miércoles, 31 de mayo de 2017

España, un país imbécil que no cuida su formación profesional



Joaquim González Muntadas
Director de Ética Organizaciones SL

Leí hace unos años, en un articulo que escribió el amigo Carlos Navales (en la foto) líder sindical y político, que el 16 de junio hará ya seis años que falleció del que muchos echamos en falta su fina astucia en el análisis de la realidad social y político la siguiente historia, que nos puede servir para introducir la denuncia a la falta de acción y abandono que sigue sufriendo la formación profesional en nuestro país.

Y dice que: Los archifamosos Sherlock Holmes y su ayudante Watson deciden parar una noche en la campiña inglesa, aprovechando las buenas condiciones climatológicas. Llegados al lugar elegido,  después de un análisis minucioso, montan la tienda de campaña. Horas más tarde, ya entrada la noche, Sherlock Holmes se despierta y llama a su fiel amigo: “Watson por favor, mire al cielo y dígame qué ve”.

Watson se despierta sobresaltado, todavía somnoliento, abre los ojos, mira al cielo y responde: “Pues... bien... veo millones y millones de estrellas”. “Y eso, ¿qué le indica querido Watson?”. Watson termina de despertarse, se da cuenta de que va a tener que responder con más precisión y plenamente decidido a impresionar a su amigo con sus dotes deductivas contesta: “Desde un punto de vista astronómico, me indica que existen millones de galaxias, y por lo tanto, billones de planetas.... Astrológicamente hablando, me indica que Saturno está en conjunción con Leo... Cronológicamente, deduzco que son aproximadamente las 3,15 de la madrugada”. A estas alturas Watson está ya lanzado y se recrea en su exposición: “Teológicamente, puedo ver que Dios es todopoderoso y nosotros pequeños e insignificantes. Meteorológicamente, intuyo que mañana tendremos un hermoso y soleado día...”. Llegados a este punto, Watson, totalmente crecido y convencido de haber dado cumplida respuesta, pregunta a Holmes:
“Y a usted, ¿qué le indica este cielo, mi querido Holmes?” Holmes se queda mirando fijamente a Watson y tras un corto silencio, le dice: “¡Algo elemental, querido Watson! Cada día es usted más imbécil. ¡Nos han robado la tienda de campaña mientras dormíamos!, ¡Nos han robado la tienda de campaña! ... y no es capaz de percibir lo esencial, más allá de los contextos…”

En España, como Watson en  la noche de acampada, somos incapaces de percibir una evidencia. Porque ya podemos hablar y hablar de digitalización, Industria 4.0, de nuestro deficiente nivel de empleo y de las dificultades que padecemos para producir el tan necesario cambio de modelo productivo. Si no percibimos lo esencial como, desde todos los ámbitos año tras año, informe tras informe, nos advierten que: ‘España tiene un grave problema de formación profesional’.

Nos lo recuerda la Comisión Europea cuando señala en su Recomendación número 12 del Consejo, relativa al Programa Nacional de Reformas de 2016 de España: “ El cada vez más rápido cambio que la composición sectorial del empleo en España viene registrando desde 2008 se ha visto acompañado por un aumento de la inadecuación de las cualificaciones. El bajo nivel general de cualificación dificulta la transición hacia actividades de mayor valor añadido y mina el crecimiento de la productividad. A pesar del gran número de personas con estudios superiores, la oferta no está suficientemente adaptada a las necesidades del mundo laboral” (Libro Blanco sobre el Sistema de Formación en el Trabajo CEOE 2017).
Lo expresa que el 46% de la población española entre 25 y 64 no supera la calificación equivalente a la enseñanza secundaria, frente  el 25 % de la UE21. Sólo Malta y Portugal están por detrás de nosotros.
O que, en 2016, un año más, el World Economic Forum, en su Índice de Capital Humano que mide el grado de aprovechamiento del capital humano desde la relación del sistema formativo y el mercado de trabajo de los países, señala que España figura en el penúltimo lugar de los miembros de la Unión Europea, por detrás de Rumanía o Portugal.

A pesar de estas evidencias, del enorme paro juvenil que padecemos, de saber que en el futuro inmediato el 50 % de los nuevos empleos exigirán conocimientos de formación específica, así como de que la mayoría de los actuales empleos se transformarán y tendrán que adaptarse, en España la formación, y en particular la formación profesional, sigue estando muy lejos del centro del debate social, de las preocupaciones y de la acción de nuestras organizaciones políticas. Muy lejos también de la importancia que hoy debería tener en las relaciones laborales y en la negociación colectiva en las empresas y los sectores.


La pregunta es si, a pesar de las evidencias, seguiremos con la imbécil actitud que venimos arrastrando desde décadas en relación a la educación y a la formación profesional. Porque si la respuesta es que sí difícilmente podemos imaginar un futuro mejor.

La podredumbre de este Régimen




Que el Fiscal Anticorrupción sea sospechoso de corrupción es algo inédito en España y en el patio de vecinos europeo. Hasta la presente no habíamos llegado a esos extremos. Que a estas alturas no ha sido cesado es algo que clama al cielo. Que Rajoy le siga manteniendo la confianza es algo connatural a la peculiar personalidad del hombre de Pontevedra. Que el Ministro de Justicia le apoye con su silencio y que el Fiscal general del Estado no sepa de qué va el asunto es harto elocuente de hasta qué punto se ha materializado una sociedad de socorros mutuos en la cúpula de la Justicia. En cualquier caso, todo ello evidencia que la corrupción es el estado natural de la cúpula del Partido Popular. Y que, a partir de ella, se está entrando a marchas forzadas en un Régimen.

