domingo, 30 de enero de 2011

NOVEDADES EN EL PACTO DE PENSIONES



Jordi Ribó i Flos ha dicho atinadamente en facebook: “Votaré afirmativamente la propuesta de ir hacia el acuerdo, porque creo que es lo mejor, es el acuerdo posible”. Sépase que Ribó es uno de los sindicalistas más representativos del llamado sector crítico de Comisiones Obreras. Más todavía, nuestro hombre censura los ataques –ataques es cosa diferente de las críticas razonadas-- que, desde determinados grupos lumpen, lanzan contra los firmantes del acuerdo; son esas calificaciones de tal alto ringorrango histórico como “traición a la clase obrera y vendidos a la socialdemocracia”. Se rata de unos razonamientos que provienen de redudantes ingestas de cazalla lengionaria.


En fin, estos cirróticos --repito, los que insultan, no los que debaten ásperamente-- ya tienen otro enemigo: Jordi Ribó i Flos. Que, al decir de aquellos, se ha pasado con armas y bagages al revisionismo histórico, dejando atrás el orujo garrafón.


jueves, 27 de enero de 2011

EL PREACUERDO SOBRE PENSIONES


He leído el texto del preacuerdo sobre pensiones. Como no se trata de establecer una competición de adjetivos, diré simplemente: si yo hubiera estado en la mesa de negociaciones habría firmado el documento. Los motivos que me llevan a la defensa de la firma son diversos. Vayamos por partes.


En primer lugar por sus contenidos; valorarlos pormenorizadamente, como es natural, se encargarán los que han estado, dale que te pego, en la mesa de negociaciones. En segundo lugar porque el sindicalismo confederal ha roto la estrategia gubernamental, a saber, que las disposiciones sobre pensiones fueran única y exclusivamente obra del Ejecutivo. En tercer lugar, la quiebra del planteamiento de sólo (y solamente) la jubilación a los sesenta y siete años. Dicho lo cual, me permito hacer una segunda reflexión.


Está claro que una zona no irrelevante del Gobierno no sólo apostó contra la negociación sino que incluso casi a última hora intentó dinamitar el acuerdo, al tiempo que buscaba apoyos a tal fin en el grupo de los 100 economistas que publicaron un chipiritifláutico artículo de viejas resonancias colonialistas: “Más vale honra si barcos que barcos sin honra”. Por lo demás, sea como fuere el caso es que el Gobierno ha ido (en la recta final) al acuerdo obligado por las circunstancias, no porque crea realmente en que tan importantes asuntos deban ser negociados.


Los dirigentes sindicales han estado a la altura.

martes, 25 de enero de 2011

RECORTES EN LA SANIDAD


El nuevo mandamás de la sanidad catalana, Boi Ruiz, ha establecido consigo mismo una dura competición sobre qué medidas desasosegantes es capaz de poner en marcha: sus declaraciones diarias están provocando sarpullidos en la población y algún que otro herpes en la profesión galenística. Recortes –la palabra de moda, taumatúrgica y no sé qué más-- está en la boca de este Ruiz unas veces en vano y otras banalmente. Por eso mi apendicitis se alarmó.


Mi apendicitis se alarmó y declarándose en rebeldía decidió servir para algo: dar por saco a quien la cobija. Es como si se dijera que si las medidas de este Ruiz se ponen en marcha, esto será la de dios es cristo. (Ahí es nada esa poda de 850 millones de euros, que se dice pronto). Y alzando su rebeldía a la condición clínica de aguda me hizo pasar dos días peor que Jesús en el famoso olivar. Hasta tal punto de que una ambulancia –sin que lo supiera este Ruiz-- me llevó volando al Hospital de Calella La Llopa. En menos que canta un gallo, el doctor Roger Pérez (y su equipo habitual) le cortó la cabeza, el tronco y las extremidades a la tal apendicitis aguda. Y taxativamente ordenó tales y tales medicamentos, antibióticos, pastillas. Un fenómeno el doctor Pérez (y su equipo habitual). Un hombre pragmático que me ha dicho: dos o tres días con dieta blanda; después, barra libre.


