martes, 22 de mayo de 2012

PESPUNTES SOBRE LA CUESTIÓN SALARIAL




Esta conversación trata de las cosas que se plantean en  CAPÍTULO 7 (1).  Esto es DEL "SALARIO POLÍTICO"  A LA AUTONOMÍA DE "LO POLÍTICO". Paco Rodríguez de Lecea y un servidor  seguimos pegando la hebra. Como se recordará nuestros diálogos se relacionan con el libro de Bruno Trentin “La ciudad del trabajo, izquierda y crisis del fordismo”.  





Querido Paco, este capítulo séptimo lo voy a publicar en tres partes. Es bastante extenso, y ya sabes que está de moda que más de uno diga “pero qué largo”. Por otra parte, tiene una densidad que requiere una cierta atención por parte del público. En todo caso, vale mucho la pena que el lector curioso (y los necesitados de hacer ajustes de cuentas) lo estudien con parsimonia. 

Con tu permiso empezamos aclarando a nuestros amigos, conocidos y saludados qué entendieron los teóricos de la “auntonomía”  por autonomía de lo político. Me parece necesario porque nada tiene que ver, en estos casos, con lo que nosotros entendemos  por la autonomía e independencia del sindicalismo con relación a la política.  Utilizaré la referencia que hace el mismo Trentin, cuando este capítulo está bastante avanzado. Se trata de: 

Una nueva concepción del quehacer político que, de un lado, redefiniese los roles, en términos de una distinción radical –cuando no de contraposición--  del movimiento social de clase con su irreducible autonomía de la “política” y del sindicato; y de otro lado,  del partido político capaz de coger el testigo y llevar la demanda del cambio al “corazón del Estado.


El primer y principal teórico de este planteamiento es Mario Tronti, y no como algunos han dicho Toni Negre. La intención es clara: se trata de sacar a los trabajadores fuera de la órbita del sindicato y, principalmente, del Partido comunista italiano. Si no me equivoco es una construcción ideológica con el objetivo, indisimuladamente declarado, de debilitar al partido que ya entonces estaba dirigido por Enrico Berlinguer. Pero lo que son las cosas, amigo Paco. Resulta que no pasan muchos años y nos encontramos a Tronti en la política, en el partido y en las instituciones. O sea, como miembro del comité central y senador por el PCI. Sabes que no lo digo con retranca, sino con la pimienta de la malafoyá granaína.  

También conviene alertar a nuestros amigos, conocidos y saludados de que estas teorizaciones de Tronti no se refieren exactamente a los corporativismos que “de manera natural” aparecen en el seno de las clases trabajadoras. Aunque, eso sí, coinciden en el aspecto salarialista. He estado a punto de traducir salarialismo por peseterismo, una expresión menos rigurosa pero más clara para el público en general. El salarialismo de Tronti es una construcción teórica mientras que el peseterismo es algo tan real como aquello de que una “casa portuguesa es con certeza una casa portuguesa”, según dejó cantado doña Amalia Rodrígues.  

Ahora bien, hecha la diferencia entre el peseterismo que denuncia Trentin y lo que entendemos, en nuestra jerga sindical, como corporativismo, en este capítulo hay las suficientes pistas para entender las prácticas de esos sindicatos (o cosas sindicales) corporativistas. También cuando están, submergidas o afloradas plenamente, en la acción reivindicativa del sindicalismo confederal.

Por lo demás, es curioso cómo hasta qué punto esa izquierda super revolucionaria de Lotta Continua y Contrapiano (allí también estaba en sus años mozos Alberto Asor Rosa, que también posteriormente fue miembro del Comité central del Pci) consideraba el taylorismo y el fordismo como una bendición divina, a diferencia de Gramsci que lo entendió como algo pasajero hasta que el movimiento obrero pudiera crear un sistema propio. La referencia a Gramsci debe entenderse aquí como una invitación al sindicalismo confederal para que –incluso en esta fase de lucha contra la putativa reforma laboral— se espabile y, gradualmente, introduzca en sus plataformas reivindicativas elementos de “salida” de ese corsé tan asfixiante del taylorismo.