El clan de los reprobados (Catalá, Maza y Moix) consolida la idea de que el Partido Popular es irreformable. Aquellas almas de cántaro que vieron indicios de apertura con el nombramiento de los jóvenes coroneles (Maroto y sus amigos, conocidos y saludados) están viendo hasta qué punto las exageraciones y precipitaciones en el análisis fueron descabelladas. Pura filfa. O más bien un ascenso para que tales recambios para el futuro acumularan experiencia en tenebrosos quehaceres. Mera escuela de formación profesional, escalafonato de esta rediviva asignatura de Formación del Espíritu Nacional.


Se está avanzando en el intento de construir un Régimen en España. No es alarmismo, sino la constatación de una serie de hechos preocupantes. La última gota de agua es la relación del Fiscal anticorrupción con el paraíso fiscal de Panamá. De ahí que lance una sugerencia. Es la siguiente: hay que preparar una moción de censura mucho más amplia que la que plantea Podemos. Esta es necesaria, pero claramente insuficiente. Una moción de censura para ganarla. Porque, a mi juicio, el problema central de nuestro país es la corrupción y la corrosión del carácter de nuestra democracia. Una moción de censura que represente un baldeo democrático. Contra la podredumbre del Régimen. Contra los establos de Augias.


martes, 30 de mayo de 2017

La bondadosa enemistad entre Rajoy y Puigdemont



En mi casa santaferina llamábamos papeles a los periódicos. Metáforas precisas de antaño. Hoy, los papeles –pongamos que hablo de La Vanguardia—informan de que los diputados de la vieja Convergència, ahora PDECAT se abstendrán en la moción de censura a Mariano Rajoy. Vale, cada cual baja las escaleras como sabe, puede o le dejan. En las últimas semanas ya ha sucedido. Tal vez sean misterios, martingalas o triquiñuelas de la política de campanario. Sin embargo, algunas se malician de que que dicha postura, la abstención, significa la concreción de la teoría de las dos velas: una a Dios, la otra al Diablo, sabiendo que ambos son (desigualmente) poderosos.  

Estas abstenciones se producen cuando la llamada desconexión está en capilla. No obstante, los mesnaderos de Puigdemont en Madrid optan por esa figura parlamentaria, que –hablando en plata--  equivale a no censurar al hombre de Pontevedra. Algo realmente chusco. Y es que los caminos de la desconexión siguen siendo inescrutables.

Puigdemont y los suyos reciben de buen grado las zalemas de Pablo Iglesias El Joven con relación al procés, también las de su Enviado en Cataluña, el inquieto Dante Fachín con su característico toreo de salón, que hoy llaman postureo. Pero no le agradecen los servicios prestados. Nos preguntamos qué hay detrás de todo esto.

Si la noticia de La Vanguardia es cierta –esto es, que habrá abstención--  cabe suponer que es un amaño de socorros mutuos. Intercambio de estampitas sobre lo que tapan las banderas: billetes, billetes verdes, adquiridos sin el sudor de la frente propia.  Claro, en el contexto de la bondadosa enemistad de Rajoy y Puigdemont. Que con la abstención juegan a pizpirigañas. Con su correspondiente cancioncilla:


Pin pineja, la mano la coneja,
conejita real, pide «pa'» la sal,
sal menuda pide «pa'» la cuba,
cuba de barro pide «pal» caballo,
caballo morisco pide «pal» Obispo,
Obispo de Roma tapa la corona,
que no te la vea la gata rabona.



lunes, 29 de mayo de 2017

¿Lucha de clases en Cataluña?



Los escribas sentados de la política son maestros de la sofistería. De hecho son los creadores de ese metalenguaje que intenta disfrazar la gallina en pavo real y la casquería en jabugo. Hay partidos que los tienen en nómina o en arriendo. También los usan aprovechando la técnica del just in time. Como es natural, el gobierno catalán dispone de una nutrida cohorte. Cierto, no es cosa de hoy. Pero, aquí y ahora, proliferan esos nichos de empleo como tal vez nunca lo hubo.

Uno de esos escribas es el periodista Francesc—Marc Álvaro. Solera parroquiana, se diría. Hoy, en La Vanguardia, se ha superado con creces. Este caballero en su artículo de hoy en La Vanguardia nos propone uno de los disparates más caballunos que se hayan oído en los últimos tiempos. Quincalla ideológica. O, tal vez, los efectos de un ataque de alferecía.

Álvaro hace una crónica de la actitud del empresariado catalán en las jornadas de Sitges del Cercle d´Economía en Empresarios y presidentes. Nos habla del recibimiento glacial de los asistentes a las intervenciones de Puigdemont y Junqueras.  Así lo corroboran amigos que estuvieron presentes. No es cierto, sin embargo, que un sector del empresariado recibiera con pitos al president de la Generalitat. Es verdad, no obstante, que fueron más considerados con Junqueras, a quien consideran con más recorrido que a Puigdemont. En todo caso, esto es irrelevante. Una bagatela. Lo importante tiene tronío. Lo reseñable es lo que sigue:

«La frialdad del recibimiento del Cercle en Sitges no daña a Puigdemont, al contrario. Nos recuerda que el procés es también (las dos cursivas son mías) es –desde el primer día—una lucha de clases postmoderna».

Póngase atención a  esas dos cursivas: «nos recuerda»  y «también». La triquiñuela retórica consiste en dar por sentado que, desde los inicios del proceso, estaba cantado que aquello era de una determinada manera. A saber, «lucha de clases». Hilarante desde el punto de vista conceptual, pero suficiente para enviar al Palau de la Generalitat el albarán correspondiente. Con o sin iva.


Tamaño disparate (que puede ser elevado a categoría teórica) tiene la misma validez intelectual que si un servidor afirmara que existe una relación intrínseca entre el procés y la podredumbre de los negocios de Jordi Pujol o del mismísimo Tres por ciento. O sea, ninguna. Pero ahí queda lo dicho por este escriba sentado para animar el cotarro. O para engatusar a lectores despistados de la obra del Barbudo de Tréveris.  O para cortarle las uñas a la lucha de clases, ¡vaya usted a saber!


domingo, 28 de mayo de 2017

Raimon y nosotros



Esta noche Raimon se despide de su actividad como cantante. Siento que algo se nos va. Lo digo sin nostalgia; me atengo simplemente a las cosas de la vida que en este caso se concretan en el viejo dicho del tempus fugit. Aunque siempre tendremos el consuelo de su abundante discografía a nuestra disposición. Se nos fueron Leo Ferré y Georges Brassens, pero cuando se tercia oímos sus composiciones y nos figuramos que estamos en sus conciertos en vivo. Igual nos pasará con Raimon.

