicalismo no debería estar dividido localmente si está unido a nivel global. Es decir, el sintagma «global» y «local» exigiría, en plena concordancia, una organización unitaria. 


Segundo tranco.—  Por las anteriores razones, decimos que vale la pena constituir, a través de un proceso abierto y participativo  la central sindical unitaria española. Que, a mi juicio, debería ser la consecuencia de un patrocinio colectivo del conjunto del sindicalismo confederal, también por supuesto de los llamados sindicatos minoritarios.

¿Qué aportaría al movimiento de los trabajadores? La eficacia de un sujeto unitario, puesto al día, que ellos mismos también han creado participativamente desde los centros de trabajo.

¿Qué aportaría a la sociedad española? Si es un clamor amplísimo la exigencia de una regeneración democrática, no me cabe la menor duda que el proceso hacia el congreso –tal vez mediante experiencias piloto y aplicando el método de ensayo y error--  constituiría un importante acervo de propuestas de renovación del proyecto-trayecto del nuevo sindicalismo. Porque un proceso de regeneración política general no sería tal si las organizaciones sindicales siguen siendo como ahora. En ambos casos, no se trataría de un baldeo de la cubierta sino, expresamente, de un zafarrancho general de toda la nave.

Tercer tranco.— Este proyecto concita suspicacias y, tal vez, enemistades. En primer lugar, las que se derivan de los que se han familiarizado con la comodidad de lo conocido. De quienes se turban por las “interferencias” de las nuevas exigencias. Pero también de cosas tas reales como la vida misma. Me explico con dos anécdotas personales.

La primera: los jóvenes mataroneses de finales de mediados de los sesenta nos veíamos, en la Plaça de Santa Anna,  con los octogenarios de la gloriosa CNT, todos ellos amigos y compañeros de Joan Peiró i Belis, mejor dicho, sus alumnos. El viejo Jandru Vergés, trabajador de Can Gassol, nos decía que una de las resistencias que tuvo la propuesta de Peiró –transformar los sindicatos de oficio en federaciones de industria— fue  de carácter personal. Porque implicaba la desaparición de los grupos dirigentes de los sindicatos de camiseros, pantaloneros, del tinte … en aras a una estructura única federativa: centenares de dirigentes con mando en plaza se quedaban sin el bastón de mando. Jandro añadía: «Així és la vida, nois».

 

La segunda: a mediados de los ochenta cierto compañero del PSUC me dijo atribulado: «Me tienes que hacer un favor. Habla con Rafael Ribó para que, en el congreso del partido, no me saquen del comité central». Le pregunté qué más daba estar o no en tan distinguido organismo. Su respuesta fue directa y al grano: «Pues verás, salgo de casa siendo miembro del central y vuelvo sin serlo. ¿Qué diría mi mujer en ese caso?». Pongo por testigo a la que vive en la Carrera que no moví ni un dedo.

 

El lector verá qué relación tienen ambos sucedidos con la propuesta del congreso sindical constituyente.  Desde luego, a Jandru no le hubiera extrañado la desazón de mi amigo de los años ochenta. 

 

 

Cuarto tranco.--  No está descartado que –por unas u otras razones, por ejemplo, de intendencia-- se abra la posibilidad de fusionar Comisiones Obreras y Ugt. (Es claro que fusionar no es crear un proceso gradual que conduzca a un congreso constituyente).  Lo más seguro es que esa fusión se haría de prisa y corriendo, de manera administrativa. Los motivos que llevarían a tal operación, ya lo hemos dicho, serían meramente crematísticas. Ese proceso administrativista sería esencialmente un acuerdo de élites. Con lo que la participación, activa e inteligente, estaría de más. 

 

 

Quinto tranco.— Otras voces amigas, suficientemente experimentadas, me indican que «cualquier avance hacia la unidad se haga en caliente [ ….] como un banderín de enganche “suficiente”.»  Claro que sí. De ahí la insistencia que hemos puesto Isidor Boix y un servidor en que el proceso hacia el congreso sindical constituyente signifique una importante movilización de ideas y propuestas concretas en los centros de trabajo. Porque dicho congreso es, de por sí, un potente banderín de enganche para millones de asalariados.  

 

 

Noticia de última hora.— Nuestro amigo Bruno Ugolini nos hace llegar esta buena nova: el 9 de febrero próximo se celebrará en Roma un acto en torno a «la unidad sindical posible». Participarán reputados sindicalistas como Maurizio Landini, Giorgio Benvenuto, Raffaele Morese, Marco Bentivoglio y otros.  Una iniciativa de Koiné, una asociación fundada por antiguos dirigentes de la CSIL con posiciones unitarias.  Su web es  http://www.e-koine.com/

* Referencias anteriores de este debate


 

Isidor Boix / JLLB:  Hacia un Congreso Sindical Constituyente CONGRESO SINDICAL CONSTITUYENTE

Paco Rodríguez: SINDICATO, SOLIDARIDAD, VISIBILIDAD

Francisco J. Trillo:  Representando a los trabajadores: ¿qué trabajo, qué trabajadores?

Jaime Cerezo. ¿DÓNDE ESTÁ EL SINDICATO? RÉPLICA PARCIAL Y DESORDENADA

Antonio Baylos: NO VEMOS NI OIMOS A LOS SINDICATOS

Quim González:  No hay sindicato sin emoción de la militancia

Isidor Boix:  (2) DEBATE SINDICAL PARA SABER DÓNDE ESTAMOS, DE DÓNDE PARTIMOS

Javier Aristu:  El sindicato y el nuevo proyecto social

Paco Rodríguez: A VUELTAS CON LOS SINDICATOS

Ramón Alós: A PROPÓSITO DEL DESCONCIERTO DE LOS SINDICATOS

Soledad Gallego-Diaz: Ni se les ve ni se les oye

Paco Rodríguez:  HABLEMOS DE LA AFILIACIÓN SINDICAL

JLLB: SINDICATOS Y EL MONOPOLIO DE LA NEGOCIACIÓN

Magdalena Nogueira y otros: Sindicatos: De la concertación (social) al desconcierto (general)

Quim González: ¿TIENE CABIDA EL SINDICALISMO EN LA EMPRESA ABIERTA?

JLLB: LA PARÁBOLA DEL SINDICATO 


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