domingo, 8 de abril de 2018

Cospedal: «A mí, la Legión»


«Hemos de defender lo nuestro y a los nuestros». Se podrá decir más alto, pero no más claro. Me imagino que le habrá caído una buena propina al escribidor de este apotegma por su concisión y certera puntería. Es una frase que, pronunciada en Sevilla, nos retrotrae a los tiempos de Monipodio. «Lo nuestro» y «los nuestros» como símbolo de una praxis rufianesca, como epítome de una concepción de la política. Es la voz de María Dolores Cospedal (sin el hidalgo ´de´ que ella misma se atribuye sin que haya aparecido en el acta de su árbol genealógico) ante sus parciales echándole un capote a la fraudulentamente masterizada Cifuentes.

Cospedal (sin el ´de´ que sus parciales le atribuyen), así las cosas, quiere matar varios pájaros de un tiro: recuerda a los hermanos en Monipodio que el partido es una asociación de socorros mutuos –hoy por ti, mañana por mí--; llama a sus conmilitones a tomar los picos, palas y azadones para tapar el asunto; y, nos dicen algunas voces insuficientemente valientes, que es un toque de atención a esos sectores del partido que se sienten incómodos ante un putiferio tan caballuno.

Lo nuestro son las martingalas del partido. Los nuestros son los arquitectos que las diseñan y la albañilería que las pone en práctica. Lo nuestro y los nuestros es el ecosistema granítico, que estuvo basado en la utilidad de la impunidad. Pero que ahora hace aguas y, por ello, exige la defensa resistente de una forma de ser y, sobre todo, de actuar. Resistir es el mensaje cospedaliano, del Partido Popular y sus circunstancias. Una resistencia adobada con el grito aguardentoso del «a mí, la legión». Millán Astray de cuerpo presente en la convención sevillana del Partido popular.


Me imagino la consternación en las Cancillerías europeas ante el grito de Cospedal. Incluso podría ser verosímil lo que se le atribuye a un mandatario alemán tras escuchar a la dama: «A España no entregamos ni a Luis Candelas». 



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