El cantante de Xàtiva es grande por sus composiciones musicales de grandes poetas catalanes antiguos como Ausiàs March, Turmeda, Timoneda o Rois de Corella. Y de los modernos como Salvador Espriu. Es grande, también, por sus propias letras.

Pero hay algo más de Raimon que las nuevas generaciones no conozcan en toda su dimensión. Cada vez que, en plena dictadura franquista, el movimiento de los trabajadores necesitaba apoyos y, sobre todo, recursos acudíamos al cantautor para que nos echara una mano. Siempre nos acogió con gran afecto y los brazos abiertos. ¿Había que recoger fondos para ayuda a los detenidos y los presos políticos? Allí estaba Raimon para lo que hiciera falta. Sus emolumentos en tantos y tantos conciertos se destinaban a la solidaridad. Y sin embargo, constato con no poca tristeza, nada de ello figura en los estudios sobre las luchas obreras y estudiantiles de la época. Una distracción imperdonable. Y no menor es la distracción de los sindicalistas –de ayer y de hoy--  que todavía no lo hemos referido. Con lo que mi sugerencia a los actuales grupos dirigentes del sindicato es la siguiente: ¿no creéis que Raimon merece un homenaje por todo lo alto? Una parte de lo que somos se lo debemos al cantante de Xàtiva.


Porque Raimon no nos falló nunca. Recuerdo emocionado un recital en Hostalric, en el verano de 1968. Empieza a cantar Raimon y los altavoces iban fatal. La voz potente de Paco Frutos se oye por encima de todo: «Encara que la técnica falli tú no falles mai». En efecto, la técnica podía fallar, pero nunca el xiquet de Xàtiva. Ni ayer, ni hoy.


sábado, 27 de mayo de 2017

¿Nuevo PSOE, dice usted?

La Paz de Westfalia (1648) sancionó que «los súbditos tienen la religión del Príncipe». Es el famoso cuius Regio eius Religio. Con este pastel intentaron acabar con las guerras europeas de aquellos tiempos. Lo que viene a cuento por lo que vamos a referir en este ejercicio de redacción.

Todavía es pronto para saber todos los pormenores del resultado de las elecciones primarias socialistas que dieron un triunfo contundente a Pedro Sánchez. Tal vez algún analista nos diga un día qué votos han ido al vencedor por sus méritos propios o sospechados y qué votos indicaban un rechazo a la señora Díaz. Por supuesto, unos y otros tienen la misma validez y la misma legitimación a Sánchez. Ahí no hay vuelta de hoja. Pero queda dicho lo anterior.

Sea como fuere, algunos analistas –también diversos dirigentes del PSOE afines a Sánchez--  han empezado a hablar de «pedrismo» y, sobre todo, de «nuevo PSOE». Exageraciones. Todavía no hay datos para ese bautizo. Sin embargo, ya hay algunas insinuaciones que podrían invalidar, parcialmente, lo del «nuevo PSOE». Son datos que parecen encaminarse a una orientación wetfaliana, o sea: los militantes deben tener la Religión del príncipe. La carga de la prueba la encuentro en unas declaraciones de una personalidad socialista, José Félix Tezanos, reputado académico.  Aparecen en La Vanguardia, un  periódico que ha guardado una exquisita neutralidad en la contienda de las primarias.

Tezanos está hablando de las enmiendas que las diversas organizaciones han presentado al próximo Congreso de su partido. Y declara que «estas enmiendas están aceptadas y refrendadas en las primarias por más de un 50 por ciento de la militancia socialista». No es cierto. Y, peor todavía: no hay motivo para relacionar –y mucho menos vincular--  las enmiendas con el resultado de las primarias. Esa formidable movilización del pueblo socialista se ha limitado a elegir un secretario general y una genérica referencia al papel de la militancia. Vincular las enmiendas al resultado de las primarias no sólo es un abuso sino una exhibición de vieja política; y una contradicción con el papel que exige la militancia. No es, por tanto, una renovación ni una identificación con un «nuevo PSOE» sino una inercia de la concepción lassalleana del viejo partido. La votación de una enmienda es un acto concreto, personal e intransferible que no puede confundirse con otras opciones, importantes o no, del programa político de un partido.


En todo caso, hablar de renovación o de un nuevo PSOE es todavía precipitado. Habrá que esperar a ver qué se aprueba en el próximo congreso y verificar cómo se lleva a la práctica lo acordado. Si se lleva, claro está. En suma, no debe confundirse la renovación con la rectificación, ni aquélla con el cambio o recambio.


miércoles, 24 de mayo de 2017

La madre de todas las estafas


El barbero de Sevilla sin Fígaro. El Príncipe de Dinamarca sin Hamlet. Una estafa de tomo y lomo. Rossini y Shakespeare decapitados a cosa hecha. O, lo que es lo mismo, una moción de censura al presidente del Gobierno sin Mariano Rajoy. La madre de todas las estafas.

Hace algún tiempo algunos letraheridos me llamaron la atención por haber osado decir que el hombre de Pontevedra se iba deslizando a marchas forzadas hacia el bonapartismo. Incluso llegaron a tirarme de las orejas porque dije que estábamos entrando en una democracia demediada. Desgraciadamente, los hechos concretos –y no las quisicosas academicistas--  están demostrando que un servidor no meaba fuera de tiesto. No tuve mala puntería. Repito, por desgracia.