Ustedes dispensen, más adelante –cuando tenga alguna idea de lo que se está cociendo por ahí— haremos otro tipo de comentario. Esta chuchería la publico hoy porque tengo mono de blog. (Todavía huelo a antibiótico. Con este Ruiz olería a orujo "Últimas voluntades")



domingo, 16 de enero de 2011

UNA PROPUESTA PARA LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA



Esperemos que la urgente reforma de la negociación colectiva que al parecer está en la perspectiva inmediata procure los mejores resultados. El asunto es lo suficientemente importante porque trata de la actividad más substancial del sindicalismo confederal. De ahí la necesidad de que los negociadores establezcan un itinerario lo suficientemente discutido con todas las estructuras sindicales. Y aprovechando que el río Genil atraviesa de norte a sur la ciudad de Parapanda aprovecho la ocasión para introducir una propuesta. La que viene a continuación.


Me parece necesario que los sindicatos establezcan un protocolo propio que regule las maneras de abordar el desacuerdo a la hora de firmar o no el convenio en cuestión. Se trata de enfatizar las soluciones unitarias, pero cuando éstas –en tal o cual ámbito-- no son posibles habría que proponer que un instituto sindical formado por ambas organizaciones, de ámbito “superior”, medie infatigable e inteligentemente porque no se produzca un descuelgue unilateral. El “dictamen” de dicho instituto tendría un valor de indicación. Lo que, de momento, sería un paso.

Como puede verse, no se trata de laminar ni matizar la autonomía de los sujetos que negocian que, en último término, serían soberanos –tras el dictamen-- de hacer lo que consideren más apropiado. Simplemente se trata de una cautela en esa búsqueda de evitar lo que, en otras ocasiones (recientes o no) acaba convirtiéndose en una “guerra entre pobres”.



viernes, 14 de enero de 2011

MÁS SOBRE EL PACTO SOCIAL

Nota editorial. Reproducir el artículo de Antonio BaylosExplicar, informar, debatir” (véase su blog) se explica por dos motivos: ampliar la difusión de ese texto y explicitar mi acuerdo. Habla Baylos.



La negociación entre el gobierno y el sindicalismo confederal español sobre la reforma de las pensiones se ha ido transformando para abordar otros temas aún abiertos, como la reforma de la negociación colectiva y el debate sobre las políticas activas de empleo. Se aprecia un cambio de discurso sindical, que recupera el importante documento propuesta del 2009 en el que exponía la necesidad de un gran pacto social y político para que las distintas fuerzas representativas, en sus respectivas competencias, acuerden un marco de referencia de la política económica y social. La posibilidad de “explorar” este acuerdo ha sido refrendada de forma abrumadora por el Consejo Confederal de CCOO y por el órgano de dirección correspondiente de UGT. La nueva perspectiva parece en consecuencia aceptada por los órganos sindicales como una propuesta dotada de racionalidad política. En efecto lo es, puesto que implica una forma de encarar la salida a la crisis muy diferente a la que el Gobierno ha ido llevando a la práctica desde mayo de 2010, y de la que hay manifestaciones tan importantes como el Acuerdo sobre el Empleo y la Negociación Colectiva 2010, 2011 y 2012 cuyos contenidos y función han sido anulados por la reforma laboral de la Ley 35/2010.


Se sabe que los procesos de negociación requieren zonas de sombra y discreción como condición para llegar a un acuerdo, pero el cambio de discurso que se ha producido necesita ser explicado, y no sólo a la estructura interna o a los dirigentes sindicales. De lo contrario, la explicación proviene de medios ajenos a la autonomía sindical que contaminan el razonamiento y la estrategia de estas posiciones sindicales. Es importante porque desde fuera del proceso de negociación que se está desarrollando, hay manifestaciones de personas muy señaladas que insisten en que se ha adoptado ya la decisión sobre el retraso de la edad de jubilación. El carácter definitivo de su alargamiento a los 67 años ha sido reiterado por el propio presidente Zapatero en la presentación anual del informe económico de su gabinete, por el vicepresidente Rubalcaba, y, naturalmente, por el Comisario de Economía de la Unión Europea, Olli Rehn, quienes siguen manteniendo que esta reforma del sistema de pensiones es ineludible, y no puede ser condicionada a la conclusión de un acuerdo. En consecuencia, hay que explicar qué es lo que hace que este discurso oficial que considera la negociación como un fenómeno adhesivo a un hecho consumado no interfiere de manera decisiva en que los sindicatos planteen, de manera verosímil, un acuerdo global social y político, recuperando así la propuesta del 2009, por lo demás planteada en una situación económica y política muy diferente a la actual. Y, en análogo sentido, es importante relacionar el contenido de este acuerdo global con el planteamiento sindical de la Iniciativa Legislativa Popular, es decir, con el proyecto alternativo a la regulación de las relaciones laborales que ha impuesto la Ley 35/2010, cuya difusión y continuidad era prioritaria en los próximos meses.


