lunes, 5 de septiembre de 2016

Los párvulos del post bipartidismo




Esta foto es obra del maestro Joan Guerrero

Parece que algunos pensaron que, tras el aparente entierro del bipartidismo, las cosas iban a funcionar de una manera no tan complicada. Lo primero que nos interesa recalcar es lo siguiente: si bien no estamos en los tiempos del bipartidismo rampante, no es menos cierto que las fuerzas políticas determinantes para cualquier operación siguen siendo las que protagonizaron el bipartidismo. Más todavía, los emergentes, con la sedicente novedad que representan, tienen una importancia relevante de acompañamiento. Esta expresión, «de acompañamiento», no debería entenderse en clave de subalternidad. Ni siquiera en Ciudadanos, ya que su acuerdo con el PP ha sido dictado por intereses propios, a saber:  intentar que no hubiera una nueva convocatoria electoral por mor a otra sangría de votos.

Por otra parte, vale la pena traer a colación lo siguiente: todas las fuerzas se han desarrollado en el bipartidismo: unas, en su regazo; otras en la sombra. Digamos, pues, que la acción política de todos ellas ha estado presidida y condicionada por las flores y los jaramagos de este sistema. Ahora, la novedad es que unas y otras están en la escuela de párvulos del post bipartidismo. Lo que explicaría, aunque parcialmente, este ir a trancas y barrancas de la política española.

Ahora bien, este post bipartidismo no se refiere a una situación de estabilidad en el interior de cada partido o coalición, al menos en las que se sitúan topográficamente en la izquierda. Y, en el caso de las coaliciones, tampoco se caracteriza por una estructuración virtuosa de sus confluencias. Digamos, así las cosas (si es que éstas están como digo), que en el interior de cada fuerza –repito, de izquierdas--  hay demasiados desasosiegos que impiden hacer una  política eficaz. El caso del PSOE es paradigmático, pues coloca Pedro Sánchez ante la misma indecisión que el famoso Buridán. Aunque todo indica que Sánchez cuenta con una mayoría claramente visible, esta queda parcialmente desdibujada por el relumbrón cualitativo de la minoría que le incordia. Y, en la casa de Podemos, tenemos a un Pablo Iglesias El Joven mirando con el rabillo del ojo a los primeros espadas de todas sus confluencias. Lo que le lleva, en cierta medida, a ir a salto de mata.

Nuevamente podemos decir con El Roto: «¡Qué claridad de confusión!».  


Entiendo que para más abundamiento habrá que acudir á lo que manifiesta   Javier Aristu en Cohesiones o disgregaciones, en su blog En Campo abierto: https://encampoabierto.com/2016/09/02/cohesiones-o-disgregaciones/, que sigue siendo un campo feraz, de regadío. 

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