sábado, 2 de septiembre de 2017

No es posible seguir así en Cataluña



No es posible seguir así. Es contraproducente mantener el clima iracundo que existe. Esos patios de vecindones que son las redes están haciendo estragos en la convivencia civil y pueden dejar un poso nocivo para muchos años. No hablo de la bilis que destilan las cavernas, sino de un inquietante tono que se observa en el cruce de palabras y comentarios entre demócratas.  Con unos lenguajes agresivos como nunca habíamos conocido. Por lo general en las viejas tabernas había más tino a la hora de discutir. Estoy hablando de Cataluña.

Se despellejan los romanos contra los cartagineses en estas nuevas guerras púnicas. Tengo la impresión que tan furibundas diatribas tienen un estilo que recuerda más a las contiendas religiosas que a otra cosa, al estilo de las terribles disputas por la cláusula filioque de aquellos tiempos antiguos. Es la intransigencia de cada dogma particular, que debe mantenerse contra viento y marea. Es una absoluta y granítica testarudez que desprecia las reglas del razonamiento lógico premiando los anacolutos y los solecismos. Peor todavía, poniendo énfasis en la palabra violenta de alto voltaje. Pongamos un ejemplo: el linchamiento que está recibiendo el escritor Javier Pérez Andújar por parte de los extremistas de guardia.

¿A dónde conduce esta bronca? A un enfrentamiento –primero sordo, después quién sabe— en la sociedad civil cada vez más exasperado. Nos lleva a la decadencia como país, trufado por la violencia de las tribus, unas contra otras. Tiene muchas dioptrías quien afirme que estoy exagerando.

No estoy planteando comportamientos versallescos, ni lenguajes de jaculatoria. El debate político exige pasión. Una pasión argumentada y con punto de vista fundamentado. Nunca el vitriolo que están destilando los romanos y los cartagineses.



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