viernes, 15 de diciembre de 2006

LOS PRIMEROS PASOS DE COMISIONES OBRERAS. PARA UNA CONVERSACION CON JAVIER TEBAR Y GIAIME PALA



JLLB

He quedado con Javier Tébar en que un día de éstos conversaremos sobre algunos aspectos de la primera etapa de Comisiones Obreras; la (agradable) presencia de Giaime Pala, un historiador italiano gran conocedor de las cosas de Catalunya, será todo un placer para un servidor.
La tesis de Javier es: Comisiones Obreras en su primera etapa (que, de momento y esquemáticamente, podríamos establecer hasta la legalización de la “cosa”) no es un sindicato. Ciertamente este periodo (aproximadamente de unos quince años) tiene diversas fases, pero damos por sentado que --para los efectos de la discusión que nos espera-- convengo en llamarla ‘esquemáticamente’ la primera etapa.
Por supuesto, no era un sindicato; no era un sindicato de nuevo tipo ni de viejo cuño. Era, nada más y nada menos, que un movimiento de trabajadores que esencialmente lucha en las fábricas por la mejora de sus condiciones de vida. Que ejerce en el centro de trabajo la acción colectiva, mediante dos instrumentos: la asamblea y la huelga. Comoquiera que ambas se confrontaban abiertamente con la Dictadura, ese movimiento tiene características de sujeto político, en el sentido que Bruno Trentin daría posteriormente al término. O, si se prefiere, características de sujeto sociopolítico, como a nosotros nos gustaba llamarlo.
Aquella ‘cosa’ (el movimiento de trabajadores) no tenía más remedio, expuesto camachianamente, que ser “abierto y de masas”. O sea, lo contrario de clandestino y cerrado. Más todavía, el movimiento obligatoriamente debería aprovechar las posibilidades legales (las que deparaba la propia ‘legalidad’ franquista). De hecho algo parecido plantearon, en tiempos antiguos, Giuseppe Di Vittorio y Joan Peiró a mediados de los años veinte así en Italia como en España, aunque ello nos era desconocido.
El movimiento de trabajadores de aquellas comisiones obreras y posteriormente Comisiones Obreras – el sentido de las minúsculas y las mayúsculas es suficientemente conocido tanto por Tébar como por Pala y, por lo tanto, no necesita de momento ninguna aclaración-- tuvo diversas fases en aquella ‘primera etapa’: en un principio el movimiento tuvo características fugaces, pues surge ante cada conflicto y desaparece una vez finalizado; posteriormente, y de manera gradual, va adquiriendo una mínima (aunque apreciable) corposidad organizativa, aunque sin perder los rasgos movimientistas. Oído cocina: he dicho movimientistas, pero eso no equivale necesariamente a algo espontáneo.
Quedamos, pues, recuperando el hilo de la hipotética controversia: cierto, ni comisiones obreras ni Comisiones Obreras era un sindicato ni de vieja estampa ni de nuevo estilo. Pero era potencialmente un sindicato. Esta era la voluntad de los fundadores y de quienes –siempre en esta ‘primera etapa’-- formaban parte de la conducción de aquel movimiento. Ello lo demuestra, por ejemplo, algo que a los historiadores les vale: la documentación de la época. Pongo por testigo el famoso documento de Orcasitas y toda la literatura de la época.