De un tiempo a esta parte se han sucedido una serie de acontecimientos que muestran que se incrementa el bonapartismo y se degrada, todavía más, la democracia en nuestro país. El carácter y las prácticas del Partido Popular son la expresión más contundente de esta corrosión. Los últimos acontecimientos lo han corroborado: el Gobierno y sus capataces se han pasado por la cruz de los pantalones la reprobación del ministro de Justicia y la cúpula de la Fiscalía. Actitudes de extrema gravedad y, peor todavía, las argumentaciones que les acompañaron. A Hans Kelsen se le hubieran puesto los pelos de punta. Y posiblemente a sir Winston le hubiera parecido que eso traspasa desvergonzadamente la política de derechas.

Algún que otro manijero del Partido Popular ha calificado de «payasada» la presentación de la moción de censura. Por menos motivo el indecible de Hernández Mancha le presentó una censura a Felipe González y, éste, a su vez,  hizo tres cuartos de lo mismo con Adolfo Suárez. Ninguna de las dos, dicho sea de paso, tenían posibilidades de prosperar. Vale decir que ni Suárez ni González calificaron dicha figura parlamentaria como una payasada. Se apretaron los machos y dieron la cara.

Pero el hombre de Pontevedra no sólo no da la cara sino que aparenta tomárselo a chacota y anuncia retrecheramente que hará mutis por el foro. Sabe perfectamente que, incluso quienes no apoyen la moción de censura de Podemos, lo pondrán verde. Que también los que critiquen a Pablo Iglesias el Joven lo crucificarán. Que hasta el versátil Albert Rivera, haciendo mangas y capirotes, aprovechará la ocasión para sacarle los colores. El hombre de Pontevedra, así las cosas, estima que Fígaro sobra en El barbero de Sevilla. Que a Shakespeare se le fue la mano introduciendo a Hamlet en El Príncipe de Dinamarca. Y algo más: que la estabilidad del gobierno español será observada sospechosamente por las cancillerías europeas. Ahora bien, Rajoy sabe que los periódicos del Movimiento, viejos y nuevos, le reirán las gracias. Para eso, se diría, está el saco de reptiles.


Una sospecha: el hombre de Pontevedra no sólo lee Marca, también Arriba


lunes, 22 de mayo de 2017

Pedro El Deseado


Pedro El Deseado ha vuelto a Ferraz por la puerta grande. La mancha de la mora con otra verde se quita. Ha cruzado la línea de la mayoría absoluta y coloreado muy mayoritariamente de sanchismo el mapa socialista español. Han sido derrotados el Gotha, los dioses menores y los guardias de corps que llevaron a los altares a Susana Díaz. Hay que decir que contra todo pronóstico. Sólo conozco a una persona que me aseguró que Sánchez ganaría la contienda, Javier Aristu. Me dio la impresión que no hablaba desde la cueva de Delfos sino con punto de vista fundamentado. Pero no me convenció. Mea culpa. Al final, Aristu tuvo razón. 

Las dos primeras reacciones a la victoria del Deseado, por orden de aparición en la pantalla fueron las del hombre de Pontevedra y la de la señora Díaz. El primero, en un tosco alarde de malafoyá granaína, tira de twiter y felicita al Real Madrid por su trigésima segunda Liga; Díaz, en su primera comparecencia tras la derrota, hace unas declaraciones que bondadosamente se puede calificar de extrañas: no cita por su nombre al vencedor y sólo agradece los votos que ha cosechado en Andalucía. Corteses las felicitaciones de Pablo Iglesias el Joven y de Albert Rivera.

Esta es la tercera vez que el aparato socialista fracasa en su intento de poner sus hechuras al frente del partido. Le pasó con Borrell frente a Almuncia y con Zapatero versus Bono. Pero nunca con tanta envergadura como ahora con Sánchez frente a Susana. Los aparatos ya no son lo que eran. Las brujas de Macbeth están oxidadas. Aunque no sabemos si definitivamente.

Dos han sido los ejes de la victoria de Sánchez: el «no es no» y el papel de la militancia. Insuficientes para generar un proyecto de renovación del partido, pero suficientemente clarificadores para clarificar parcialmente el papel del PSOE en la presente coyuntura. El «no es no» como metáfora de posición ante la derecha y la cuestión militante como elemento de oxigenación del partido y renovación parcial del carácter vétero lassalleano de la socialdemocracia. Ahora bien, soy del parecer que hay más claves: los votantes de estas primarias estaban hasta la cruz de los leotardos de que los podemitas les mojaran la oreja y que el Gotha sindical, desde el Olimpo, hiciera (algo más) que mangas y capirotes en la organización. La militancia, por lo que se ve, está intentado sacarse de encima su tradicional condición de terminal burocrática, de aquella servidumbre voluntaria de la que habló lúcidamente Étienne de la Boétie. En suma, parece que han contestado su asignación como figurantes de cartón piedra de un antiguo péplum.

Lo que no sabemos es hasta qué punto el Gotha, los dioses menores y los guardias de corps reaccionarán ante esta victoria tan apabullante. Porque los viejos caimanes nunca mueren. Ni están solos.

Y en lo que se refiere a Pedro Sánchez vale la pena recordarle la idea de Maquiavelo: « quien introduce innovaciones tiene como enemigos a todos los que se benefician del ordenamiento antiguo, y como tímidos defensores a todos los que se beneficiarían del nuevo».  Vale.


domingo, 21 de mayo de 2017

Versión heterodoxa de las «primarias» del PSOE

Corro el riesgo de ser considerado un extravagante si digo que el principal problema de los socialistas españoles no es el que se ha ventilado en el proceso de las llamadas primarias que finalizará esta noche. No digo que sea irrelevante la elección de la persona que ocupe la primera cátedra del partido. Es importante, por supuesto. Pero no es lo principal. Esta idea que confunde lo principal con lo importante es propia de la política vieja, engalanada con la aparente modernidad de las primarias. Es, sobre todo, la confusión entre renovación y recambio. El recambio puede ser una condición necesaria pero, por sí sola, es insuficiente.