En la cultura sindical española “clásica”, la asamblea, tanto de trabajadores como de delegados, tiene una función decisiva no sólo en un contexto de movilizaciones y de huelga – donde resulta imprescindible, como se comprobó recientemente, en la huelga general del 29 S - sino en la transmisión de la información y valoración que la dirección del sindicato hace de una situación concreta y de las propuestas de avance sobre la misma. Mediante las asambleas, se traslada al conjunto de la organización y a los trabajadores en general, la interpretación que el sindicato hace de un momento concreto, las medidas de acción y las estrategias que arbitra, y el escenario futuro en el que se coloca el sindicato y su capacidad de reforma de la realidad laboral en la que se inserta. Esta función de transmisión de la información, ayudada y complementada por otros canales de información y redes sociales, permite asimismo que los afiliados y los trabajadores conozcan, participen y debatan ese plan de actuación y las estrategias concretas que se quieren llevar a cabo. Informar, explicar y debatir son las condiciones de existencia de la participación democrática en la acción sindical, y, por eso mismo, son las condiciones de existencia de un sindicalismo activo, con presencia decisiva en los lugares de trabajo, y capaz de movilizar a los trabajadores en la defensa de sus intereses.


Explicar es una necesidad no sólo “hacia dentro”, con efectos sobre los trabajadores y afiliados. El sindicalismo español ha sido capaz de agregar a su lucha a otros movimientos sociales y reivindicativos muy dispares, entre los cuales destaca la capacidad de atracción sobre gentes de la cultura, intelectuales y artistas. También en esta vertiente “externa” de tan importante presencia pública, la información y el debate resultan imprescindibles, para evitar incomprensiones o alejamientos ante un cambio de discurso sindical que resulta opaco y por consiguiente interpretable desde posiciones y miradas que lo pueden reconducir a actitudes o conductas de entreguismo o de electoralismo que no se corresponden con la realidad.


Informar, explicar y debatir, por tanto. El sindicalismo español está haciendo esfuerzos lo suficientemente importantes en la reconducción de las salidas a la crisis como para que no se conozca su actuación y sus propuestas de interpretación del momento concreto y de la situación concreta en la que nos encontramos. Se ha establecido un ligamen fuerte de confianza entre los trabajadores y trabajadoras españolas y el sindicalismo confederal, reconstruyendo una representación directa de mayorías sociales que en el plano político se había visto defraudada. No se debe permitir el deterioro de esta doble relación, tan productiva en términos democráticos. [Fin del artículo]



Posdata. No nos resistimos a publicar un comentario que, en dicho blog, dejó escrito PT que, por las iniciales y su sabiduría, sospechamos quién puede ser. Dijo acertadamente lo que sigue: De la negociación de la reforma de las pensiones a la negociación de un pacto global, con congelación de la avisada huelga general hay un salto que efectivamente no se ha explicado. Conviene, pues, que exista una información y explicación transparente, más allá de este salto cualitativo en la negociación entre Gobierno y Sindicatos, acerca de los objetivos que persiguen las organizaciones sindicales. De otra manera, el debate se torna realmente imposible. Por último, parece igualmente necesario que la propuesta de negociación de un pacto global sea reconocido y aceptado por las partes de la negociación, no vaya a ser que suceda como con la negociación de la reforma de las pensiones, donde una parte afirmaba estar negociando, mientras que la contraparte, durante el proceso de negociación, ha estado convenciendo a la ciudadanía de las virtudes de la reforma "adoptada". PT


Radio Parapanda. La voz autorizada de don Lluis Casas en INCOHERENCIAS

jueves, 13 de enero de 2011

EL REFERÉNDUM DE NISSAN


El referéndum que se ha celebrado en Nissan ha dado el siguiente resultado: el setenta por ciento de los trabajadores ha votado a favor del acuerdo que habían suscrito Ugt y Uso, lo que obviamente equivale a un insuceso de Comisiones Obreras. Comoquiera que no tengo los datos necesarios para establecer una opinión con fundamento dejaré de lado una valoración concreta del comportamiento de las fuerzas sindicales, de todas ellas, en este áspero contencioso. No tengo, por otra parte, motivos para una equidistancia entre unas y otras, repito: simplemente no tengo datos. Y, por otra parte, no acostumbro a dar razón a ciegas ni siquiera a los míos. No obstante, me permito una serie de reflexiones genéricas al respecto.


En este tipo de referéndums la hegemonía no está en los sindicatos sino en la dirección de las empresas. Es lo que también está ocurriendo en Fiat, Italia, aunque el caso de Nissan –quede rotundamente claro-- no es comparable. Lo que relaciona ambas situaciones es precisamente que el centro de gravedad está fuera de los sindicatos, aunque algunos de ellos, por ejemplo en Nissan, hayan pactado con con la contraparte. Digamos, pues, que el vínculo entre las dos situaciones es que se produce un referéndum donde se vacía su propio significado, ya que rechaza, dado el chantaje empresarial, con un visible prejuicio, uno de sus posibles resultados. En otras palabras, en estos casos, las empresas dirigen estas “guerras entre pobres”. Por otra parte, otra de las características es que, incluso los firmantes, siguen con el alma en vilo porque no saben cómo se comportará la empresa tras lo acordado. Lo que equivale a: la eficiencia económica del pacto sigue en entredicho. Cosa que ya ha sucedido en anteriores ocasiones en la mismísima Nissan, que siempre hizo de los acuerdos de su capa un sayo. Lo que, en el fondo, significa hasta qué punto el poder económico se está redistribuyendo en el mundo global, esto es, quién lo ejerce y quién lo controla.

miércoles, 12 de enero de 2011

UN PACTO DE ESTADO SIN MÁS DILACIÓN



La noticia de ayer: los sindicatos proponen un pacto de Estado que, más allá de las pensiones, aborde un amplio abanico de reformas económicas en materias de energía, industria, educación y otras. Las contrapartes deberían aceptar el envite. Es más, Zapatero –si de verdad opta por un grupo de buenas reformas— no debería hacerse el sordo; y si Joan Rosell quiere ser un sujeto de utilidad a los empresarios debería abrir bien los ojos y ponerse manos a la obra.


¿Por qué es racional la propuesta sindical? Por una sencilla razón que, según parece, todavía no ha querido descubrir el Gobierno: porque de esa manera se establecen los vínculos y compatibilidades entre todos los grandes temas que siguen dispersos. Porque, es un decir, no se puede plantear una política de urbanismo haciendo de cada vecindario una isla sin relación alguna con el conjunto de la urbe. Y, en concreto, porque es un dislate establecer una serie de medidas en pensiones sin relación alguna con el modelo productivo; porque es un galimatías poner en marcha un nuevo modelo de negociación colectiva independiente de las trasformaciones en los centros de trabajo; porque no se pueden diseñar reformas energéticas y educativas sin compatibilidad con tales transformaciones.


En concreto, el asunto tan espinoso de las pensiones habría que reenviarlo a ese pacto de Estado. Lo que no sólo no significaría desdoro alguno para el gobierno sino justamente el mejor acomodo para que esa reforma tenga cara y ojos en el contexto más idóneo de un paquete general. Porque, así como un conjunto de retales dispersos no conforman un traje, de igual modo una batahola de medidas acaba siendo algo así como el ejército de Pancho Villa.


