lunes, 31 de julio de 2017

¿Kale Borroka en Cataluña?



Recuerdo que hace ya muchos años ciertos hijos de papá se erigieron en libertadores de la clase obrera. La querían llevar librescamente al Paraíso. Desempolvaron viejos mamotretos de Sorel, los agitaron con los libros rojos que tenían a su alcance y, disfrazados de anorak y chirukas, se lanzaron a la operación Soviet Redentor. Aquello duró lo que duró; finalizada la excursión volvieron al redil paterno, y con el mismo desparpajo que esgrimieron la Vulgata emancipadora tornaron al dogma de Hayek.

Ahora, justamente ahora, aparecen otros hijos de familia bien que se erigen en redentoristas. La clase obrera ha sido substituida por «el barrio», amenazado por el turismo en Barcelona.   Un turismo, nos dicen, que practica el barricidio (sic). Comoquiera que las viejas vulgatas se han secado en el camino verde que va a la ermita de la vieja canción se ha sustituido el antiguo manual por la navaja y el encendedor. Estoy hablando de esa muchachada de Arran, las juventudes de ese partido extravagante que es la CUP.

El otro día un somatén de Arran asalta –navaja en ristre y otros utensilios poco amigables-- en el Bus Turístic de Barcelona. Insultan al personal, les obligan a bajar y pinchan las ruedas. El Ayuntamiento de Barcelona comete el error de no informar de lo acontecido hasta que Arran reivindica su disparatada acción, dejando pasar un par de días. El PDeCAT, casa antigua Convergència, pone el grito en el cielo, junto al Partido Popular y Ciudadanos. El PDeCAT, sin embargo, no recuerda que la muchachada bebe las fuentes de la CUP, socio dilecto en el Parlament de Catalunya. No hay que ofender a papá, no sea que se encabrone y se abra otra crisis en el soberanismo catalán.


La cosa es grave. Pues indica que hay ciertos elementos de kale borroka en Cataluña que no se denuncian con la necesaria fuerza política. De no hacerlo podría estar gestándose un movimiento de bronca callejera que no augura nada con pies y cabeza. Estas cosas sabemos cómo empiezan, pero muy poco de qué manera acaban.


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