viernes, 11 de abril de 2014

CRISIS POLÍTICA EN LA JUNTA DE ANDALUCÍA




No es irrelevante el conflicto entre el PSOE e Izquierda Unida en Andalucía. Sin restarle importancia podemos decir, no obstante, que desde las cavernas mediáticas se está engrandeciendo y azuzando para que la coalición que gobierna Andalucía se vaya a pique. De momento los portavoces de ambos partidos están buscando la manera de superar este bache, y –no hace falta decir— lo hacen con tacto y mesura. Más todavía, haciendo oídos sordos a quienes, desde sus propias filas, o bien cuchichean o bien con la voz alta, incitan a la ruptura.

Desde la lejanía geográfica y la cercanía de sentimientos (y de intereses) –sobre todo, desde la desinhibición de la edad provecta--  pregunto: ¿a quién le interesa la ruptura? ¿a quién le conviene la ruptura?

¿Le conviene a los sectores que, con mayor o menor, diapasón se sienten representados por una u otra formación? ¿a los que, en una u otra medida, se ven tutelados por la unidad de acción de gobierno de ambas formaciones políticas? Y, en sentido contrario: ¿es pura retórica afirmar que, si se diera dicha ruptura, no se frotarían las manos la potente alianza de las derechas políticas y económicas de ambos lados de Despeñaperros? Es más, séame concedida la siguiente hipótesis: si hubiese ruptura (más allá de quien aparezca como visiblemente mayor responsable) el castigo para las dos formaciones de gobierno sería igualmente contundente.

Siempre ha habido dificultades en los gobiernos de coalición. La política no se hace con avemarías, incluso cuando el gobierno es monocolor. Aunque sí parece ser cierto que, en no pocas ocasiones, las avemarías se orientan contra la política cuando se trata de los gobiernos de las izquierdas coaligadas.

En efecto, los motivos que han llevado a esta crisis no son cosa baladí. Pero una crisis no necesariamente conlleva una ruptura, máxime cuando sus costes serían de enorme calado. Así es que quítense de la cabeza la idea de aquel zoquete que se inventó aquella concepción del «fiat iustitia et pereat mundus», que es lo mismo que decir hágase justicia y que el mundo se vaya al carajo.   

Radio Parapanda. EL PECADO A LOS TRECE AÑOS

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