Ciertamente, hemos visto hasta qué punto decenas de miles de afiliados al PSOE se han movilizado –tal vez como nunca lo habían hecho en su reciente historia--  para elegir a su secretario general. Y creado una tensión interna inédita, trufada en no pocas ocasiones de un trigo poco limpio. Un proceso más propio de fideísmos.  . El fideísmo es cualquiera de los varios sistemas de creencias que sostienen sobre variados argumentos que la razón es irrelevante a la fe, sea ésta religiosa o de otra naturaleza. Porque una determinada visión política puede derivar –como ha ocurrido muchas veces--  en religión. De hecho la fe es un vínculo que puede relacionar la religión y la política. Y siempre que se ha dado ha ido en detrimento de la razón política.

La crisis del PSOE, como la de la socialdemocracia europea, viene de lejos. El famoso Ok Ferraz del 1 de Octubre del año pasado no es el origen de la crisis, sino una consecuencia de errores y limitaciones, que nunca se quisieron ver. Es más difícil que un rico entre en el Reino de los Cielos que un equipo dirigente político reconozca sus errores. (Hecha la excepción de la congregación laica que preside la Madre Superiora de las Hermanitas de Andorra).

Sin embargo, los estrategas de cada uno de los contendientes (Díaz, Sánchez y López) han enfocado el litigio como si la crisis del partido tuviera un origen inmediato. Claro, con el mandato y beneplácito del tridente. Todos ellos han hurtado a «la militancia» ese dato: que la cosa viene de muy atrás. Así pues, este proceso de primarias ha tenido ese déficit de explicación. La conclusión implícita es: tras la elección de la jefatura empieza la remontada. Lo que no es posible sin hacer un análisis de las patologías del PSOE, sin proponer un proyecto, digno de ese nombre.

Ahora bien, un proyecto, con su trayecto gradual, no puede construirse sin su correspondiente referencia en torno a la reciente historia del partido. Y en este caso a sus lagunas y distracciones. Que son, grosso modo, en esta visión heterodoxa las siguientes:

1.--  El PSOE y la socialdemocracia europea presumieron siempre de que la implosión del modelo soviético no le afectaba, que sólo era cosa del comunismo. Con lo que vieron cómo entraban en barrena los partidos comunistas europeos, pero no se percataron de que también ellos mismos empezaban su parábola descendente.

2.--  Los principales dirigentes del PSOE se contagiaron de la sospechosa magia de la tercera vía que escribieron y llevaron a la práctica Tony Blair y Gerard Schröeder. Siguió bajando la parábola socialista en España y Europa.

3.--  El PSOE jamás de los jamases analizó el divorcio entre el partido y “su” sindicato, UGT. Que una relación histórica de este calibre no motivara ninguna averiguación de su por qué fue algo escandaloso. Ni siquiera que de aquel vínculo se pasara a algo meramente protocolario. Tres cuartos de lo mismo podemos decir de lo que ocurre en el Viejo continente sobre este particular.

4.--  Tampoco prestaron atención a la irrupción del movimiento de los Indignados y su posterior transformación en el partido de Podemos.  Cuando quisieron dar una explicación sobre ello fue de la mano de Susana Díaz con esta descomunal grosería: “Muchos de los que se indignaron –el 15M- pensaban que iban a poder tener su casita en la playa y que iban a conseguir que sus chavales fueran a la universidad y, además, tuvieran un master”.  Un intento grotesco de  darle una explicación a la situación en la que se encuentra el PSOE y por qué los jóvenes han dejado de votarle. 

5.— Por último, pero no menos importante, tres grandes cuestiones que someramente son las siguientes: a) el partido no ha dicho absolutamente nada sobre la gigantesca innovación y reestructuración de los aparatos productivos, la crisis económica y la cuestión social.

Así las cosas, ¿cómo no iba a entrar en barrena el viejo partido? Y si además nada de ello se quiso ver –o no se supo ver— el solipsismo socialista estaba cantado. El estilo de las primarias, también. Pronto veremos el resultado.

P/S. Sinceramente deseamos que el doctor don Alejandro Otero (en la foto) atienda al paciente.


sábado, 20 de mayo de 2017

«La criminalización del derecho de huelga»


Importante artículo el de Antonio Baylos, La criminalización del derecho de huelga (1). No descubrimos el mediterráneo si afirmamos que el profesor conoce el paño. Su tesis doctoral y la abundante investigación sobre el particular lo avalan. En todo caso, dicho artículo que comparto me sugiere algunas reflexiones, en primer lugar, sobre el tema y, en segundo lugar, sobre su ejercicio en estos nuestros tiempos. Sobre ambos convendría que el sindicalismo se parara un momento y meditase pormenorizadamente.

Una observación previa: no considero atinado el eslogan, tan recurrente en los últimos tiempos, de «la huelga no es un delito». Es una definición en negativo que da toda la impresión de que se está a la defensiva. En vez de poner énfasis en lo positivo –esto es, la huelga es un derecho constitucional--  se opta por lo que no es. Es, por otra parte, un error mediático que se ha ido generalizando no se sabe muy bien por qué. Más todavía, cuando existe ciertamente un ataque en toda la regla contra el derecho de huelga, es de pánfilos afirmar que no es un delito. Dicho lo cual podemos pasar a la segunda reflexión.

El ataque al derecho y al ejercicio de la huelga muestra el rotundo fracaso de los repetidos intentos de cooptar al sindicalismo para que acompañe acríticamente las políticas contra la condición asalariada. Podemos convenir que los intentos de nuestras contrapartes fueron históricamente así: primero un ataque al sindicalismo y sus instrumentos; después vino el intento de convertirlo en un sujeto técnico como agente de la llamada paz social. Ahora, el neoliberalismo y sus diversas familias intenta combinar lo primero y lo segundo: el palo y la zanahoria. De un lado, la criminalización de la huelga y conseguir que sea mero compadre de los cambios y transformaciones que están en curso.