Y sin más, por hoy, te dejo. Agotado como estoy luchando contra el hipérbaton de Trentin y sus oraciones subordinadas, me voy a pasar cabe la mar salada de Pineda de Marx. Ponme a los pies de Carmen. JL            

Habla Paco Rodríguez de Lecea.

Querido José Luis,

La reflexión de Mario Tronti y la algo más tardía de Alberto Asor Rosa surgió a partir de las luchas del mayo francés y del otoño caliente italiano. Hay cierta confusión en el intento de ambos de conectar las dos experiencias, considerándolas surgidas de un ‘clima’ similar: un espontaneísmo de masas crítico con las organizaciones tradicionales de la clase obrera. Su análisis maneja muchos elementos que están de algún modo en el aire y que ya hemos comentado con alguna extensión en capítulos anteriores.

Las luchas del 68-69, vienen a decir, muestran la aparición de una ‘nueva’ clase obrera que ha sustituido al proletariado militante de épocas anteriores. Esta ‘nueva’ clase se ha formado en las condiciones de la fábrica fordista, en un trabajo parcelado, repetitivo, mecánico. Para la nueva clase obrera, el trabajo a que está sometida se identifica con el capital. No le alcanza ya el viejo orgullo del oficio, del saber hacer, de crear valor; no siente el menor interés por realizarse humanamente a través de ese trabajo. Pura y simplemente, abomina de él. Y valora, como única compensación por el tiempo embrutecedor que sacrifica a la fábrica, el salario que recibe: un salario ‘político’ porque se establece sin relación con el valor creado y en una esfera distinta de la puramente económica.

Cuando el sindicato reivindica mejores condiciones de trabajo, mayor reflexión y participación sobre el mismo, se convierte automáticamente en un agente del capital. La reivindicación salarial, la única que cuenta, se canaliza entonces al margen del sindicato, a través de luchas espontáneas, radicales en las formas y de carácter estrictamente económico.

Lo económico y lo político se sitúan así como dos mundos paralelos, con una lógica distinta, autónomos el uno del otro. Y la revolución que reclama el sujeto político es por fuerza una revolución ‘desde arriba’, una construcción que busca soluciones a las necesidades de las masas subalternas, pero distanciada de ellas: un despotismo ilustrado, más que una democracia.

Es fácil criticar esta teorización. Si Trentin se entretiene en desmenuzarla y mostrar punto por punto sus debilidades y sus inconsecuencias, es porque de una forma u otra se trata de ideas que han impregnado la práctica de una parte consistente de las izquierdas. No es un dato intrascendente el hecho de que tanto Tronti como Asor Rosa ingresaran en su momento al Pci y sigan bien ubicados en la constelación que ha sucedido al big bang de aquella formación.

En cualquier caso, el intento de esa mala práctica de las izquierdas tendente a separar los ámbitos de la economía y de la política y fijarse como objetivos la sanidad, la educación, la cobertura social de los necesitados, la mejora del medio ambiente, sin cuestionar lo que está ocurriendo en el interior de las empresas, ha sido a fin de cuentas un esfuerzo vano. La economía se ha tomado su revancha, y con la explosión de la crisis toda la política ha quedado sumergida por la economía. La realidad es tozuda, dijo Marx.

Querido Paco, entiendo que la insistente crítica de Trentin a esas posiciones es, también, porque –aprovecha que el Tíber pasa por Roma— y le permite dar algunos cogotazos al ala moderada del PCI: Amendola, sobre todo. Esta ala moderada que concebía la acción del sindicalismo sólo dentro de los confines de la cuestión salarial, aunque no efectivamente en los términos que proponen Tronti y Asor Rosa. Entre paréntesis: tengo en casa un libro bellísimo de Asor que narra sus recuerdos de cuando era niño chico en aquella Roma città aperta, la falta de alimentos, la penuria, las pintadas y el reparto de octavillas que hacía su padre, un ferroviario antifascista, el primer Primero de Mayo, casi en libertad. Hay edición castellana (yo la tengo). Te lo dejaré porque es un cuadro formidable. Se llama El alba de un mundo nuevo de  Ediciones Barataria.
Te saludo tras una noche de truenos, rayos y centellas en Pineda de Marx. JL    

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