domingo, 18 de septiembre de 2016

El sector Viejas glorias de la alta costura socialista



Don Federico y doña Vicenta


El sector Viejas glorias de los socialistas españoles está dramáticamente inquieto. Fueron modistos de alta costura que ahora están en un sin vivir, que se incrementa a la velocidad del sonido. Es más, es como si hubiera una competición para ver quién exhibe con mayor énfasis su propia patología. Es como si no estar en primera línea del zafarrancho político fuera un castigo. Algunos lo sufren con la tosca agresividad que ya tenían cuando apretaban el bastón de mando. Un bastón del que quedan no pocas reminiscencias en clave de orden o consigna, siempre perentoria. Nunca una sugerencia o consejo. Se diría que es la perplejidad por la pérdida de cotas de poder. Pero, posiblemente, entrar en las tripas de estas cuestiones sea más complicado de lo que parece.

Por ejemplo, cuando alguien de estas glorias antiguas afirma que hay una obsesión podemita (sic) para obligar a  Rita La Más Grande a que abandone su escaño en el Senado, ¿cómo interpretar esa postura? Importa poco si quien lo ha dicho es Anás o Caifás. O cuando otra estantigua avisa de que si se pacta con Podemos, él votaría a Rajoy, atribuyéndose, además, que «todos los españoles harán lo mismo». Ambos caballeros, como todos sabemos,

Entiendo que lo dicho por ambos personajes sobrepasa la desmesura y se acerca temerariamente a unos comportamientos de difícil –para un servidor, se entiende— comprensión. No obstante, sabemos que es una lucha entre las Torres del Homenaje, mientras los siervos están abajo, estupefactos, observando el declive de la alta costura.   

Lo único que se me ocurre es que el hecho objetivo de este pathos no tiene una raíz en las ideas. En mi opinión es un  combate de pólipos y divertículos que requieren una clonoscopia urgente. Sin embargo, no tengo inconveniente en afirmar que esa solución es fruto de mi incompetencia para entender ese fenómeno.

Sea como fuere y por las razones que fuesen, las cosas están como las dejó escritas el poeta de La Fuente: «En la mitad del barranco / las navajas de Albacete / bellas de sangre contraria / relucen como los peces». El poeta lo denominó Reyerta.


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