La segunda observación se refiere al  ejercicio del derecho de huelga, a las formas prácticas que necesitan una profunda renovación. Porque si bien las nuevas y novísimas tecnologías pueden ser un instrumento de apoyo a su ejercicio, no es menos cierto que, en otros casos, lo interfieren. La antigua expresión de «huelga de brazos caídos» --si no se trabaja, las máquinas se paralizan--  ya no es cierta. O no tan cierta como antaño. Haces huelga, pero las máquinas siguen funcionando a todo meter. Lo que provoca que, de una vez por todas, se proceda a nuevas formas de ejercicio del conflicto. En caso contrario, se irá provocando un desfase entre los objetivos del ejercicio de huelga  y su eficacia real.

Permítanme una referencia personal. Precisamente en No tengáis miedo de lo nuevo; trabajo y sindicato en el capitalismo globalizado, en su Tranco sexto, abundo en esta cuestión. Estará en las librerías el día 5 de junio próximo. Con Javier Tébar y Antonio Baylos. Editado por Plataforma editorial.  


viernes, 19 de mayo de 2017

Enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido


Parece que la última trinchera del Partido Popular empieza a estar en apuros. Nos referimos a Cristina Cifuentes. La UCO –o sea, la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil--  la ha señalado en sendos informes. Hay sobrados indicios de que no es oro todo lo que reluce, por decirlo de una manera suave. O, si lo prefieren, el oro del que presume Cifuentes es del que cagó el moro. Consecuencias: el hombre de Pontevedra, con más apuros todavía, ordena el cierre de filas con un alegato que va dirigido sin disimulo a la (todavía) potente bandería del partido que, sumida en la charca, dispara contra la última trinchera, contra su propia conmilitona, doña Cristina. Cosas del fuego amigo que, cada vez más, es enemigo. Ya lo dijo el canciller Adenauer: «Hay enemigos, enemigos mortales y compañeros de partido». Y Andreotti lo remató con palabras similares.

La reacción del Partido Popular sigue la senda más de lo mismo. Con una novedad que ya Cifuentes había señalado: un ataque en toda la regla a la mismísima Guardia Civil. Exactamente así: ¿quién se cree que es la UCO para apuntar contra la virginidad de Cristina?  Entiéndase: la virginidad de quien no tiene la mano tiznada.

Y como es de rigor en estos casos, la defensa de Cifuentes es el ataque. A la otrora inatacable Benemérita. La pura Cristina arremete contra la metodología de la UCO a la hora de hacer sus informes. Dice: la UCO no puede indiciar qué son delitos y qué debe proponer al Juez instructor. ¿Ignorancia sobrevenida? No, padre. Se trata de una burda operación de deslegitimación de la UCO, de sus formas de investigación y una acusación a la falta de independencia de la Unidad. El mismo estilo que el de sus mentores. En todo caso, son unas maniobras inútiles. El Magistrado Joaquim Bosch lo ha dejado claro: el informe de la UCO es impecable, hace y dice lo que le corresponde. Así las cosas, lejos están los tiempos de aquella «guardia civil caminera». Lo sabe perfectamente el hombre de Pontevedra y lo teme esta Cristina Cifuentes, cuya pureza está siendo puesta en entredicho. En conclusión, el Partido apostólico va perdiendo asideros a marchas forzadas. Por su mala cabeza.


P/S. En la foto el cabo Colomera, el terror de las tierras de Granada, de su vega y del secano. 


jueves, 18 de mayo de 2017

Nada menos que la «guerra democrática»


El exdiputado del PDECAT en el Congreso, Francesc Homs, ha asegurado que "hemos declarado la guerra democrática a España" durante un almuerzo-debate junto al economista Guillem Lopez Casasnovas en el Born Centro de Cultura y Memoria de Barcelona. El también ex consejero de la Presidencia ha añadido que "tenemos la oportunidad de ganarla" (1). Me hago cruces con la estrambótica verborrea de este caballero. Siempre tuvo una querencia al lenguaje naïf pero en esta ocasión se ha superado con creces. Hasta tal punto que da la impresión que quiere competir con los ideolectos del hombre de Pontevedra.

Resulta que Homs y los suyos han declarado la «guerra», que por más señas es «democrática», a España. Un sintagma esperpéntico, que haría sonrojar hasta un picapleitos de tres al cuarto. En todo caso, la hipotética guerra declarada no impide los cabildeos entre el grupo parlamentario de la vieja Convergència y el PP: yo te saco las castañas del fuego de la estiba y, a cambio, tú te llamas Andana en lo relativo al caso Palau.

Ahora bien, que lo dicho sea una gilipollescencia (lo de la guerra democrática) no necesariamente impide que le dediquemos algunas reflexiones. Por ejemplo, Homs reclama que hablen de él. Necesita que se le tenga en cuenta en el quién es quién en todo el procés, incluidos sus meandros. Así pues, como fiel masovero le hace otro servicio al amo. Debe intentar tapar mediáticamente, dentro de lo posible, la espectacular trifulca entre la mayoría parlamentaria de Junts pel Sí, que vuelve a enfrentar al partido de Mas con Esquerra Republicana de Catalunya por el asunto Palau.

