jueves, 12 de junio de 2014

LOS SOCIALISTAS CATALANES EN SU LABERINTO



Homenaje a Giacomo Matteotti en el aniversario de su asesinato.


La dramática situación de los socialistas catalanes no viene de la «cuestión nacional». Esta, sin embargo, le ha dado mayor espectacularidad a la crisis que venía de tiempos más lejanos. Ahora bien, la dimisión de Pere Navarro, primer secretario del Partit dels Socialistas catalans, tiene efectivamente su epicentro en en dicha cuestión nacional. O, lo que es lo mismo: antes de Pere Navarro el partido tenía una metafórica neumonía bacteriana.

Como es natural, tras la dimisión de Pere Navarro, al no saber gobernar el tifón, se oyen voces reclamando el congreso del partido. Alguien, desde la oposición más inverecunda, ha reclamado ya un congreso de «refundación». Digamos entre paréntesis que la historia del PSC, desde sus orígenes, es el relato de una doble crisis de sus grupos dirigentes: una, las relaciones políticamente inamistosas entre sus miembros, y, dos, las complicaciones (unas veces subterráneas y otras afloradas) con el PSOE, que para unos era papá y mamá, para otros era hermano o hermanastro. Y si embargo, esa crisis de los grupos dirigentes no impidió que, al igual que las guerras civiles en la Roma republicana de antañazo, el partido –durante muchos años— fuera alcanzando importantísimas cotas de poder político e institucional. Ha llegado el momento de cerrar el paréntesis.

Habrá, pues, congreso. Y ya iremos viendo, desde el tendido de sol y sombra, su preparación, sus documentos y su clausura. En todo caso, harán bien considerar que la crisis viene de lejos. Es más, que tiene un profundo vínculo con la crisis de la socialdemocracia europea. Que ha alcanzado mayor diapasón con la inexistencia de un partido de ese ropaje en Italia y el humillante resultado del PASOK en Grecia. Pero como quien mucho abarca aprieta poco, vamos a centrarnos en los socialistas catalanes con trazos de brocha gorda.

Primero. Los socialistas catalanes, aunque no fueron los únicos, no supieron ver y, por lo tanto, no vieron los cambios (primero microscópicos, después de gran diapasón) que se iban sucediendo: de un lado, Cataluña dejaba de ser una importante geografía industrial, y, de otro lado, allá donde permanecía esa dimensión estaba en permanente y veloz reestructuración-innovación. 

Segundo. Los socialistas catalanes (al menos sus grupos dirigentes) fueron contagiándose –al igual que sus familiares europeos) de la mitografía del neoliberalismo. El «no hay alternativa» se añadió a quien no tenía ninguna alternativa. Así las cosas, quien sólo podía ofrecer políticas paliativas (la expresión es de Alain Supiot) que no contestaban los enormes desperfectos del neoliberalismo se iban deteriorando tanto la utilidad de los socialistas como la eficacia que, en principio, se les suponía. Que el partido siguiera teniendo un importante espacio de poder no impedía que fuera tendencialmente agrietándose.

Por otra parte, el PSC era percibido como un partido con el espinazo bífido: seguidor, consciente o inconsciente, del nacionalismo catalán para algunos y, para otros, una sucursal del socialismo español y, por tanto, reo de jacobinismo. Ante la emergencia de nuevos sectores que le disputaban por ambos flancos el PSC, dividido en mayor o menor medida en su interior, acabó embarullándose y, peor todavía, no leyendo el goteo significativo de pérdida de apoyos electores, ni siquiera lo que iba moviéndose hacia otros derroteros en los caladeros tradicionales de votos. No leyeron bien la emergencia de Esquerra Republicana ni la de Ciudadanos. La respuesta que daban recordaba la canción No hay novedad, señora Baronesa. Así el problema, la izquierda paliativa poco podía hacer.

Dos observaciones.

Una. Tengo para mí que la socialdemocracia europea en su laberinto  se encogió de hombros ante la caída de los países del Este con su socialismo de Boletín Oficial del Estado. «Eso no va con nosotros, es cosa de los comunistas». Lo vieron como la eliminación de un competidor electoral. No fueron pocos los que brindaron alborozados por la crisis mortal del PSUC en Cataluña. Sin embargo, “lo del Este” iba también con ellos.

Otra. Por otra parte, no estará en sus cabales quien vea que la profunda crisis del socialismo catalán es una oportunidad para su particular sorpasso. El nuevo cuadro podría acabar con menos izquierda. Hay quien espera, parece ser, la fabricación de nuevas contingencias electorales de la «izquierda fetén». A ello respondió de manera tosca un amigo iracundo: «Con un conjunto de virutas no se construye un mueble». Ignoren su descortesía, pero atiendan lo que quiere decir este caballero tabernario.


Radio Parapanda. Cuando la reforma laboral sea declarada constitucional este verano en   http://baylos.blogspot.com.es/2014/06/cuando-la-reforma-laboral-sea-declarada.html  Escribe Antonio Baylos

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