Precisamente este mismo blog decía el 11 de febrero de 2009: “Es de cajón que mientras más tarde se aborde la necesidad de entrar en la concertación se complicarán más las cosas. O, si se prefiere, conforme se van agravando los problemas, más difíciles encontrarán la salida los interlocutores que se sentarían triangularmente. De manera que es la hora de correr a todo gas”. Pues bien, en parte por no haber abordado a tiempo dicho pacto de Estado nos encontramos con estos pelos tan mal peinados. Sucedió, en aquellos entonces, que una sociedad anónima de sordos, ante la propuesta de pacto de estado, preguntó: ¿de qué hablan esos? En fin, ¿continúan siendo sordos?


Radio Parapanda. Desde Soportújar se escribe esto: LA DERECHA YA MANDA: el gobierno de los mejores, naturalmente quien habla es don Lluis Casas.


martes, 11 de enero de 2011

GLOBALIZACIÓN Y DESLOCALIZACIONES


Nota editorial. Esta es una conversación entre Ulrich Beck y nuestro amigo Riccardo Stalignò. La Escuela de Traductores de Parapanda se desvivió por traducirla al castellano. Quien lo ha hecho nos recomienda leer despaciosamente porque, estando de acuerdo con lo general, hay algunas cosillas que podrían haberse dicho mejor.



Riccardo Stalignò. A finales de los ochenta usted escribía que los riesgos globales son nuestros riesgos. Hoy la globalización entra en nuestras fábricas y cambia las reglas. ¿Podemos resistir? ¿Y cómo?


Ulrich Beck. Lo de Fiat es un buen ejemplo de cómo la globalización puede usarse como un nuevo juego de poder para cambiar las reglas del poder. Estamos viendo que la economía se está liberando de los vínculos nacionales y democráticos. Los Estados del siglo XIX crearon instituciones para reducir los daños que el capitalismo industrial podía provocar. Aquel matrimonio de entonces entre poder y política está acabando en divorcio. El poder es siempre menos democrático, menos legal, más informal y parcialmente transferido a un capital siempre más móvil y al mercado financiero. Y parcialmente a los individuos que tienen que protegerse ellos solos.



Pregunta. A juzgar como van las cosas no parece fácil defenderse solos…



Respuesta. Cierto, no lo es. Me viene a la cabeza un caso similar que ocurrió en Alemania. EN 2001 La Volkswagen quería que sus obreros trabajasen más tiempo con un salario menor y con menos derechos. O aceptaban entrar en una newco especial o se llevaban la producción a Eslovaquia o la India. Todos, desde los sindicatos al Canciller socialdemócrata Gerhard Schröder, dijeron que era una cosa maravillosa. Y se congratularon después porque, dijeron, se evitó una hemorragia al exterior. Sin embargo, veo una diferencia importante. En Vw hay un consejo internacional de trabajadores que interpelan a la empresa cada vez que intenta deslocalizar hacia países donde el coste del trabajo es menor. Un contrapoder al management que, aunque estando en la legalidad, está siempre menos legitimado con respecto a la comunidad nacional que lo expresa.



Pregunta. En Risikogesellschaft usted imaginaba una sociedad cosmopolita como “nexo global de responsabilidad donde los individuos –y no sólo sus representantes-- pudieran participar directamente en las decisiones políticas”. Aquí, sin embargo, nos encontramos con lo opuesto. ¿Es esta la relación entre capital y derechos?


Respuesta. Debo admitir que es un buen contraejemplo en mi optimismo de entonces. Creo todavía que los individuos –por ejemplo, los consumidores con consciencia política-- son un gigante durmiente. Si se agrupan y organizan sus decisiones de comprar o no comprar tal cosa puede valer casi tanto más que un voto. La misma acción coordinada vale para los trabajadores. A escala internacional hay una competición de sistemas económicos; muchos de ellos, como el chino, puede ser más eficiente que el occidental. Hay que inventar otros modelos.



Pregunta. Occidente se vanagloria de exportar la democracia, incluso a punto de bayoneta. ¿Por qué no exportamos también la democracia del mercado de trabajo que caracterizaba nuestra civilización?



Respuesta. La democracia del capital no se juega en el interior de una nación. Esta pregunta se debería hacer a la Unión Europea. Uno de los motivos por los que la UE tiene tantos problemas para ser aceptada por la población es que sólo se ocupa del mercado desde una perspectiva neoliberal. Su reputación se ampliaría si empezara a pensar cómo garantizar a los trabajadores de los Estados miembros un estado de seguridad.



Pregunta. Usted conoce la objeción de los managers: para ser competitivos hay que renunciar a algunos derechos. ¿Le convence?


Respuesta. Es un argumento inmanente, sólo bueno para contextos limitados. Sin embargo, pensando en los trabajos de mayor cualificación –aquellos sobre los que todavía podemos ser competitivos-- en la medida que se recortan los derechos más se reduce la identificación del empleado con la empresa, y con ello, la flexibilidad y creatividad que se necesita para prosperar. Al final, redefiniendo Estado y sindicatos en una dimensión trasnacional, también las empresas se darían cuenta de que democracia y productividad son dos lados de la misma medalla.


Pregunta. Mientras tanto asistimos a la desvalorización del trabajo, entendido sólo como contrapartida de un salario. Antes era otra cosa: o bien un instrumento de dignidad o de libertád. ¿Qué ha ido mal?


Respuesta. Quizás tengamos que recuperar de Marx la idea de la internacionalización de la clase obrera. Pero si queremos reinventar la política del trabajo en los albores del siglo XXI debemos darnos cuenta que vivimos en un mundo policéntrico e intentar nuevas alianzas entre trabajadores y consumudires, entre Estados, reorganizando la Unión Europea. Lo que falgta en este debate es una izquierda que no sea nostálgica del viejo welfare sino abierta a convertirse en la contraparte del actual capital trasnacional.


Pregunta. Por el momento hay quien, entre nosotros, critica esta insistencia en los derechos y lo etiqueta como conservador, como quien rema contra el progreso. ¿Es así?


Respuesta. No, diré que es justamente lo contrario. En las dos últimas décadas las políticas neoliberales se han presentado como el progreso, pero nos hemos dado cuenta que son categorías zombi. Nos prometieron “más mercado, menos pobres” y ha ocurrido lo contrario. Lo mismo con la crisis financiera. La visión neoliberal, que Europa también ha adoptado, ha fracasado en toda regla. Debemos intentar superarla con una visión socialdemócrata, añadiéndole una de tipo ambientalista. Y obviamente trasnacional.


Pregunta. La globalización se rige por la deslocalización hacia países menos desarrollados. De ese modo, las empresas ahora y se enriquecen. Pero, ¿por qué una parte de estos beneficios no se redistribuye, siguiendo un principio de vasos comunicantes, entre los trabajadores de los países en los que tienen la razón social?


Respuesta. En primer lugar porque las compañías están cada vez más globalizadas, también en su interior. BP, hoy, no es ya Britisn Petroleum sino Beyond Petroleum. O una multinacional que paga los impuestos en Suiza y opera en numerosos países. Es difícil decir dónde está la sede de esta compañía. En segundo lugar porque la redistribución de la riqueza ha sido tarea de los Estados nacionales. Sólo una Unión Europea más ambiciosa, con un presupuesto e impuestos comunes podría abordar este problema. Pero mientras que en Bruselas reine la ideología neoliberal estaremos en la enésima posibilidad desaprovechada.

lunes, 3 de enero de 2011

CAINISMO SINDICAL


Hasta la presente era un lugar común que los ataques al sindicalismo venían desde sus viejos y nuevos adversarios, y así continúa el asunto. Pero lo que no nos entraba en la cabeza era que, desde las mismas filas de los sindicatos, se podía arremeter contra el propio movimiento sindical. Eso es lo que está ocurriendo, desgraciadamente, en Italia. Y para mayor concreción en una de las factorías más emblemáticas, no sólo de aquel país sino de toda la Unión Europea. Hay suficiente información al respecto en http://www.cgil.it/dettagliodocumento.aspx?ID=15346. No es que las relaciones sindicales en Fiat fueran como agua de mayo, por lo general siempre se caracterizaron por su aspereza; pero, en esta ocasión, la cosa ha pasado a mayores.


