sábado, 4 de agosto de 2012

UN ESCARMIENTO A ESO DE LOS SERVICIOS MÍNIMOS




Vuelve a estar de actualidad el tema de los servicios mínimos. Las autoridades (es una forma de hablar) volvieron a imponer un exagerado porcentaje –no sólo abusivo sino, a todas luces, ilegal— de servicios mínimos en la huelga de ayer de los trabajadores de RENFE.

La praxis del sindicalismo en torno a este asunto (denuncia verbal y recurso a los tribunales) se está convirtiendo en un callejón sin salida. Por lo general, tanto en las huelgas sectoriales como en las de tipo general, los servicios mínimos que se recurren a los tribunales son sancionados por éstos como abusivos cuando han pasado, en el mejor de los casos, varios años. El objetivo de las autoridades (es una forma de hablar) ha cumplido sus objetivos: ha demediado el conflicto violando la legalidad y, tras la decisión judicial, sale de rositas. El sindicalismo se queda con la razón –repito, pasados algunos años--  y el conflicto queda paulatinamente erosionado. Así las cosas, a las autoridades (dispensen, es una forma de hablar) le sale rentable no sólo la ilegalidad sino la impunidad de sus prácticas contra la huelga.  

Digamos las cosas sin perifollo: o se preparara un escarmiento o llegará el momento de que los servicios mínimos rayen el 98 por ciento. El sindicalismo tiene la suficiente inteligencia para idear de qué manera se hace ese escarmiento.  

      

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