sábado, 11 de enero de 2014

1) ¿CUÁNDO SE JODIÓ LA IZQUIERDA, ZAVALITA? Primera parte




Dos amigos míos, Fausto Bertinotti y Riccardo Terzi, han conversado epistolarmente «sobre la izquierda». El resultado ha sido la edición de un libro, que ha editado CRS – Ediesse recientemente: La discorde amicizia.  

En este intercambio epistolar hay un debate fuerte donde los desacuerdos prevalecen sobre los puntos de encuentro. En realidad, era lo que se esperaba. Eso sí, desde un sincero afecto y reconocimiento de la valía intelectual del interlocutor. También era lo que se esperaba. Hablaré con Paco Rodríguez de Lecea, también amigo de Fausto y Riccardo de tiempos antiguos, para ver si lo traducimos totalmente o aquellos pasajes (que no son pocos) de la mayor importancia. Uno de los aspectos de interés del carteo de nuestros amigos italianos es: cuándo empezó la crisis de la izquierda. Una izquierda que para Fausto ha sufrido un «mutamento genetico» y, por ello, es ya irreformable. 

Primero. Para Bertinotti el inicio de la crisis habría que situarlo en el bienio 68 – 69 del siglo pasado, bajo los efectos de Mayo del 68: la izquierda no es capaz, afirma Bertinotti, del carácter y el alcance de las luchas obreras y estudiantiles. Según Terzi «son las transformaciones ocurridas en la sociedad, en el modo de ser y pensar de las personas y en la organización material de sus vidas las que han determinado un desplazamiento de la izquierda; es toda una tradicional representación político-ideológica que no consigue captar los cambios, determinándose de esa forma una creciente separación entre la política y la vida real».    

Segundo. Ya sea por la amistad hacia ambos conversadores o bien por la importancia del tema que tratan –o tal vez por mi carácter entrometido--  el caso es que me siento concernido por la genérica invitación bertinottiana: «hay que seguir investigando». Y, más allá de lo que dicen los amigos italianos, propongo otra hipótesis de averiguación. Yendo por lo derecho: cuando la izquierda puso el empeño de la acción política en las «vías nacionales al socialismo». Que, en el caso italiano (este es el terreno que abordan Fausto y Riccardo) tiene su elaborador en aquel coloso que fue Palmiro Togliatti.

Las vías nacionales al socialismo recuerdan un tanto a Jano bifronte: de un lado, sirivieron para que la izquierda se enraizara mucho más en las sociedades de su tiempo; de otro lado, significaron en la práctica un alejamiento gradual del escenario mundial. Y ello sucedió mientras el capital iba adquiriendo mayor trasnacionalización, que hoy diríamos globalización. Esto es, se originó al principio una asimetría entre la acción política nacional de la izquierda y el capital, que con el paso del tiempo se fue ampliando significativamente. Cuando apareció el neoliberalismo con su potente carga global, la izquierda ya estaba recluida en el recinto estrecho del Estado nacional. Hasta tal punto que la acción política de cada vía nacional se convirtió en la práctica en una variable independiente de lo global.

En un momento dado, Palmiro Togliatti (21 de agosto de 1964) pareció intuir que algo no funcionaba. A pocas semanas de su muerte escribió lo que conocemos como el Testamento de Yalta. Sobre chispa más o menos Togliatti dejó escrito el enorme retraso de las fuerzas del movimiento obrero y sindical internacional con relación a las grandes trasformaciones  del capitalismo. Pero el anciano dirigente comunista, ya gravemente enfermo, no pasa de  no pasa de ahí (1).

Ahora bien, el «retraso» era –en la hipótesis que torpemente insinúo--  la consecuencia natural de unas vías nacionales que en la práctica quedaban confinadas en el Estado nacional. Los posteriores intentos del eurocomunismo tampoco significaron una corrección de esa variable independiente. Es más, las fuerzas de izquierda fueron paulatinamente recluyéndose cada vez más en los cuarteles nacionales. Para muestra un botón: cada proceso electoral para el Parlamento europeo era visto como una palanca para el ajuste de cuentas en el terreno nacional. Las referencias a Europa eran sólo de carácter retórico y, por tanto, un solecismo.

Más todavía, debe suponerse que existe una relación entre vía nacional --entendida como variable independiente de lo global--  y la falta de vista sobre las mutaciones del sistema capitalista. Por ejemplo, la izquierda italiana tuvo oportunidad de corregir su vista cansada cuando Bruno Trentin habló largo y tendido de las mutaciones que el (entonces llamado) neocapitalismo había puesto en marcha. Lo hizo en su ponencia Le dottrine neo-capitalistiche e l´ideologie delle forze dominanti nella politica economica italiana,  en las Jornadas del Istituto Gramsci (1962), que la Editorial Ediesse publicó en una antología bajo el título "Lavoro e libertà". Los viejos leones del comunismo italiano (Amendola y Alicata, entre los más representativos) arremetieron contra la ponencia del heterodoxo Trentin defendiendo que poco o nada había cambiado en el capitalismo.

En resumidas cuentas, ni siquiera hacen caso de lo que apunta Pietro Ingrao: «la forma misma del Estado nación, típica de toda una civilización burguesa, parecía ya insuficiente para afrontar las dimensiones en las que las grandes empresas multinacionales procedían a su reestructuración para recuperar espacios a su desarrollo y poder» [Vías democráticas al socialismo. Congreso organizado por la Fundación de Investigaciones Marxistas, Madrid Octubre de 1980, Editorial Ayuso].  

Sigamos, pues, averiguando. Porque no es irrelevante saber cuándo, con perdón, se jodió la izquierda. Zavalita todavía no ha dicho la suya.  

(1)   Palmiro Togliatti. Memorando sobre las cuestiones del movimiento obrero internacional y sobre su unidad. Yalta, agosto de 1964. Ediciones Era (1971). México DF

    
Continuará ... 

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