lunes, 2 de febrero de 2015

18 de Febrero: En defensa del derecho de huelga. Jornada de acción mundial.




18 de Febrero: En defensa de las libertades y del derecho de huelga. Jornada de acción mundial. 



(Panfleto argumentado de un viejo)

La Central Sindical Internacional (CSI) tiene sobrados motivos para convocar ese día movilizaciones en defensa de las libertades y del derecho de huelga. Ni qué decir tiene que los trabajadores españoles tienen motivos sobrados para participar, activa e inteligentemente, en esa movilización. Por supuesto, también en todo nuestro viejo continente.

El derecho de huelga es sobre todo un instrumento de primer orden tanto para la autodefensa como para la capacidad propositiva de todos los trabajadores que, en España, son los propietarios de él. Digámoslo con rotundidad: el conjunto asalariado –y toda la sociedad— no habría llegado a cotas tan altas de bienestar si no hubiera dispuesto de la palanca que representa el ejercicio de la huelga. Su defensa es hoy más necesaria que nunca porque se pretende consolidar un proceso de ruptura, que viene desde el inicio de la crisis de 2008, del «ciclo largo» de conquistas --en España desde la democracia y en Europa desde la posguerra. 

Los trabajadores están concernidos a defender uno de sus instrumentos capitales: la huelga. Porque sin dicha acción colectiva están maniatados y a expensas de todo acto arbitrario en su contra.  Los sindicatos están obligados a ello. Atención: no sólo los sindicatos confederales (tanto los llamados mayoritarios como los minoritarios), también lo están los sectoriales como los profesionales porque sin la huelga se convertirían, queriendo o sin querer, en sujetos inactivos, subalternos de todo dominio económico y político extraño, aparentemente amigo o espónsor ocasional. Digamos, pues, que el derecho de huelga es un derecho “de primera necesidad”. De ahí que haya que defenderlo con todo tesón e inteligencia. No es sobrado recordar la frase de aquel celebrado abogado laboralista catalán, Fransesc Layret,  que dejó dicho: «Cuando los trabajadores hacen huelga, no es que no quieran trabajar, es que quieren hacerlo en mejores condiciones».

Las históricas movilizaciones por la enseñanza y la sanidad públicas, entre otros ejemplos, consiguieron una serie de importantes bienes democráticos. Sin el ejercicio de la huelga no hubiera sido posible. Y sin él tampoco tendríamos libertades públicas. Digámoslo con claridad y sin altivez: la sociedad tiene una deuda histórica con el ejercicio del derecho de huelga. Esta deuda debe pagarse cada vez que está amenazado, saliendo en su defensa.  Por supuesto, debe ser el principalmente el conjunto asalariado –camachianamente hablando: desde los de mono azul hasta los de bata blanca— desde los centros de trabajo, estudio, investigación y cultura quien se implique más en esa batalla que tiene un punto de inflexión el 18 de febrero. Acompañado por los que, como hemos dicho, gozan de los resultados de las conquistas históricas. Conquistas históricas, decimos, que vienen de antaño: de un legado que nos han dejado personas de la talla del viejo Pablo Iglesias y Anselmo Lorenzo, del Noi del Sucre y Joan Peiró, de Marcelino Camacho, Nicolás Redondo y Manolo Zaguirre. Y de todos los dirigentes obreros del siglo XIX.

Ya hemos argumentado hasta la extenuación en este blog los motivos que llevan a los ultras del turbocapitalismo y a los dirigentes del Partido apostólico –con el degano, el administrador de lo que considera su finca española, Rajoy--  a criminalizar el ejercicio de la huelga. No insistiremos, por sabidos, nuestros argumentos. Ni siquiera reincidiremos en que el derecho de huelga es parte inescindible de las libertades democráticas. Pero si queremos recordar lo uno y lo otro al conjunto de las formaciones políticas de la oposición. Si hay que argumentarle los motivos es que algo le falta.

Quiero hacer, finalmente, una humilde sugerencia: aunque la mayor visibilidad la tendrán las capitales de provincia, nadie debería obviar que es necesaria la mayor descentralización de la acción colectiva del día 18, especialmente en aquellos pueblos un tanto alejados de las grandes ciudades. Entiendo que es necesario por los siguientes motivos: la mayor agregación de personas al conflicto y la recuperación del sentimiento de pertenencia emocionada al sindicalismo, como sujeto que pone en movimiento a las personas de carne y hueso.  Que da ánimos fundados a la unidad social de masas.


Radio Parapanda. Cosas de nuestra amiga Rossanna Rossanda: http://fondazionepintor.net/rossanda/intervista/gnoli/




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