lunes, 5 de marzo de 2012

EL INTENTO DE ASESINATO DEL ESTADO SOCIAL




Lo que está sucediendo en Europa va más allá de los durísimos recortes y cancelación de esos bienes democráticos que son los derechos sociales. Cierto, esto último es lo más terrible para la condición humana. Pero, como se ha dicho arriba, las cosas van más lejos. Se está organizando el tránsito del Estado social al del Estado-mercado. Del Estado de bienestar al welfare business. Lo que supone, claro está, un drástico y rápido cambio de metabolismo de las democracias liberales. De un lado, se sustraen las decisiones políticas más importantes a los procesos democráticos; de otro lado, tales decisiones se toman en reducidos centros de poder, alejados y, por lo general, contrarias a los intereses de la mayoría de la población.

Así las cosas, no puede haber separación entre la acción colectiva contra los recortes y las de exigencia del Estado social y, concretamente, de la democracia. No se trata de una vuelta al liberalismo. Es otra cosa, que ya está dibujando un perfil extremadamente autoritario. Lo ha expresado de manera contundente el presidente del Banco Central Europeo,  Mario Draghi, cuando ha afirmado de manera taxativa que “el Estado social ha muerto”. En realidad lo que este caballero quería decir es que están matando el Estado social pro domo mercato. Así pues, no hace falta ser un lince para acordar con Baylos que el objetivo ese tránsito no es solucionar la crisis sino acabar con el modelo social europeo y, de paso, desforestar los árboles del bosque de la democracia (1). Concretamente, es la ruptura del pacto welfariano que, con tanta lucidez, ha denunciado Miquel Falguera repetidamente en este mismo blog.  La expresión más directa de esta operación (y la que está más cerca de nosotros) es la contra reforma laboral. De ahí la necesidad de encontrar más aliados (aunque sean realquilados) en el complejo itinerario que tenemos por delante.  

Desde luego, de esta situación no se sale con la personalidad actual de los sujetos que –con desigual énfasis— se oponen a este estado de cosas. Que los principales agredidos son los de abajo y los más de abajo todavía, es cosa sabida.  Pero no parece, al menos con claridad, que las izquierdas políticas sean plenamente conscientes de lo que se les viene encima: el limbo de una testimonial representación camino de su extrañamiento hacia una tierra de nadie. La izquierda cuantitativamente mayoritaria no puede esperar que la otra siga siendo sólo un importante testimonio moral, y ésta no debe aguardar el derrumbe de la primera. A ambas les sucedería lo mismo que al asno de Buridán.  

El sindicalismo confederal está dando muestras de una enorme entereza. Pero es preciso acabar con la siguiente situación: la izquierda mayoritaria no enlaza lo suficiente con las aspiraciones sindicales y la otra izquierda da la impresión que le vigila no acabando de entender qué están haciendo los sindicatos. Precisamente en estos momentos en que están el punto de mira de la artillería pesada. Por otra parte, ese largo recorrido que se nos avecina plantea al sindicalismo nuevos desafíos.

Uno de ellos, ya lo he comentado en otras ocasiones, es el que se refiere a la cuestión unitaria. La verdad es que no parece lógico que, en el gran espacio global y en el europeo, tanto Comisiones como Ugt estén en la misma casa, pero no así en España. ¿Qué lógica es esa? Quien tenga argumentos sólidos le agradecería que me los dijera. Pero quien disponga de razones líquidas es mejor que se calle, incluso delante de su abogado.  

De momento, empero, gritemos hoy y el domingo: delenda est Carthago; perdón: delenda est la reforma laboral.  


(1) EL OBJETIVO NO ES LA CRISIS, SINO EL MODELO SOCIAL EUROPEO




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