viernes, 16 de septiembre de 2016

¿El PSUC del siglo XXI, dice usted?



Está siendo muy recurrente referirse al PSUC, el Partit Socialista Unificat de Catalunya (comunista). Algunas fuerzas políticas de reciente denominación de origen con sus personajes en busca de autor, insisten en querer ser «el PSUC del siglo XXI». Se agradece el piropo retrospectivo, pero –yendo sin perifollos, ni protocolos— hay que decir que es una quimera. Lo que no impide, ciertamente, que dicho partido de ayer motive y sea fuente de inspiración para nuestros días. Con la condición de que dicha fuente de inspiración no se convierta en una calcomanía. No hace falta recordar que la calcomanía no figura en las bellas artes.

El PSUC es irrepetible. Lo acreditan las condiciones históricas de su nacimiento, desarrollo y organizada defunción. Digamos, pues, que esa irrepetibilidad no le da al partido mayor o menor grandeza, simplemente le connota como la organización concreta en un momento dilatado y diverso de la historia de Cataluña. Surge como es sabido, de la inteligente fusión de varios partidos socialistas y uno comunista en la antesala de la Guerra civil española. Es el partido que establece un fuerte vínculo, político y sentimental, con las clases trabajadoras en el contexto de una organización del trabajo de fordismo cuartelario en un concreto Estado—nación. Y, desde ese marchamo, trabajó por una identificación voluntaria de la inmigración con la personalidad de Cataluña. Como dijo Juan José Maroto de Pablo Iglesias El Grande, también el PSUC fue «un educador de muchedumbres». Por lo demás, la imagen que se idealiza del PSUC fue la de sus últimos años, antes de la organizada defunción. Justamente cuando el partido de los comunistas catalanes parecía ser la fuerza que imprimía mayor densidad intelectual a las (recatadas) organizaciones que llevaban una vida política más discreta. Podríamos decir, pues, que el PSUC fue grande cuando la izquierda y el comunismo representaban una esperanza, idealizada o no, de transformación de las cosas.

Las fuerzas actuales que buscan autor y una denominación de origen se equivocarían de momento y de fase si quieren ser el PSUC del siglo XXI. Nuestro contexto –innovación y restructuración de los aparatos productivos y de servicios en la globalización, hundimiento del taylorismo-fordismo y crisis del Estado nacional--  no tiene nada que ver con los años del PSUC. Por lo que, dispensen la rotundidad del lenguaje, cualquier intento de crear alguno nuevo para ser el PSUC de este siglo es tan disparatado como resolver ecuaciones abelianas con un ábaco.

Oigan, busquen por los retales de la sociedad la materia prima para confeccionar un traje adecuado para estos tiempos, que son los nuestros. Y un consejo completamente interesado: escarben con las herramientas adecuadas la manera de insertarse en el mundo del trabajo realmente existente. 



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