martes, 1 de agosto de 2017

Claro que sí: es kale borroka




«Hay dos tipos de incontinencia: la urinaria y la de las ocurrencias», enseña Petros Márkaris. La incontinencia de la CUP es de ocurrencias. A su vez, el maestro Gabriel Jaraba remacha que «la CUP pide que se entienda la acción de Arran como acto ´simbólico y no como un asalto´. Mañana iré a la panadería con una navaja como acto simbólico».  Ahora bien, el asalto al Bus turístic  en Barcelona no es una ocurrencia. Se ideó, se fijó en el orden del día de una reunión, se discutieron los pormenores y se aprobó. Eso es una decisión meditada, lejos de todo tipo de improvisación.

Algunos tontuelos, desde las covachuelas de la Generalitat, han hablado de gamberrada, de chiquillada. No tal. Esta decisión contaba de antemano sólo con un tironcillo de orejas por parte del Govern de la Generalitat y el grupo parlamentario que le apoya, Junts pel Sí.  Sin excederse, sólo con un mohín de desagrado y sin entrar en mayores. Porque los cuperos saben que el estatuto de patriotas les ampara y cobija. La CUP sabe que Puigdemont y sus masoveros la necesitan para su excursión hacia la nada. Y, también, sabe que se sentirá cortejada por diversos medios de información. Sergi Pàmies lo explica: «La portavoz de Arran, que se autodefine como sectorial de la CUP, fue entrevistada ayer en El món a RAC1 y dispuso de muchos minutos para exponer alegremente su ideario contra el turismo y justificar lo que denominó "acción de visualización"» (1). A continuación añade: «Si mañana a usted o  a mí se nos ocurre encapucharnos y asaltar un bus turístico, pincharle una rueda y pintar consignas revolucionarias, dudo que al día siguiente nos entreviste nadie que no sea policía o juez». A eso, Pàmies denomina la impunidad selectiva.

No quiero dejar pasar la ocasión de explicar la opinión de un conocido. Una opinión un tanto temeraria, por supuesto. Afirma sin tartamudear que hay dos razones que explicarían la tibieza del govern catalá frente a éstas y otras acciones parecidas de la CUP. Una, la necesidad de que no se rompa el frente soberanista. Vale, le digo. Dos, que según como vayan las cosas, Puigdemont y algunos de sus adláteres puede que necesiten esta reserva de francotiradores para elevar el tenor de la kale borroka como moneda de cambio. No quiero ni pensarlo, pero dicho queda. Tampoco estoy en condiciones de llevarle la contraria Tengo ya muchos años y he visto de (casi) todo.




(1)         Sergi Pàmies: El triunfo de la impunidad. La Vanguardia, 1 de agosto de 2017. 

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