En todo caso, esto de la guerra democrática no es irrelevante porque puede inducir a interpretaciones por parte de algunos lobeznos del secesionismo. Que, hartos de componendas, acabarían organizando una particular kale borroca a mayor gloria de Cataluña.  


martes, 16 de mayo de 2017

LA EXTERNALIZACIÓN Y SUS EFECTOS SOBRE LA FRAGMENTACIÓN DEL MERCADO DE TRABAJO



MIQUEL ÀNGEL FALGUERA BARÓ
Magistrado especialista Tribunal Superior Justicia de Cataluña

1.  LA PROGRESIVA DERIVA REGRESIVA DE LAS CONDICIONES LABORALES (EN ESPECIAL, RETRIBUTIVAS)

Hace años que se escucha el término “dualidad” en referencia al mercado de trabajo. Aunque es cierto que desde hace años existe una peligrosa fragmentación de las condiciones contractuales, con esa noción un determinado pensamiento económico –hegemónico, aunque en progresivo declive, pese a su constante implantación en el iuslaboralismo – pretende evidenciar la existencia de dos colectivos de asalariados: los trabajadores fijos con empleo estatal –que se califican como “sobreprotegidos”- y los temporales, con menores derechos laborales en la práctica –aunque no, más allá de la duración del contrato, en el plano jurídico-. Y esa tesitura se aboga por la aplicación de la tabla rasa “a la baja”;  esto es: la extensión de las peores condiciones contractuales de los temporales a los indefinidos, Ahí está la famosa propuesta del denominado “contrato único” como paradigma. 

Es evidente a estas alturas que esas propuestas no son más que mera ideología. En el fondo, no se postula otra cosa que la subindicación salarial y la degradación universal de las condiciones de trabajo, como instrumento para avanzar en la peligrosa deriva de la distribución negativa de rentas a la que estamos asistiendo en los últimos años.  Es en ese marco en que cabe situar las reformas laborales de 2012 y 2013 (con notorios antecedentes que a veces se olvidan), en tanto que éstas han significado –con el beneplácito del TC- un evidente empeoramiento del régimen contractual de las personas asalariadas, al promover una reducción de indemnizaciones extintivas, el incremento de las competencias unilaterales de los empleadores y una notoria capidisminución de los poderes de los trabajadores en la empresa y de las atribuciones de la negociación colectiva.
Se afirma por algunos que en la actual tesitura sólo es posible la denominada “devaluación interna” a fin de ganar competitividad y, por tanto, crear empleo. Y a dichos efectos se aportan como prueba las recientes estadísticas de desempleo. En definitiva, se nos dice y reitera hasta la saciedad, más vale empleo mal retribuido pero creciente, que empleo de calidad, pero escaso. Repito que es ése un discurso ideológico: su lógica de fondo sería aceptable si esa degradación de ingresos fuera universal y compensada. Porque las estadísticas también ponen en evidencia otra cosa: que la porción de rentas de empleadores y rentistas no para de crecer, mientras que la de los asalariados va a la baja (aunque estos siguen siendo, con muchos, los que más contribuyen al  erario público). El discurso neoliberal aparentemente igualitarista y distributivo limita sus propuestas reduccionistas a los asalariados, pero no acepta su generalización entre los más privilegiados (lo que se justifica con el mantra de “la desigualdad crea riqueza”… cuya falsedad puede comprender hasta un niño).

No deja de ser sintomático que el partido gobernante que tanto se envuelve en la bandera de la Constitución –aunque sus padres fundadores no la votaron- se olvide de uno de los primeros mandatos inscritos en el frontispicio de nuestra Carta Magna (art. 9.2): “corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social” (aunque tampoco es extraño en el partido que facilitó –y lo sigue haciendo- la liberalización del suelo, pese al contenido del artículo 47 CE).

Ahí está el fenómeno de los denominados “trabajadores con empleo pobres”, una tendencia que se está extendiendo especialmente entre las jóvenes generaciones (con evidentes dificultades para acceder a necesidades tan básicas como una vivienda). La ruptura del mandato constitucional no puede ser más evidente. 

Pero concurre un efecto adicional que nos afecta también a los juristas: progresivamente el Derecho –con su bagaje cultural más que bimilenario- se ve ominosamente sometido a los designios de la “ciencia” (sic) económica, con apenas dos siglos de historia. A veces uno tiene la impresión que su actuación como juez –y aplicando determinadas hermenéuticas jurisprudenciales y constitucionales- se asemeja más a una especie de componedor del conflicto social en función de la situación económica o la productividad, que como garante de los derechos constitucionales. Poco a poco, en forma silenciosa, el derecho a la propiedad y el derecho a la libre empresa, pese a su mera condición de “principios rectores” han ido alcanzando en la práctica jurídica el estatus de derecho fundamental privilegiado, incluso de eficacia inmediata privilegiada sobre aquellos otros que, en el plano formal, sí tienen la condición de derechos fundamentales “puros”.


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lunes, 15 de mayo de 2017

A propósito del ciberataque ...



... y la organización que lo posibilita


Pedro López Provencio


En estos días, el ciberataque que han sufrido muchas instituciones y empresas de los cinco continentes es muy grave. Dicen. Y la amenaza de los hackers está desatada. Y, al parecer, exigen el pago del chantaje en bitcoins. Esa moneda digital que resulta más difícil de rastrear que las otras y, en consecuencia, protege la identidad de los poseedores espurios. Denominados piratas informáticos en este caso. Al igual que con las monedas de otros piratas, financieros, evasores, corruptos y otros criminales de distinto pelaje. Que también pueden apropiarse de lo indebido utilizando esa y cualquiera otras monedas más o menos virtuales. Usando los paraísos fiscales y otros bancos más o menos cercanos. Siempre propicios a captar nuevos ingresos y fuentes de financiación.

Paralizado parte del sistema, por la encriptación ajena de los algoritmos y de los datos propios, se hace imposible su utilización. Se envía a los trabajadores a su casa. Claro, no tienen nada que hacer. Su trabajo consiste en seguir las instrucciones que les proporciona la máquina y, a veces, coadyuvar a su alienado funcionamiento.  Al revés de no hace mucho, que las máquinas seguían las instrucciones de los trabajadores. Se va culminando la separación entre la acción laboral y el pensamiento inteligente. Separación que se establece con mayor precisión. Taylor en todo su esplendor. Con los complementos de Ford y Toyota.