El documento de Orcasitas –que para nuestra conversación no necesita más abundamiento ni aclaraciones-- plantea inequívocamente que nuestro objetivo es la creación de un sindicato de nueva planta. Nosotros hablábamos de la unidad sindical orgánica a través del Congreso Sindical Constituyente. Aunque Javier y Giaime no lo necesiten quiero aclarar que no estábamos hablando de trasformar Comisiones Obreras en el sindicato o en el único sindicato, sino en la creación de una organización sindical de todos los trabajadores, lo que implicaba que no existieran Comisiones, Ugt, ni Uso, por ejemplo. Un matiz no irrelevante: el primer plano no estuvo nunca en el Congreso sindical constituyente sino en la Libertad sindical y, desde ella, ir al Congreso sindical constituyente. Es obvio que conseguimos lo primero y fracasamos en lo segundo.
El documento de Orcasitas tenía algunas originalidades que, a mi juicio, no han sido debidamente puestas de relieve. A saber, el sindicato que preconizábamos debía ser independiente –además de los poderes del Estado del empresariado-- de los partidos políticos, incluso de los partidos obreros. De donde, por inferencia (no explicitada, desde luego) estábamos apuntando a que el conflicto social no era subalterno o subsidiario de la acción política partidaria, ni siquiera de la de los partidos obreros. Por eso, el término que nosotros planteábamos era la “independencia sindical”, ya que nos parecía que ‘autonomía’ tenía otro sentido menos fuerte.
En pocas palabras, no éramos un sindicato por la sencilla razón de que no podíamos serlo. O, por mejor decir: no queríamos serlo porque eso interfería: 1) la unidad social de aquel movimiento, y 2) el objetivo de la marcha (ilusoria, como después se vio) hacia el Congreso sindical constituyente de todos los sindicatos y con las organizaciones sindicales formales, esto es, Uso y Ugt.
En resumidas cuentas, éramos potencialmente un sindicato. Así lo teníamos escrito en el genoma. ¿Que hubo momentos, más o menos, dilatados de pansindicalismo? Cierto, pero no siendo un sindicato (y en aquellas condiciones) eso era de lo más lógico. Ahora bien, por excesos que fueran estas situaciones de pansindicalismo, la acción colectiva en los centros de trabajo –mucho más amplia y numerosa-- era de naturaleza “sindical”. De un sindicato ex ante.
Estimados Javi y Giaime: ¿podemos debatir por ahí? Por cierto, deseo que caigáis en la siguiente cuenta: aquella ‘cosa’ pusieron en marcha gentes que nunca había tenido responsabilidades sindicales convencionales en ningún sindicato de trabajadores. O eran unos críos durante la República o, como dice Marcelino Camacho en sus Memorias: el les llevaba el botijo y el curruco de tabaco a los del comité sindical porque era un niño.
Punto final: para otros efectos (necesarios, pero irrelevantes en esta conversación) ya tendremos tiempo de aclarar las diferentes ‘fases’ o ‘etapas’ de la situación de Comisiones bajo (y contra) el franquismo: la época de fugacidad, la de relativa tolerancia, la decisión del Tribunal de Orden Público de lo que ahora llamaríamos ilegalización (“Comisiones Obreras, hijuela del Partido comunista”), y demás situaciones. Ahora estamos debatiendo otra cosa, ya la acomodaremos a una discusión más global.
Si os parece, esta conversación la podemos hacer en la ciudad de Parapanda. Allí hay una taberna, que se llama “Raíz Cuadrada de Menos Uno”, donde el dueño del afamado figoncillo nos asegura tranquilidad y buenos alimentos. Ninguno de los dos habéis estado allí, todavía. ¿Hace? Sea, pues, y no se hable más.

