sábado, 4 de mayo de 2013

ALGUNOS RECLAMAN UN PACTO AHORA




Desde diversos sectores (de un lado, el PSOE y de otro, ciertos sectores de la CEOE) están reclamando, tras conocerse la descomunal cifra de paro, al gobierno Rajoy un pacto para salir de la crisis. A unos y otros es preciso recordarles lo que en tiempos un tanto lejanos decían algunos avisados sindicalistas. En marzo de 2009 de ello se habló en La gran concertación que propone Toxo; en septiembre de 2011 el mismo Toxo insistía en la necesidad de un  Pacto por el empleo. En ambas ocasiones se dio la callada por respuesta. O, mejor dicho, la ninguneada por respuesta.

 

En marzo del 2009 el presidente Zapatero ni siquiera consideró oportuno responder a la propuesta. La actitud zapateriana tenía una cierta lógica: si de manera obstinada negaba que hubiera crisis era de cajón que se no pusiera en marcha un pacto para abordarla. Y sin embargo, la crisis no sólo existía sino que ya había empezado a producir no pocos desperfectos. Los dirigentes de la patronal orgánica, que conocían –es de suponer--  hasta qué punto empezaban a torcerse las cosas ni siquiera hicieron pública su negativa a la propuesta de pacto. Más tarde, cuando todo indicaba que Rajoy ganaría las elecciones, Toxo volvió a la carga. Y nuevamente el flamante gobierno y la patronal dijeron llamarse Andana, esto es, no hubo respuesta sino ninguneo. Y las cosas fueron empeorando hasta el punto de entrar y consolidarse en una situación insostenible y al decir de algunos «de emergencia nacional».

 

Sin embargo, ¿estamos seguros de que no hubo pacto? Lo hubo. Vaya si lo hubo. Las partes contratantes fueron el gobierno y la CEOE. No fue un pacto formal y públicamente reconocido. De hecho, todas las ´cláusulas´  implícitamente acordadas (la reforma laboral, el diseño de privatizaciones, la cuestión salarial y otras por el estilo) fueron la expresión concreta del mandato genérico que venía de la Unión Europea. Lo sabido –por activa, pasiva y perifrástica--  es que estas políticas han hecho, y continúan haciendo, estragos en la condición asalariada y en las condiciones de vida de amplísimas capas de la ciudadanía. Pero lo que no se ha dicho –al menos hasta la presente--  es que también ha comportado el cierre de centenares de miles de empresas de todo tipo, especialmente medianas y pequeñas. La conclusión es clara: aquel pacto implícito no sólo ha sido inútil para la mismísima patronal sino que, además, ha significado su propia derrota. Es algo realmente esperpéntico que quien debe tutelar los intereses de las empresas –pongamos que hablo de la CEOE--  haya sido no poco responsable del hundimiento de  muchas de ellas.

 

Hasta el momento el gobierno Rajoy no ha dicho nada al respecto en relación a la propuesta de pacto que ha lanzado el PSOE. Me imagino al Partido popular ante la siguiente tesitura: si aceptamos el reto estamos dando por sentado que nuestros planteamientos han fracasado con el coste electoral que podría tener. Por no hablar de la CEOE, cuya postura es: a las empresas que queden le irá la mar de bien la desarboladura de derechos, poderes y controles del sindicalismo confederal. O lo que es (casi) lo mismo: de esta guisa, las empresas que sobrevivan tendrán más facilidades –y el conjunto del sistema también— para una nueva acumulación capitalista. De manera que un pacto, que pudiera ser firmado por los sindicatos, sería una interferencia (por supuesto, modesta) para esa operación. Lo que para la CEOE y el Gobierno no es de recibo. Bien, ya veremos cómo empieza esto; en todo caso, una buena señal sería que la patronal desbloqueara ese inmenso paquete de convenios colectivos: sería una buena señal.

 

 

 


No hay comentarios: