domingo, 8 de marzo de 2015

Podemos y el hombre más poderoso del mercado




Nota. Este blog se une al celebrado homenaje al amigo Gianni Bombaci.


Es conveniente leer las páginas del suplemento sepia de El País. Es una recomendación que hago a los sindicalistas pues su información puede servirle para sus quehaceres. En esta ocasión, en el suplemento de este domingo, aparece un artículo sobre “el hombre más poderoso del mercado”, Larry Fink. Este caballero dirige la Black Rock, la mayor gestora de fondos del mundo con unos 4,2 billones de activos (con b de Barbate). Con la misma intención descriptiva que el periódico le decimos al lector que el caballero cobra 24 millones de dólares al año y –se supone--  que no pasa agobios. Pero, por si las moscas, cuenta con una participación en la empresa del orden de 420 millones de dólares. Añadamos, además, otro dato significativo a la biografía del caballero: en el año 2011 firmó un contrato con el gobierno griego en calidad de asesoramiento económico. Nos abstenemos de hacer comentarios porque, precisamente ahora, estamos en horario infantil

En todo caso, no es por estos datos por lo que es noticia.

La noticia es las opiniones que da sobre el proceso electoral español de todo este año y  su referencia explícita a Podemos. Y para recordarnos que tiene bastón de mando declara:

                
«Si gana Podemos puede haber un cambio en el sentimiento del mercado lo que significaría una subida de la prima de riesgo»


Chocante, porque no sabíamos que el mercado tuviera «sentimiento». Pero dejemos las cosas ahí; respetemos el sobrevenido sentimiento poético de este caballero: nada impide que los ricos sean poetas o incluso filósofos. En todo caso, barrunto que don Larry ha dado el pistoletazo de salida para meter jindama en el “sentimiento” popular a la hora de las votaciones. Lo que indicaría el canguelo de sus cofrades y, por supuesto, de Mariano: sí, ese hombre que va donde le llevan.


Ahora bien, dejemos las cosas claras: don Larry y los suyos cumplen, para nuestra desgracia, con su obligación que no es otra que la defensa cerrada de sus intereses. Y lo hace desde una atalaya global. El problema está en si nosotros –la izquierda social y política-- somos capaces de dejar de ser parroquianos de aldea, sujetos de campanario.  En caso de no hacerlo, las reclamaciones deben dirigirse al Maestro armero. 

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