martes, 12 de diciembre de 2006

FLEXIBILIDAD Y SEGURIDAD: ¿FLEXISEGURIDAD?






He escrito en incontables ocasiones sobre la flexibilidad. He hablado que ya no es algo contingente (más o menos ocasional) sino de largo recorrido. He planteado la necesidad de que dicho ‘aparato’ (la flexibilidad) sea negociada en todas las prácticas contractuales. Se trata, en mi opinión, de pasar de la flexibilidad, entendida como patología, a un instrumento que permita realmente definir buenas oportunidades para las personas de carne y hueso. Y para aclarar los términos, he planteado no confundir flexibilización (esto es, la gestión unilateral que hace el dador de trabajo) con la flexibilidad (es decir, negociación de todas las variables, que son interdependientes, de la organización del trabajo). Al fin y al cabo, si el reputado sociólogo alemán Ulrich Beck hace la distinción entre globalización y globalismo, no veo la razón de que un servidor no pueda diferenciar entre flexibilidad y flexibilización.


Ahora bien, de un tiempo a esta parte se está hablando de flexiseguridad), entendida ésta por parte de algunos, como el binomio entre la flexibilidad y la seguridad. A simple vista se puede caer en la tentación de batir palmas y decir “ya era hora”. Pero, atención, porque empiezo a vislumbrar un toque lampedusiano en los condimentos del nuevo plato cocinado. Los materiales de este guiso son los siguientes: a) la flexibilidad estaría en la relación laboral propiamente dicha, mientras que b) la seguridad se encontraría en el sistema de protección al desempleo, no siendo por tanto predicable a la relación laboral. Léase atentamente el Libro Verde del Derecho del Trabajo y los comentarios que los profesores Baylos y Pérez Rey hacen del mencionado documento. (En los últimos días, este blog ha informado sobre el Libro Verde y puesto las conexiones para uno y otros documentos).
El nuevo plato cocinado de la flexiseguridad expone, diciéndolo a la pata la llana, lo siguiente: flexibilización en la organización del trabajo de la relación laboral y algunas seguridades para los desempleados. Entiéndase que: 1) dicha flexibilización tendría un carácter inmanente, 2) mientras que la seguridad sería contingente, esto es, con los días contados.
O sea, la sombra alargada del príncipe gatopardesco de Lampedusa. Fatal.


No parece necesario abundar demasiado en que nos encontraríamos con una mutación genética del Derecho del Trabajo, de un lado, y, de otro, con un deterioro continuado de los sistemas públicos de protecciones y tutelas, eso que llamamos Estado de bienestar.


De momento (y sólo de momento) el dador de trabajo se reservaría la mayor discrecionalidad en el uso de la nueva ampliación de sus poderes, externalizando la seguridad a los sistemas públicos de protección social.

Nota: esta es una llamada de atención para dar a conocer lo que, entre otras cosas, se ventila en el ya famoso Libro Verde del Derecho Laboral. De manera que ahora mismo, y sin más dilación, le mando un correo electrónico a Raimon Obiols y otro a Luis Miguel Pariza. Sé que ellos saben de qué va el paño, pero lo hago por pasar el rato.

lunes, 11 de diciembre de 2006

EMPIEZA YA EL DEBATE SOBRE EL LIBRO VERDE DEL DERECHO LABORAL






Angelillo: su obra titulada "Por el camino verde" es una llamada de atención al debate sobre el libro verde del derecho laboral.



No podía ser de otra manera. El Observatorio socio-laboral es el primer ente que inicia el debate sobre el Libre Verde del Derecho Laboral. No podía ser de otra manera. Y es el afamado iuslaboralista don Julio Pérez Rey quien nos propone la primera reflexión con punto de vista suficientemente fundamentado. Don Julio es profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Castilla – La Mancha. No podía ser de otra manera. Así pues, nos quitamos el sombrero.

No queremos ser unos plastas, pero alertamos de la falta de conocimiento que el mundo iuslaboralista tiene con relación al Libro Verde. No quiero dar nombres porque luego me retiran el saludo, pero se mantiene un generalizado despiste, hecha la salvedad de Parapanda donde ya se han organizado diversos ciclos. Y, como dice Ferino de Hizla, se han puesto en marcha algunas controversias; se recuerda que en tiempos republicanos la palabra “controversia” aludía a lo que ahora entendemos por debate. El primer acto público que se hizo en esta plaza estuvo protagonizado por los jóvenes profesores don Antonio-Pedro Baylos y Grau y el maduro jurista don Miguel Helecho. “Parapanda, siempre serás Parapanda”: así empezó el profesor Baylos en una frase de claro homenaje a don Fernando de los Ríos.

Una necesaria apostilla: ¿piensa alguien que sólo interesa esta cuestión al llamado mundo de las relaciones laborales? O lo que es casi lo mismo: ¿el mundillo de la política va a arquear las cejas ante el libro Verde? Téngase en cuenta que el famoso cantante Angelillo puso la primera piedra cuando afirmó aquello de: “Por el camino verde, camino verde que va a la ermita, por el camino verde lloran de pena las margaritas”. Angelillo, que fue oficial del ejército republicano, alertó –en la mentada copla donde la censura borró ‘libro verde’ y obligó al autor a poner ‘camino verde’-- del peligro de estar ausente de estos grandes temas del mundo de nuestros días. Hemos puesto, arriba, el retrato del maestro Angelillo en claro homenaje a sus compromisos republicanos y al hecho de recordarnos la importancia del camino verde, perdón, del libro verde del dereho laboral.

Nota: He salido a fumarme un cigarrito; a la vuelta, releo el trabajo sobre el Libro y caigo en la cuenta de que también, también don Antonio Baylos es autor de este trabajo, no podía ser de otra manera. Perdón, maestro, con esto de Angelillo se me había ido el santo al cielo.

http://www.fundacionsindicaldeestudios.org/artavan-bin/QuorumEC/init




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