En apretada síntesis: dos sindicatos, CSIL y UIL, acuerdan un convenio colectivo en Fiat que destruye derechos indisponibles y que, además, plantea que quien no firme el pacto (como es el caso de la FIOM-Cgil) para --seguir participando en el escenario de las relaciones industriales de la empresa-- debe ser admitida unánimemente por los sindicatos firmantes y la dirección de la Fiat. Lo que equivale a la eliminación de quien no firma el acuerdo, la Fiom. O sea, tres sujetos no institucionales se abrogan unilateral y autoritariamente la destrucción de un derecho constitucional. Irrumpen, como puede verse, en ese escenario –incluso vedado a los poderes del Estado— de lo que está prohibido como “convención democrática acerca de lo que es indecidible para cualquier mayoría” en el que tanto insistió, primero, Norberto Bobbio y, después, Luigi Ferrajoli. Es decir, ya no sólo es el quién y el cómo de las decisiones, sino el qué: qué no debe decidirse –es decir, la lesión de los derechos de libertad— y, por el contrario, qué debe decidirse, o sea, la satisfacción de los derechos sociales.


No hace falta ser bachiller en leyes para percibir que estamos ante un problema que va más allá de la cuestión jurídica. Nos encontramos ante el contagio de la estofa berlusconiana hacia una parte no irrelevante de la sociedad civil, en este caso dos organizaciones sindicales y la dirección de Fiat. Que se pasa por la cruz de los pantalones toda convención democrática. Y, por supuesto, hacia el mundillo de los esclavos felices que, en este caso, son la CSIL y la UIL. En resumidas cuentas, Berlusconi no acaba en sí mismo, cuenta con aguerridos palmeros en su rumba macabra. Unos sujetos que no tienen inconveniente en participar activamente en “la empresarialización de la regulación social del trabajo” como han expresado recientemente los autores del Manifiesto de apoyo a la Fiom, que hemos publicado en la entrada anterior. Hablando en plata, para inmolarse como el peor Arlequín, el servidor de dos amos. Para inmolarse, decimos, en el propio corazón de lo más substantivo del sindicalismo: el convenio colectivo. Lo que nos provoca una tan urgente como necesaria discusión al respecto: aquí, en España, con la intentona de liquidar la ultraactividad, tal como la sueñan algunos de nuestros, en expresión de Keynes, “orates en el poder” y las insistentes exigencias del Banco de España, exigiendo la eliminación de las cláusulas de revisión salarial; en Italia con el precedente de Fiat. Y, en ambos países, con el punto de mira patronal (y sus palmeros institucionales) que se orientan a la construcción de un welfare empresarial que se orienta a un sistema político de signo autoritario. Se trata de una gran cuestión que, tal vez, concite un debate de cara al Congreso de la Confederación Europea de Sindicatos que tiene su cita en Mayo. Vale.





Comentario de Antonio Baylos al respecto.

Querido José Luís: Te sugiero que a tu entrada añadas lo que sigue a continuación. Hay un problema técnico-político en esa actuación de FIAT, que es la “privatización” de la negociación colectiva y la mancata legislación de desarrollo del art. 39 de la Constitución italiana sobre el “erga omnes”, que habría hecho imposible la libertad en la selección del interlocutor, que es lo que hacen en FIAT y aquí en España se pretende / pretendió con los convenios extraestatutarios. La unidad de acción sindical es una condición necesaria para hacer imposible (o más difícil) esta empresarialización que fuerza un consenso con sindicatos “seleccionados” por el poder privado del empresario como interlocutores “beneficiados” por ese mismo acto de elección. También aquí en Italia, como pasa en Francia, la idea de la representatividad sindical no se une al principio de mayoría como un requisito inescindible, y por tanto es posible realizar esa “conventio ad excludendum” del sindicato mayoritario. Pero eso aquí y en Sebastopol se llama amarillismo sindical o colusión entre los intereses empresariales y de otros sindicatos en excluir al sindicato más representativo de los trabajadores. El problema italiano es que esta maniobra se acompaña de un referéndum entre los trabajadores a los que se les hace por la fuerza cómplices y partícipes de esta “abjuración” del sindicato mayoritario, como el niño del Lápiz del carpintero se ve obligado a lanzar la piedra sobre el maestro al que llevan a fusilar, (símil excesivo, pero asi son las asociaciones de imágines o collegato imago
).