martes, 7 de noviembre de 2017

Stalin, la nueva izquierda y Cataluña hoy



En Bajo Guía, en la mismísima desembocadura del Guadalquivir, reflexionaba yo hace una semana sobre algunos asuntos de cierta importancia. Día soleado y enfrente (como siempre) el Coto de Doñana.

¿Por qué –me preguntaba para mis adentros--  la auto llamada nueva izquierda catalana se ha contagiado del nacionalismo catalán y, en concreto, por qué aparece influenciada, en cierta medida, por el secesionismo? No llegué a conclusiones definitivas. Para decir banalidades ya hay voces más autorizadas que las mías.

No obstante, también me pregunté algo que me ronda la cabeza de un tiempo a esta parte. Tengo la impresión de que la tal nueva izquierda, en el terreno del nacionalismo, bebe las fuentes del famoso librito El marxismo y la cuestión nacional, de don José Stalin. Un libro considerado canónico por las viejas izquierdas comunistas y, por tanto, elevado a la condición de Vulgata. Hasta tal punto que, en mis tiempos de joven comunista, se le tenía como el no va más del vínculo entre marxismo y cuestión nacional.

Pregunto si alguien conoce hasta qué punto la renovación de algunos partidos comunistas europeos (por ejemplo, el italiano y el español) conoció alguna revisión del prescindible libro staliniano. Lo cierto es que se pasó de la hagiografía al definitivo archivo de esa obra de Stalin, aunque sé de buena tinta que algunas amistades –todavía hoy--  siguen considerándolo como definitivamente dado.  Inercia de aquella costra de juventud. Una consecuencia, también, de no querer haber leído –ni antes, ni ahora--  lo que sobre ese particular dejó escrito Rosa Luxemburgo.  Cuyas ideas se parecían a las de Stalin como un huevo a una castaña.

Yo me decía en la desembocadura del río grande andaluz que tendría una cierta lógica que la sedicente nueva izquierda quisiera parecerse más a la Luxemburgo que a don José. Pero ¡ca! Ni por pienso. Esta nueva izquierda es staliniana (ojo, no he dicho stalinista) hasta el colodrillo en relación al asunto que comentamos. De donde saco una conclusión provisional: la nueva izquierda es, en este terreno, la continuidad de la vieja, y como ésta es «arroz pelao sin ningún langostino sanluqueño», que diría Juan de Dios Calero, zahorí diplomado de Parapanda.  


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