domingo, 11 de junio de 2017

Sin pelos en la lengua contra «los traidores»



Un viejo amigo ha dejado escrito: «Tampoco será de recibo, en el sistema mejor que pretendemos ayudar a construir, el cartel de gran formato que ha aparecido en varios puntos céntricos de la ciudad de Lleida. Presenta fotografías en tonos oscuros de Miquel Iceta (PSC), Lluís Rabell (CSQP), Inés Arrimadas (C’s) y Xavier García Albiol (PPC), con un letrero en rojo que los acusa de traidores y la petición expresa de que se les trate como a tales. Eso es fascismo, dejemos las cosas claras. No está claro en cambio quién es el responsable de la iniciativa. Alguien debería decir en este momento que ese cartel es intolerable desde cualquier punto de vista. El president Puigdemont no lo ha dicho aún – que yo sepa –, pero sí ha afirmado que en Catalunya este es el momento de la ciudadanía, por encima de los partidos políticos. Si consideráramos a la ciudadanía responsable de engendros como ese cartel, iríamos aviados. Un cartel necesita ser diseñado por un creativo, impreso en un taller de offset o de lo que sea, embadurnado de cola y colocado en los lugares previamente seleccionados. La idea de la culpa colectiva del pueblo de Fuenteovejuna en la muerte del comendador está bien para el teatro clásico, pero la intención del cartel se ajusta más bien a otra idea, de pedigrí mucho más oscuro: la de soliviantar los ánimos populares para proceder luego en el espíritu, si no la letra, a aplicar la Ley de Lynch.» Lo dice, sin  pelos en la lengua, Paco Rodríguez de Lecea en su post Un sistema mejor.  

 

Es un cartel sin firma ni pie de imprenta. Los máximos dirigentes del soberanismo siguen callando. No es la primera vez que adoptan la pose de los tres monos: no ver, no oir, no hablar. Yo tengo esta fuerte sospecha: este cartel ha sido concebido, impreso, distribuido y costeado por círculos anexos a las covachuelas del Govern de la Generalitat. Tampoco es la primera vez. Este «engendro» se está reproduciendo por enésima vez. Digamos que los herederos de Dencás y compañía están bien entrenados.  La sombra del escuadrismo institucional es alargadamente subvencionada. Cierto, Puigdemont calla, también están silentes sus escribas sentados.




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