El martes pasado, día 9, impelido por Javier Tébar en su ingente labor por desasnarnos, fui al speaker’s corner de CCOO. A escuchar al profesor Hiroaki Watanabe. Nos habló sobre la lucha por la revitalización de los sindicatos japoneses y la organización de los trabajadores después de la desregulación del mercado laboral. Entendí, por una parte, que allí no existía tal lucha. Los sindicatos japoneses de empresa están para que ésta permanezca, hacerla más productiva, conseguir más carga de trabajo, que no se deslocalice y que se incrementen los beneficios. Con la esperanza, supongo, de conservar el empleo y de que “algo les caiga”. Uff, no sé por qué se me vienen a la cabeza algunas empresas del automóvil de por aquí.

Por otra parte entendí que, a pesar de las grandes diferencias culturales, históricas, psico-laborales y sociales, la evolución, de los sistemas de contratación laboral, ha seguido pautas similares. Desde la década de los 70. En Japón como en Alemania, Italia, Estados Unidos, España, han sido calcadas. La anterior contratación laboral, fija e indefinida habitual, ha pasado a ser generalmente temporal y precaria. La autorización para la creación y funcionamiento de empresas prestamistas se han dado en las mismas épocas. Y la frecuencia en la contratación de empresas auxiliares también. Éstas ya fabrican subconjuntos del producto y aportan los trabajadores que entran en la fábrica principal para montar su parte en el conjunto acabado. Todo ello ha proliferado al mismo compás.

Después de 50 años de trabajo ininterrumpido en empresas privadas e instituciones públicas, no se me ocurre nada importante que suceda en su seno por casualidad. Cuando en los años 60 trabajaba como Oficial mecánico ajustador, el empresario necesitaba conservar a los profesionales y demás trabajadores. En sus conocimientos y experiencia se sustentaba principalmente la producción, la organización del trabajo y la supervivencia de la empresa. De ahí pagar buenos complementos por antigüedad. De ahí la contratación laboral fija e indefinida. Eso ha cambiado. El trabajador se consolida ahora como simple apéndice del sistema. Del que se requiere el conocimiento mínimo necesario para accionar el puesto de trabajo en el que se le coloca. Conocimiento que le puede suministrar la empresa en un plis plas. Porque base para adquirirlo suelen tener de sobras. Se requiere especialmente que sea sumiso y obediente y, a ser posible, asustado e individualista. Hay empresas de selección de personal que se dicen especialistas en observar la mirada. Ha de aceptar venir cuando se le llame e irse cuando se le diga. Sus conocimientos y experiencia cuentan muy poco. O nada. De ahí la contratación precaria y temporal.

No hay duda de que es muy necesario que los sindicalistas se ocupen de que se cumplan los derechos consolidados de los trabajadores. Y que les ayuden en todas aquellas dificultades que les pueda ocasionar su relación laboral subordinada. Que les faciliten y aporten los servicios de gestoría administrativa y de asesoría y de defensa legal letrada. Y acudan, cuando convenga, a la Inspección de Trabajo y a la Jurisdicción Social. Que deberían actuar de oficio cuando correspondiese. Y atender, además, a la evolución salarial, la renta garantizada y la jubilación. Y a los servicios sociales y demás percepciones indirectas.

Pero un Sindicato que se proclame de clase y sociopolítico debería tener el firme propósito de discutirle al empresariado la organización del trabajo e intervenir en el control de gestión de las empresas. Para conseguir más derechos y evitar que se pierdan los conquistados o consuetudinarios. Seguro que no será fácil. Lo he vivido desde los dos lados de la mesa de negociación y sé de las contradicciones y dificultades que hay por ambas partes. Pero en un momento en que se avanza en una nueva revolución industrial me parece imprescindible que el Sindicato actúe y trate de condicionar su evolución. Para que los trabajadores sean el factor principal de todo proceso de trabajo.

Es evidente que esto no se va a poder acometer con éxito aisladamente en un solo país. Es una labor sindical internacional. Pero, como todo, no se plantea de golpe al unísono en todo el mundo. Por algún lugar se empieza y por otros se sigue. Y alguna labor se está haciendo ya con empresas multinacionales y deslocalizadas.

El desempleo y el malempleo actual ha sido provocado, en gran medida, por la crisis y la deslocalización desordenada de empresas. Que, en vez de redistribuir la producción para mejorar las condiciones de vida por todo el mundo, y evitar la emigración forzosa, lo hacen en exclusiva para reducir costes. Y obtener mayores beneficios privados. Explotando a los trabajadores de allí como ya no lo pueden hacer con los de aquí. Aunque haya retrocesos evidentes.

También se evapora la esperanza y se ausenta la posibilidad de realización personal mediante la participación en un trabajo creativo y socialmente útil. Pues la actual organización del trabajo persigue todo lo contrario. Lo que posibilita que los trabajadores encuentren una luz en los profetas de la extrema derecha, que tratan de consolarles ofreciéndoles falsos culpables, como los emigrantes o los sindicatos o la ausencia de fronteras. O que se pueda creer en mágicas soluciones como la secesión, la independencia, o el derecho a decidir. O burdas distracciones como los referéndums para “decidirlo todo”. Aquí como en la Gran Bretaña.

En un mundo en el que el poder que proporciona el conocimiento y la información se lo reservan a unos pocos. Legales o ilegales. Propietarios o usurpadores. Se puede hacer tambalear el sistema con relativamente pocos medios. Y poner en mayor peligro a la generalidad de las personas. Como se está viendo en estos días.

Para atajar esos peligros el saber se ha de extender y distribuir. Para que de los problemas reales que padecen los trabajadores, con y sin empleo, no que sea la ultra derecha xenófoba y facistoide la que obtenga ventaja, de la precariedad, el paro, la falta de horizontes y utopías necesarias para caminar. Es necesario cambiar los condicionantes que impone la actual forma de organizar el trabajo.