martes, 19 de agosto de 2014

SINDICATO Y CONTROL DEL SALARIO




Sugiero a los amigos, conocidos y saludados que hagan una lectura atenta del artículo que ayer mismo publicaba Antonio Baylos: Desigualdades salariales en http://baylos.blogspot.com.es/2014/08/desigualdades-salariales.html.  Me importa decir que comparto la música y la letra de lo dicho por el maestro. En todo caso, quiero hacer patente algunas consideraciones que se desprenden de dicho trabajo. En él hace referencia a una reciente declaración de Comisiones Obreras donde se valora el resultado de la negociación colectiva  y, para el caso que nos ocupa, de la cuestión salarial.

Habla la mencionada declaración de que los resultados en torno al salario han significado una «devaluación» y que «los recortes salariales se han generalizado en todas las ramas y empresas junto con el empeoramiento de las condiciones de trabajo». En efecto, así ha sido; y así continúa. Estamos, dicho en plata, ante un ataque de nuevas proporciones al salario y a las condiciones de trabajo. Ahora bien, deduzco que todo ello tiene una consecuencia muy directa, de la que no habla la declaración confederal: la pérdida de control por parte del sindicato tanto de los salarios como de las condiciones de trabajo. Quiero poner especial énfasis en esta cuestión (la pérdida de control) porque este es el objetivo de la reforma laboral: que el sindicato no ejerza su función independiente y autónoma de controlar los salarios y las condiciones de trabajo. Porque, como debería ser bien sabido y relatado, dicho ataque es la consecuencia de la agresión al poder controlar, tal vez la tarea fundamental que define la acción colectiva y personal de todo sindicato. Más todavía, si el acento descriptivo se pone sólo en la agresión al salario y las condiciones de trabajo es de cajón que ello conduce a una batalla defensista. Pero si colocamos el control como eje del problema estamos yendo a las causas de la cuestión, y desde ahí es posible reconducir la presión sindical. Esta reflexión es ahora, si cabe, más pertinente tras el repunte de la siniestralidad laboral y su relación con la pérdida de control de las condiciones de trabajo. 

Lejos están, pues, los tiempos en los que un alto directivo de Volskwagen, a finales de los noventa, afirmaba: «Ahora entramos en una fase de transición y de turbulencias que durará diez años  y que lo cambiará todo. ¿Cómo es posible gobernar este cambio sin una clase trabajadora y su saber hacer y con el  patrimonio profesional  que se ha acumulado en todos estos años? Yo no puedo arrojar a la cesta de los papeles un patrimonio de este género. Con él debo intentar cambiar y transformar la empresa». Lástima que tan sabias palabras se quedaran en agua de borrajas, incluso en la misma empresa. Y lástima que se insista en esta fase de «turbulencias» en que la solución sea que los controles sindicales –bienes democráticos, que conste— vayan desapareciendo.


Por lo demás, léase sin prejuicios lo que el mismo Baylos indica acerca de la «crisis de representación del sindicato». Ya hablaremos de ello cuando pasen las calores.  Entonces, volveremos a tratar de la extraña longevidad de la representación sindical y su relación con la representatividad sindical.  De momento: ojo con las evoluciones de la parábola sindical.  

Radio Parapanda.  EL POLICIACO COMO LABERINTO


No hay comentarios: